Capítulo 21: Los niños perdidos (2/2)

273 36 7
                                    

Sabía que Diego no iba a hablar, así que comencé por hacerlo yo, aunque igual él no me contara nada.

—Mi papá no me hizo nada, Diego—susurré—no es un mal padre, pero fue un mal esposo, cosa que no tiene nada que ver conmigo. Y no lo odio, sólo estoy tratando de averiguar cómo lidiar con él. Por eso me fui, necesitaba tiempo para asimilar lo que pasó.

Pero no puede decirle con claridad lo que pasó, otra vez las palabras se atascaban en mi garganta.

—Ok —se rindió Diego, cuando por fin aflojó el agarre sobre mis brazos y mi pecho —te lo voy a contar, pero por favor no hagas un drama, Ingrid, porque ya hubo mucho de eso.

Y después de un parsimonioso minuto de silencio, soltó un suspiro y comenzó, con el tono de quien cuenta algo tedioso, pero de buena gana. Tenía la suavidad en su voz de quien habla después de una buena noche. Era cierto aquello, los hombres hablan más en la cama, en lugares donde se sienten seguros.

—Tiene que ver con el pendejo de Alejandro—comenzó.

Asentí. Todo tenía que ver con él.

—Cuando Alex se fue yo me quedé sólo con papá y mamá. —comentó —Y bueno, no estaba en mi mejor momento, me sentía mal estando ahí solo. Y seguro tú pensaras que son pendejadas de niños ricos lo que te voy a decir, Ingrid, pero me sentía muy mal con ellos, no sé cómo explicarlo, quizá era la edad, no sé. Los problemas eran con papá en especial, porque él siempre ha controlado nuestras vidas, insiste en que estudiemos esto o aquello, y yo sabía que él no aprobaría lo de la escuela de arte, ya nos había inscrito en donde él quería que estudiáramos, teníamos que hacer lo que él quería, y mamá y mi madre lo aprueban, siempre lo apoyan en lo que quiere. Yo sólo estaba estresado y se me atravesó ese imbécil en la vida, porque de otra forma no hubiese pasado.

—¿A dónde se fue Alex? —pregunté. Aquella época oscura de la ausencia de Alex significó mucho para los dos, los había marcado de alguna manera que yo no comprendía del todo.

—Se fue a estudiar a Estados Unidos—contestó en voz queda—se supone que nos mandarían juntos a estudiar la universidad, pero habíamos acordado que nos negaríamos, que no iríamos. Alex no quería ir porque andaba con Ángela, y parecía que la quería mucho, bueno, eso me dijo. Nosotros diríamos que no queríamos ir, se suponía que yo lo apoyaría para que no nos hicieran ir. Pero cuando Alex se enteró de lo de Andrea, quiso irse, no soportaba verlos, ni a mí, así que le dijo a papá que era cosa mía lo de no querer ir a estudiar al extranjero, por eso papá lo mandó solo. Yo ni siquiera sabía que él le había dicho eso. Sólo intuí que se quería ir porque Andrea comenzaba a frecuentar la casa y yo lo entendía. Sabía que no la quería ver, no quería nada con ella.

—Lo siento—susurré, pero no entendía que tenía que ver eso con mi pregunta.

—Yo seguí yendo a la escuela con normalidad, —siguió— estaba en el último año de la prepa, y fue cuando papá comenzó con la presión, por un lado con la escuela, me decía que ya sabía que estudiaría, a que universidad iría y en que lo ayudaría, decía que estaba muy orgulloso de mí, decía que había hecho una gran inversión en mi educación, que mi carácter era mejor que el de Alejandro, que aunque no me hubiese adoptado yo era su hijo, y un montón de cosas más. Ya tenía todo un plan para mí. Yo estaba muy contento por eso, me gustaba que él lo dijera, pero también me hacía sentir mal, porque yo no quería nada de eso. Por otro lado me preguntaba por Alex, quería saber si se había peleado conmigo, él sabía que no era normal que se quisiera ir sin mí, pero yo nunca dije nada, sólo le dije que estábamos creciendo, que ya no éramos tan niños y no queríamos estar todo el tiempo juntos. Y a él eso le gustó. Se sintió aliviado de que Alex y yo dejáramos de hacer eso de pasar cada instante juntos, cosa que él no veía muy normal.

Sueños de tinta y papelWhere stories live. Discover now