Capítulo 5: Súbito incremento de palpitaciones. (2/2)

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Walter se había dedicado a stalkear al artista por lo que mientras la muchedumbre esperaba ansiosa, nosotros escuchábamos a nuestro amigo contarnos lo que sabía sobre el virtuoso al que veríamos. Había sido un niño prodigio, comenzó a tocar el violín desde los cinco años, y estudió en las mejores escuelas de música de Alemania, Londres y Estados unidos, pero desde hacía poco que había logrado conseguir popularidad entre los jóvenes y adultos que no sabían nada de la música clásica, gracias a que incluía en su repertorio covers de cantantes famosos. Esa era la razón de que asistieran tantos espectadores.

Conversábamos entre nosotros, cuando de pronto las luces se apagaron y las primeras tenues notas de una canción resonaron por todo el auditorio, mi corazón dio un salto, y luego latió con alegría al descubrir de que canción se trataba, era un reconocimiento tal, que sólo se compararía con encontrarse a un ser querido al que no se ha visto en muchos años, luego de creer que ya no lo verás jamás. Era viva la Vida de Coldplay y en verdad me hacía sentir viva, alegre, todos mis males se iban mientras las notas musicales danzaban alegres sobre mis hombros, entraban a mis oídos, me legraban el momento.

El resto de la noche fue igual de increíble, pasamos de músicos contemporáneos a música clásica, de ritmos lentos y melosos a unos más rápidos y vivaces. Nuestras almas fueron suyas durante el tiempo que duró el concierto y luego salimos embelesados de ahí.

—Es un genio —comentó Walter en un suspiro mientras caminábamos hacía la salida. Riverita lo miró divertido, en verdad tenía una expresión graciosa, casi parecía amor. —Es un genio de la música.

—Sí, bueno...—refunfuñó Alejandro, que iba con la mirada clavada en el piso—Maldito genio, pudo ir a las mejores escuelas del mundo.

—Pero fue gracias a su talento—lo interrumpió Walter, a lo que Riverita asintió.

—Es cierto, Alex, —dijo este—Walter tiene razón, su talento es natural.

—Natural ni que la mierda...—farfulló él, —Todas las putas horas de práctica no son naturales. Walter sería tan bueno como él si hubiese empezado a la edad que él empezó y tenido los maestros que él tuvo.

—¡Claro que sí! —exclamó Lorena, que se había quedado un poco atrás, esperando a Ángela, y venía corriendo para unirse con el resto—Walter también es un genio, toca hermoso el violín, yo lo he oído ¿Lo has oído, Ingrid? —se volvió a preguntarme.

—No —dije, con un movimiento negativo de la cabeza—A Alejandro sí.

Pero me arrepentí de inmediato al decirlo, pues había sido aquella primera vez, en que él me echó de esa manera tan poco civilizada de la sala de música solo porque interrumpí su práctica.

—¿En serio? —Preguntó Ángela con verdadera sorpresa, y volvió la mirada hacia mí —Alejandro sólo toca para sus maestros y para Diego, casi no deja que nadie más lo escuche.

—Es cierto—contestó Riverita—¿Cuándo la invitaste a escucharte? —Y ahora se dirigió a su hermano —Alex—lo llamó, ya que este tenía la mirada perdida en algún lugar cerca de la puerta.

—Yo no la invité —se enfadó éste, volviendo la mirada un segundo hacía mí—Ella interrumpió mi practica —y me miraba con algo más que enojo, algo diferente.

Entonces Riverita soltó una carcajada y me miró.

—¿Se enojó mucho? —me preguntó, sonriente. Conocía muy bien a su hermano.

—Mucho, mucho. —dije, devolviéndole sin proponérmelo, la sonrisa, él lograba contrarrestar la mirada fría de su hermano.

Continuamos caminando hasta llegar a las puertas del auditorio, y cuando ya habíamos caminado varios metros entre las personas que pululaban por ahí, Alejandro detuvo a Riverita.

Sueños de tinta y papelWhere stories live. Discover now