Capítulo 12: Una mala noticia. (1/2)

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Por entonces, los días me parecían perfectos. El intenso sol había dado paso a las mañanas frescas y las noches con viento, el otoño se iba para recibir al invierno. Quería a Diego con autentico cariño, mis amigos eran increíbles, la escuela iba bien, tanto, que me había permitido bajar la guardia, pero aun así no me costaba mantener un promedio de ocho, la relación con Alejandro no mejoraba pero tampoco empeoraba, había aprendido a economizar el dinero y así podía seguir comprando libros por gusto, nada iba mal, los días pasaban tranquilos, las tardes llenas de risas. Estaba viviendo por fin una vida a la que había considerado vedada para mí, una vida feliz y sin preocupaciones.

Mi vida iba bien, hasta ese día.

—¡Lorena! —Protestamos al unisonó Diego, Alejandro y yo, cuando ésta nos deslumbró con el disparo de su cámara. Nos encontrábamos en la biblioteca, los tres recargados en un inmenso librero que a su vez estaba recargado en una pared, estábamos sentados en el suelo uno al lado del otro, cada uno haciendo algo distinto, Diego se encontraba en medio, con Alejandro a su izquierda y yo a su derecha.

—Otra —comentó Lorena, y volvió a hacerlo, riéndose por lo bajo. —No me resistí —dijo y se dejó caer a lado de Alejandro—es que se veían tan guapos ahí que me recordaron a la foto de tres escritores mexicanos cuando jóvenes.

—Déjame ver —dije, estirando la mano para recibir la cámara.

Busqué la foto en la pequeña pantalla y sonreí al verla.

Lorena había capturado el momento justo en que aún no la veíamos, en que no reparábamos de su existencia. Los tres teníamos la mirada clavada en lo que hacíamos, yo, a la derecha, sostenía un libro y mis ojos no veían a las letras sino más allá, a través de ellas, al mundo en el que me encontraba inmersa, Alejandro, por su lado, escribía en un cuaderno de partituras, y Diego, con la pierna recogida, sostenía sobre la rodillas su cuaderno de dibujo, tenía la cabeza de lado, lo que hacía que el cabello le callera sobre los ojos, pero aun así, por la rigidez de las líneas de la boca, del ceño fruncido podría adivinar que estaba perdido por completo.

La siguiente foto era graciosa, todos aparecíamos mirando directo a la cámara, con las bocas abiertas en medio de una exclamación y los ceños fruncidos, Diego con los gafas en la punta de la nariz, Alejandro con furia en sus ojos verdes y yo más sorprendida que molesta.

—Esta me gusta —dije.

—Al rato te la envío —comentó ella, mientras le pasaba la cámara a Alejandro, que se la pedía. Luego nos miró —Por cierto, Walter quiere que vayamos a su cuarto a la hora de la salida.

—¿Para qué? —pregunté, un poco sorprendida, pues Walter nunca hacía las invitaciones, era Alejandro el que por lo regular nos llamaba para comer o ver alguna película y enviaba a Walt a decírnoslo.

—Nos va a decir algo importante—respondió Alejandro, sin retirar la mirada de la cámara.

—Ajá—asintió Lorena—algo así dijo. Así que nos vemos ahí en la tarde.

Cuando llegué a la habitación de los chicos, ahí ya estaba Lorena, Ángela, y muy pronto llegaron Alex y Diego, ambos con rostros pétreos. De inmediato tomé la mano de mi novio. Un ligero cosquilleo me recorrió la punta de los dedos.

—Pues ya estamos aquí—comentó Diego, ya que nadie decía nada. —¿Qué pasó?

—No quiero asustarlos —comentó Walter, que estaba recargado en una esquina de la habitación, con las manos cerradas—pero escuché algo malo en la oficina de administración.

—Deja de hacerte el interesante —comentó Alejandro, que seguía en el marco de la puerta y parecía listo para irse en cualquier momento. Los miré a intervalos cortos a ambos. Desde el día en que los había visto besarse, se trataban con la normalidad de siempre, los había visto en la cafetería juntos, en sus ensayos, en varios lados pero nada romántico volvió a ocurrir entre ellos. —Sólo dilo.

—Bueno —asintió Walt, acercándose un poco a nosotros—escuché algo sobre que no están entregando el dinero de las becas en el Estado.

—¿Por qué? —inquirió Lorena, inquieta.

—No sé —contestó él —Leí en un periódico algo sobre que el gobierno Estatal le debe dinero a muchas universidades y no saben a dónde se está yendo todo ese dinero.

—¿Y eso que significa? —le interrumpí, sintiendo la sangre arremolinarse en mis mejillas, y mirando a todos con inquietud.

—Que...—comentó Walt, pero Alejandro le interrumpió.

—¡Que ya valió madres, güey! —Exclamó —Que nos van a suspender las putas becas, eso significa —y luego le precedió un sonido sordo. Nadie dijo nada, nos quedamos quietos, mirándonos los pálidos rostros. Así permanecimos por varios minutos, como si alguien hubiese muerto, hasta que Diego habló.

—Pero no pueden—dijo él, con cierta indignación.

—Claro que pueden, Diego —exclamó Alex—Pueden hacer lo que quieran.

—Mantengo un promedio de diez—se enfadó Diego, —no pueden hacerme eso.

—Ya sé—comentó Walter, que se apartó de la esquina y tomó asiento a lado de Ángela en la cama—, pero ya no hay dinero para financiarnos.

—¡No!—exclamó Alex—¡Sí hay lo que pasa es que se lo están robando!

—Pero no pueden quitarnos las becas—dijo Lorena, aun con calma. Se apartó del asiento del escritorio y se sentó en el suelo, cerca de mí.

—Sí pueden—comentó Walter, con voz queda—Los asesores lo anunciaran mañana en clase.

—¡Pinches cabrones! —Exclamó Alejandro —¡Cabrones!

—¡Cálmate! —Lo reprendió Ángela, con el ceño fruncido—ni siquiera es oficial.

—Lo es—le recordó Walter—sólo que no nos han dicho. Ya no hay nada que hacer.

—¡Papá es otro cabrón que seguro sabía de esto y no nos dijo nada! —Comentó Alejandro y salió de la habitación. Diego me soltó y de inmediato fue tras él. Puede oír sus voces en los pasillos y momentos después ambos regresaron. Alejandro se dejó caer con fuerza al suelo, con la espalda recargada en la pared cerca de la puerta mientras que Diego ocupaba el lugar a mi lado, también en el suelo.

De inmediato recargué el rostro en su hombro.

—No me puedo ir a casa, Diego—susurré lo más bajo que pude para que los demás no lo oyeran, y para retener mis ganas de llorar—No puedo volver ahí.

Diego me abrazó, sin decir nada. No había nada que decir. 

N/A

El mundo es cruel </3

GRACIAS POR LEER <3.

Sueños de tinta y papelWhere stories live. Discover now