5. Dos personas que se aman

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Aviento los papeles del último informe estadístico de la empresa

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Aviento los papeles del último informe estadístico de la empresa. No puedo concentrarme en nada. Todos mis pensamientos están inundados de una chica de ojos color avellana llenos de resentimiento. Simplemente no puedo olvidar el odio que emanaban aquellas pupilas que un día me miraban con amor. 

—Señor Scott, su hermana lo está esperando —Entra por la puerta, Lauren mi asistente. Yo le hago una señal para que la haga pasar. 

Lo único que me falta es que Sasha se ponga hacer alguna rabieta.  

Lauren me dedica una mirada coqueta y sale a toda prisa. Verla de esa forma me da asco. No voy a negar que es muy hermosa, incluso llegué a engañar a Camille con ella, pero ahora, esos momentos me causan indigestión. 

—¿Qué es lo que quieres, Sasha?—espeto a la chica de pelo rubio que ha entrado a mi oficina. 

—Al parecer Camille te ha bajado el ego de nuevo —agrega enarcando una ceja. Se deja caer en la silla que está en frente de mi escritorio y me mira divertida. 

—Mi ego no tiene nada que ver en esto —replico a la defensiv—. Sabes que en verdad la amo. 

Ella pone los ojos en blanco. 

— Pues si tu concepto de amor es haberla dejado plantada en el altar, tu amor da asco. 

Me levanto de la silla y camino hasta el gran ventanal de vidrio que hay frente a nosotros. Se puede observar los imponentes rascacielos de Nueva York. Es una vista bastante fascinante. 

Me aguardo los pensamientos que tengo. 

Sé que yo lo he jodido. 

Sé que yo soy el único responsable de que Camille esté en los brazos de otro, pero aún así me jode el hecho de saber que le importa muy poco que la ame. 

—¿A eso has venido? ¿A reclamarme lo que he hecho? —cuestiono con tono gélido—. Porque lo que yo recuerdo es que la odiabas por completo. 

Giro la cabeza para verla. Contempla su reflejo en un espejo de bolsillo y se retoca el labial. 

  —Y la odio. Pero eso no quita que admita cual es la verdad. Tú no la viste esperarte como idiota al pie de la iglesia. Tuve que tragarme mi orgullo y decirle que nunca llegarías. Si la hubieras visto ese día la sangre se tu hubiese congelado —murmura totalmente sincera. 

Suelto un suspiro y agacho la mirada. 

Por supuesto que la vi, y la verdad es que ni siquiera puedo imaginarme todo el dolor que le causé. Pero por eso he vuelto. Pienso recompensar todo lo que la hice pasar, y aunque ella no quiera. No me rendiré jamás. 

—¿Has acabado? 

Ella suelta un suspiro. 

—Solo dame diez grandes. Iré con Marcus a Florida.

Cuando eras mía©Where stories live. Discover now