43. Siempre estaré contigo

2.9K 267 64
                                    

Salgo de mi casa y me dirijo hacia el hogar de André y Adeline

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Salgo de mi casa y me dirijo hacia el hogar de André y Adeline. Han hecho una noche de karaoke. A pesar de tener demasiado trabajo en edición, las ganas de ver a Camille me hacen dejar a un lado la computadora y el programa de photoshop. En cuanto llegue prometo apurarme. 

La extraño, y cada día que pasa me pregunto el por qué tuve que embriagarme ese maldito día. Juro que ni siquiera tengo un recuerdo concreto de ese momento, todo es una gran nube borrosa, que seguiría sin recordar si no hubiese sido por los mensajes que Emily me dejó hace tres semanas.  

Aparco mi motocicleta en el estacionamiento que hay en el edificio donde viven mis amigos, y con las manos temblorosas y el corazón latiéndome con fuerza me encamino hasta la sexta planta. 

Frunzo el ceño al percatarme de que el coche de Camille no está en ningún lado. Miro el reloj que llevo en mi muñeca y me sorprende ver lo temprano que he llegado.

—¡Hola! —exclama Adeline, abriendo la puerta sosteniendo un bote de helado—. Vaya pinta la que traes. Luces terrible, Josh. 

Me encojo de hombros. 

Sé que tiene razón. Unas ojeras enormes me adornan la cara y creo que he bajado unos cuantos kilos. El trabajo es mi vida y estás semanas me he quedado despierto un poco más allá de las tres de la mañana. A veces por editar fotografías o simplemente porque me quedo viendo todas las imágenes que le tomé a Camille cuando estábamos juntos. 

—Que amable eres. Por eso te quiero mucho—murmuro, para luego abrazarla, al separarnos pregunto—: ¿Dónde está André? 

—No tarda, ha tenido que salir por un sabor diferente de nieve. Este me ha dado algo de nauseas—Arruga el entrecejo al señalar con la mirada el producto que tiene en la mano. 

Sonrío. 

Sigo sin creer que esté embarazada. Su barriga no ha crecido casi nada, sin embargo sus síntomas están cada vez peor. Desde hace días que no ha parado de tener antojos raros y mareos insoportables. 

—Gracias... —Volteo a ver la puerta, esperando que la castaña más hermosa del mundo toque.  Al percatarse de eso, la pelinegra murmura lo siguiente: 

—Hoy no vendrá 

—¿Por qué? —pregunto decepcionado. 

Adeline suspira y me invita a tomar asiento. 

—Saldrá con alguien. 

¿Qué?

Siento como si alguien golpeara mi mandíbula. La chica que está frente a mí me mira tratando de analizar mi reacción, sé que no debo dejarle ver que me duele, porque ella hará que me sienta peor. La conozco y todavía sigue enfadada por lo que pasó conmigo y Em.

Me muero por preguntar quién es el chico afortunado que está con mi preciosa, pero no quiero echar más sal a la herida. De cualquier forma, ella ya no está conmigo. 

Cuando eras mía©Where stories live. Discover now