21. Pintar el amor

3.2K 295 30
                                    

Le he dado la mano porque necesitaba tocarlo, y asegurarme de que no me provoca nada

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Le he dado la mano porque necesitaba tocarlo, y asegurarme de que no me provoca nada. La forma en la que él me mira, me hace sentir mal. No debería de estar haciendo esto. Es como si estuviera engañando a Josh, y a pesar de que sabe que estoy con él, no puedo sacar de mi mente la cara de disgusto que puso.

Le dije que preferiría mil veces estar con él que con James, sin embargo André se lo llevó a San Diego desde ayer y no han regresado.

Lo extraño mucho.

—¿Qué es lo que piensas? —me pregunta, mientras sacude sus piernas con sus manos.

—En Josh.

Vuelve a fruncir el ceño. 

—¿Puedo preguntarte algo? —Mira mis ojos y por un segundo siento algo en mi vientre—. ¿Cómo fue que te enamoraste de él? Es decir... es completamente diferente a mí.

Le sonrío. 

Es fácil contestar esa pregunta.

—Josh es justamente lo que quiero en mi vida. Él ha sido la llama que pudo encender el fuego dentro de mi frío y marchito corazón —Contempla mi rostro, y yo le sostengo la mirada—. No espero que lo entiendas, pero cuando te fuiste te llevaste toda la calidez de mi interior y me dejaste hecha un invierno por dentro. 

Chasquea la lengua. 

—Tus ojos brillan bastante. Me alegro por ti, Camille. Te mereces un amor sincero -musita un poco cohibido.

Sé que sus palabras son falsas, pero no me interesa. He sido honesta con él. No tengo porque mentir para obtener su aprobación. Pasé seis años buscándola, y jamás la encontré.

Me levanto del suelo y quito mi sudadera. Ha empezado a hacer calor aquí. James me observa y se detiene justo en la parte de mis piernas. Reseco mi garganta, para hacerle notar que soy consciente de la manera en la que me mira. Él aparta sus ojos de mi cuerpo y murmura lo siguiente:

—Perdona. Estoy acostumbrado a observarte de esa manera, pero evitaré hacerlo. 

Me encojo de hombros.

Estar a solas con él es extraño. Me provoca nervios, pero al mismo tiempo mi corazón no siente nada. Es como si en el ambiente sólo se apreciara la química y los millones de recuerdos que ambos compartimos. 

—Da igual —articulo sincera—. ¿Me ayudas a poner plástico a los muebles?

—¡Por supuesto! —Sonríe. 

Ya no me ha llamado cariño y se lo agradezco, porque si lo volviera hacer le arrojaría mi zapato a la cabeza.

Luego de acomodar las últimas cosas del estudio, me invita un café. Yo lo acepto. No es que la idea me haya causado mucha gracia, pero si vamos a ser amigos, tengo que entrar enteramente en el papel. 

Cuando eras mía©Where stories live. Discover now