Incarcerous

5.1K 520 27
                                    

Ya había caído la noche cuando Isadora y Sirius emprendieron la vuelta a su casa. La humedad era aplastante y no se veía ni una sola estrella en el cielo, Sirius caminaba hacia la entrada comentando alegremente los logros de su ahijado y se detuvo como un autómata en la entrada de la casa para cederle el turno a Isadora de realizar los encantamientos correspondientes.

- Homenum Revelio – susurró Isadora mientras escuchaba las sugerencias de su esposo en cuanto al regalo de cumpleaños de Harry. Estuvo a punto de dar el siguiente paso en dirección a la casa, sin esperar siquiera que el hechizo revelara algo, pues la respuesta era siempre negativa; pero esta vez se detuvo en seco en el patio delantero y con la palma de su mano frente a Sirius pensó <<Silencio>> y este enmudeció de inmediato. Sólo cuando Sirius entendió que debía callarse lo devolvió al estado original.

El muchacho conjuró el mismo hechizo para poder ver lo que ella y de inmediato palideció, eran demasiados y no se movían, seguramente habían detectado su presencia. Ninguno de los dos sabía si moverse o no, apena se atrevía a respirar pues cabía la posibilidad de que varios pares de varitas los estuviesen apuntando al pecho en ese mismo momento. Isadora apuntó con sumo disimulo su varita a Sirius y éste, tras sentir unos hilos finos que se corrían por la espalda, se volvió invisible.

Ella le tomó la mano para desaparecer, pero en ese momento sintieron una explosión y ambos se arrojaron al suelo. Una maldición pasó rozándoles el cabello, un segundo después la puerta principal se había salido de los goznes y los cristales de las ventanas yacían en el piso hechos añicos.

Integrantes de la Orden del Fénix estaban de pie frente a la casa con sus varitas en alto lanzando hechizos hacia todos lados.

- ¡Alastor! – grito Isadora al ver a su profesor.

- ¡Apártate muchacha! – bramó éste lanzando un hechizo que derribó un pilar de concreto – tú y Sirius váyanse de aquí, a ustedes los buscan.

Una mano invisible tiró de ella y luego comenzó a girar sobre sí misma, cuando abrió los ojos estaba rodeada de árboles que apenas dejaban ver el cielo, le resultó extraño aquel lugar y que aún no podía ver a Sirius. Milésimas de segundo después de pensar en pedirle que deshaga el hechizo se arrepintió y mientras volvía a girar sobre sí para huir sintió el punzante dolor de la maldición cruciatus que duró apenas un momento, pues al siguiente volvía a estar en su casa, maldiciendo su breve momento de torpeza que le podría haber costado la vida a ella o a cualquiera de los suyos.

Se puso de pie aún con el costado derecho de cuerpo doliéndole. Buscaba a Sirius con la vista mientras esquivaba y atacaba mortífagos. Se estremeció al ver a Fabian Prewett en el suelo, con su varita a un lado y los ojos abiertos, a su lado Gideon aún luchaba contra cinco mortífagos, Isadora se dispuso a ayudarlo, pero en ese momento Antonin Dolohov terminó con él mediante una maldición asesina que le asestó en el rostro.

- Avada Kedavra – un rayo de luz verde salió de la varita de ella y mató a uno de los cinco. Al instante siguiente otro mortífago cayó al suelo. Isadora miró a su izquierda y divisó a Remus y Sirius; éste último con tanta ira contenida que asustaba de sólo verlo.

- ¿Te encuentras bien? – preguntó Sirius sosteniéndole el rostro con ambas manos - ¿Qué sucedió? ¿Dónde estabas?

En ese momento llegaron más miembros de la Orden seguidos de los Aurores del ministerio, que no formaban parte de ésta y los mortífagos se vieron obligados a retirarse. Sirius e Isadora entraron su casa, se encontraron un caos, había objetos rotos por todos lados. Tomaron sus cosas más importantes y las que estaban en mejores condiciones, pues sabían que ya no podían quedarse allí. Cuando se acercaron a la acera nuevamente, vieron cómo los demás cargaban con los cuerpos de algunos de sus compañeros. Moody iba de aquí para allá con cara de pocos amigos y se detuvo frente a Isadora en cuanto la vio.

- Tú y tú – dijo señalándola a ella y luego a Sirius – Voldemort te busca – anunció mirando a Sirius, quiere saber dónde están Lily y James, por eso estaban en tu casa.

- ¿Cómo supieron ustedes que ellos estaban aquí? – preguntó Isadora.

- Fabian fue quien mandó el mensaje – respondió Alastor con pesar.

- Alastor, alguien me tomó del brazo hoy, desaparecí, pensé que era Sirius, pero no... y antes de ver quien era volví aquí... Fue estúpido, me descuidé sólo un segundo y...

- Es obvio, están buscando la manera de extorsionarlos para que hablen, debes estar más alerta. Tuviste suerte.

Isadora y Sirius acompañaron a Moody hasta la casa de los Weasley. Molly, la hermana de Fabian y Gideon fue quien los recibió, llevaba un niño de la misma edad que Harry en brazos y tenía una enorme panza de embarazo. Al verlos supo por qué estaban allí. Mando al resto de sus hijos a la cama y les sirvió un té a cada uno de los recién llegados mientras recibía los detalles sobre lo que había pasado esa noche.

En cuanto estuvieron fuera de lo de Molly, Alastor los condujo a un nuevo lugar donde podrían esconderse. Una casa pequeña rodeada de árboles, a unos minutos del Valle de Godric, no se encontraba bajo el encantamiento Fidelio pero era invisible debido a otros hechizos que habían sido puestos en ella y apenas se veían otras casas a lo lejos.

- Tenemos que avisarle a Lily y James de lo que sucedió – dijo Sirius.

- Olvídalo, chico... al menos por estos días será mejor que no anden por ahí, ni en el ministerio ni en la Orden, los mantendré al tanto. – Alastor miró hacia la ventana con su ojo mágico.

- Es sólo mi lechuza – informó Isadora con desánimo.

Moody se había ido y era la primera vez que podía estar solos en lo que les había parecido una eternidad de tiempo. Se vieron a los ojos una fracción de segundo y luego se arrojaron uno en los brazos del otro.

- Lo siento – murmuraba Sirius una y otra vez – Lo siento, es que no podías verme y cuando te vi a ti estabas desapareciendo y... - Isadora lo calló con un beso en los labios y él sonrió a medias – me asustaste, no tenía forma de encontrarte.

- ¡Fui tan estúpida, maldita sea! – gruñó ella.

- Oye, estás bien, eso es lo que importa – trató de tranquilizarla Sirius.

- Yo sí, pero perdimos otras personas hoy... tal vez si hubiese estado...

- Eran muchos, cariño, todos hacemos lo que podemos.

- Voldemort cree que eres el guardián, ha funcionado. – Sirius puso cara de pocos amigos – Ya sé que es imposible que lo hagas, pero debes quedarte aquí... si te encuentran...

- Siempre corrimos todos el mismo peligro, desde el primer momento estuvimos dispuestos a dar nuestra vida para que no encuentren a Harry, James y Lily. – interrumpió Sirius

- Basta, no sigas con eso, ya lo sé. Sólo que... - miró hacia un lado tratando de evitar las lágrimas que amenazaban con salir – Tengo miedo de que te suceda algo a ti – concluyó con la voz quebrada.

- Estamos aquí y ahora, eso es lo importante – dijo él – debemos sacar provecho de los momentos que tenemos juntos. – concluyó besándola. Ella rodeó su cuello con los brazos para atraerlo aún más contra su cuerpo. Sirius depositó sus manos en las caderas de ella alzándola al mismo tiempo que Isadora rodeaba la cintura de él con las piernas. A medida que se aproximaban a la habitación los besos se hacían más y más frenéticos, ella le mordió el labio con suavidad obteniendo como respuesta una de esas sonrisas que tanto amaba. Ambos se dejaron caer en la cama mientras se ayudaban a quitarse la ropa entre más caricias y besos. Isadora se sentó a horcajadas frente a él.

- Te amo – susurró en su oído.

- Y yo a ti – respondió Sirius estrechándola aún más entre sus brazos.


Sirius Black: el velo de la muerte¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora