Cuando eras mía©

36. Una prueba de oro

He intentado de todo para enamorarlo, pero en verdad parece que todo el amor que me tenía se esfumó por completo.

Ya está. Josh me ha dejado de amar.

—Hola, pequeña —Escucho la voz de André. Me sobre salto. Suelto el pincel y giro para verlo—. ¿Te interrumpo?

Me levanto del taburete y camino hasta él para abrazarlo. Lo he extrañado mucho. A pesar de que aveces me topo con él en su casa, normalmente llega tarde.

—¿Cuando se van? —pregunto, al  apartarme de sus brazos. Él sonríe.

—Hoy en la noche. Por eso paso a verte. Sé que verás a Adeline en un rato, pero iré a ver algunas cosas en la agencia y no creí poder alcanzarte —musita acariciando mi mejilla—. Necesitaba abrazar a mi mejor amiga.

Me encojo de hombros.

Sé que está un poco acongojado por mi culpa. La última vez que me vio, estaba llorando por el desaire que me había hecho Josh. 

—Estaré bien. No te preocupes. Mañana a esta hora estaré en un avión rumbo a Nueva York. La pasaré con mi familia.

—Lo sé, pero aún así —Suspira—. No quiero que te sientas sola. Es navidad, Camille.

—Sí —Sonrío—. Y por eso tienes que estar alegre. No pasarla mal por una chica de veinticinco años que tiene serios problemas en su vida amorosa. Estoy bien. Puedo con todo.

Me mira tratando de creerme. Se acerca a mí y trata de abrazarme de nuevo, sin embargo su celular empieza a sonar. Extiende un dedo para pedirme un segundo.

—Sí, ya entendí. En un momento estoy abajo —Pone los ojos en blanco—. ¡Sí, Josh! 

Mi corazón se acelera con tan sólo su mención. Lo imagino en su motocicleta esperando a mi mejor amigo. 
Aunque quisiera verlo, necesito respetar su decisión.

No me quiere junto a él.

André corta la llamada y ahora sí, funde su cuerpo en el mío en un cálido gesto de amistad.

—Feliz navidad y año nuevo, Camille. Espero que tengas mucha felicidad.

—Igual, André —Hago una pequeña pausa—. Y dile al idiota de tu amigo que le deseo que la pase bien con sus seres queridos.

André asiente con la cabeza. Da media vuelta y camina por el pasillo, sin embargo avanzo para alcanzarlo he olvidado decirle algo. 

—Y también dile que lo quiero —agrego con un nudo en la garganta.

—Él lo sabe, Camille.