34. Retomar tu promesa

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Volver a hablarle me va a costar trabajo, lo sé

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Volver a hablarle me va a costar trabajo, lo sé. Pero así como me arriesgué a dejarlo entrar, intentaré recuperar cada uno de los pedazos a los que se han reducido su corazón, sé que no pudo dejar de quererme en tan sólo tres días.

Estoy cansada, pero hablar con Rocío me ha servido bastante. Me ha dicho que el secreto de todo es volver a ser la Camille de la que el se enamoró. Yo le respondí que sigue estando aquí, pero eso es mentira. James la enterró por unos segundos, y ahora tengo que volver a ser yo misma.

—Camille, ¿puedes venir un segundo? —pregunta Trébol. Sonrío y me levanto de la silla. De todas formas tengo clase en quince minutos.

—Claro, dime ¿en qué puedo ayudarte?

Trébol es el nuevo profesor de la facultad, tiene mi edad y también viene de Nueva York. Él será quien se encargue de darle lecciones a mi grupo anterior. En cuanto vi su precioso trabajo, no dudé en darle el puesto. Su pintura es fantástica. 

—Hay un hombre en recepción que te está buscando —Mi pulso se acelera al pensar que tal vez sea Josh. Sé que se ha ido hace un par de horas, pero sigo teniendo la esperanza de que aparezca—. Le he dicho que estabas ocupada, pero no ha dejado en insistir.

—Gracias.

Tomo mi portafolio y salgo mentalizando todo lo que tengo por decirle. He estado preparando mis disculpas mil veces en mi mente pero no he podido decirle nada hace un rato. Concéntrate, Camille. Sólo dile todo lo que sientes.

Camino hasta recepción con el corazón en la garganta, sin embargo, al único que veo ahí de pie es a James que sostiene un enorme ramo de rosas. 

Frunzo el ceño.

¡Joder! 

¿Cómo se atreve a regalarme rosas? Ese era un gesto únicamente mío y de Josh.

¡Habíamos quedado en algo! 

Si yo lo besaba, él se marchaba de mi maldita vida. Ese era el trato. ¡Prometió no volver a acercarse!  Es Josh al que quiero, no a él. Eso siempre se lo he dejado en claro.

—Hola, cariño —musita con una enorme sonrisa. Su mirada recorre mis piernas y me trago una arcada—. Te ves espectacular —Trata de acercarse para besar mi mejilla, pero me aparto antes de que logre tocarme.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—He venido a traerte esto —Extiende las flores—. Me han dicho que has cambiado de parecer y que ahora prefieres rosas.

Tomo el ramo y se las estrello contra el pecho.

—Prometiste algo ¿lo recuerdas?—espeto furiosa—. Tú desaparecías de Los Angeles si te besaba. Eso hice, cumple tu maldita parte del trato, y vete de aquí. 

Me mira confundido, aletea sus estúpidas pestañas pidiéndome una maldita explicación pero me limito a encogerme de hombros. 

Es que, Dios, es increíble que venga esperando a que le abra las puertas de mi vida tan sólo porque trae unas perfectas rosas rojas. 

Cuando eras mía©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن