Prefacio

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El dolor físico que siento no es nada en comparación del vacío que siento en mi pecho. Sólo he necesitado un par de suturas, sin embargo,  en mi interior siento como si me hubiesen arrancado mi alma para dirigirla a la sala de traumatismo del Special Surgery. 

Suelto un suspiro mientras observo el estúpido reloj que se encuentra justo en la parte superior del blanco mármol de la pared. Muevo con nerviosismo mi pie esperando que así algún medico se digne a darme noticias. No me han permitido entrar a la sala de espera en terapia intensiva, porque es única y exclusivamente para familia.

Lo último que supe de su estado es que necesitaba cirugía por una aparente hemorragia interna y también para reparar algunas de las fracturas que ha sufrido. 

De seguro, en este momento se encuentra en un quirófano, y yo no puedo estar ahí para sostener su mano y hacerle saber que no está sola, que me tiene a mí a su lado y que será así por un largo tiempo.

Me limpio las lágrimas con brusquedad.

Sigo sin creer que lo que sería una de las mejores noches de Camille, hoy se haya convertido en una tragedia horripilante. 

  —¿Ya te han atendido? —la voz de André me trae de vuelta a la realidad—. La señoraElena está hablando con los doctores para que puedas entrar. 

Parpadeo un par de veces.

—Sí—musito sin ánimo—. Una interna se ha acercado hace un par de horas. 

James me ha dado una buena paliza, aunque yo tampoco me quedé atrás. Le he roto la nariz y creo que una costilla, él sólo me ha dañado uno de mis pómulos, algo superficial. 

Sí él no se hubiera aparecido, Camille y yo estaríamos en alguna parte de la ciudad contemplando las estrellas mientras hacemos el amor... 

—Sigo sin comprender qué fue lo que pasó —agrega con la voz cargada de preocupación—. ¿Viste quién conducía el automóvil?

Niego con la cabeza, sin embargo me detengo debido al dolor que siento en ella. 

—Mi princesa salvó mi vida —digo con la voz hecha pedazos—. Salí volando hacía la acera cuando me arrojó. No sé porque no vi el maldito coche. Si hubiera sido yo... si hubiera sido yo  ¡Ella estará bien! ¡Estaría a salvo! ¡Ojalá fuera a mí a quién estuvieran operando! 

Mi mejor amigo me mira con un semblante cargado de tristeza se sienta a mi lado y me extiende el vaso de su café. Le doy un sorbo. Necesito energía antes de quedarme completamente dormido. 

  —No tienes la culpa de nada, Josh. Ha sido un accidente —Coloca su mano en mi espalda para reconfortarme—.  Los accidentes pasan. Camille se repondrá, ella puede con todo. 

Levanto la mirada y veo que tiene los ojos hinchados. Él también ha estado llorando.

—¿No les han vuelto a llevar noticias? 

—Lo único que sé es que están intentando controlar la hemorragia que tiene en el abdomen, también hablaron de más de tres costillas rotas. Ha tenido suerte, Josh. El golpe en su cráneo no fue tan grave debido a que al auto no venía con más velocidad. 

Nos quedamos callados.

No tengo nada que decir. Con cada minuto que pasa me siento peor. 

¿Pero de qué otra forma puedo sentirme? 

La mujer que más amo en el mundo está allí adentro, sufriendo algo que debió pasarme a mí.

Adré saca algo de su bolsillo y me lo entrega.

—¿Qué es esto? —cuestiono anonado.

—Mi pequeña me pidió que se los consiguiera —agrega cabizbajo—. Se los iba a entregar hoy. Quería sorprenderte para su segundo mes de relación.  

Abro el estuche y saco un par de collares de cadena plateada. Los sostengo con cariño y me dedico a admirarlos con ternura.

—El de la cámara es el de ella, supongo—Rasca su cabellera café 

Toco con sumo cuidado el dije de la paleta para pintura, lo llevo a mis labios y finalmente lo cuelgo en el cuello con la esperanza de sentir más cerca a mi preciosa castaña. 


Cuando eras mía©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora