Incógnitas

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INCÓGNITAS

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INCÓGNITAS

Me encontraba leyendo sobre mujeres que han dejado una huella en la historia y así poder redactar algo decente para un artículo del blog feminista en el cual estoy involucrada topándome con una célebre frase de Marguerite Duras llamándome tanto la atención que me hizo reflexionar por un buen rato:

"No es tener sexo lo que cuenta, sino tener deseo. Hay demasiada gente que tiene sexo sin deseo. Todas esas mujeres escritoras hablan tan mal del tema, cuando es un mundo que a una le cae encima. Yo he sabido desde niña que el universo de la sexualidad era fabuloso, enorme. Y mi vida no ha hecho sino confirmarlo.

Me interesa lo que se encuentra en el origen del erotismo, el deseo. Lo que no se puede, y quizás no se debe, apaciguar con el sexo. El deseo es una actividad latente y en eso se parece a la escritura: se desea como se escribe, siempre."

¡Madame Duras tiene toda la razón!, es lo que a duras penas he intentado escribir desde hace un buen tiempo y no he podido describirlo a la perfección en mi pequeña y humilde opinión.

Encontrarme con una de las grandes mentes de la literatura casi por casualidad volvió a inspirarme para seguir escribiendo la novela que había comenzado ese mismo enero cuando la tristeza me había abrumado de una manera desconocida, pero gracias a ese sentimiento conseguí algo que en mucho tiempo no pasaba por mi cabeza, sentarme a escribir una historia, en este caso, mi historia.

"Le reprocho a muchos libros que no son libres. Se ve a través de la escritura: están fabricados, organizados, reglamentados, diríase que están conformes... buscan la forma correcta, la habitual, la más clara e inofensiva".

Con esa frase de la misma escritora tuve que sonreír para mis adentros, esta especie de novela tenía mucha libertad, demasiada teniendo en cuenta de que la narración actual habla del presente, del momento en que Julieta Mollinari se sienta en un día caluroso de verano para volver a revivir esos días felices de diciembre donde reinaba la pasión, la paz, los nervios y la armonía...ahora... ¿Dónde me había quedado?¡ah si! A mediados de diciembre...




Julieta despertaba casi al mediodía con el mismo pensamiento recurrente de cada día, "¿hoy veré a Sebastian?".

A la joven le preocupaban los exámenes finales, los días libres que tenía antes de finalizar el mes, las vacaciones, el tiempo que debería pasar alejada de Sebastian teniendo en cuenta que apenas podía pasar tres o cuatro días lejos de su piel, ¿cuán humanamente posible iba a soportar esa distancia?

Suspiró y observó la montaña de libros desordenados sobre la mesa, eran el único escape ante esas incógnitas generadas por su mente. Le encantaría ser una persona diferente pero su cerebro siempre estaba formulándose mil preguntas desde primera hora de la mañana hasta el último segundo en que su conciencia funcionaba antes de dormir.

Hacer el amor la salvaba, descubrió que era el único momento en que podía desconectarse para simplemente sentir y eso era lo más cercano a la magia que ella conocía.

En cuanto al deseo siempre estaba presente y aumentaba con el tiempo, ¿Cómo una simple acción de Sebastian revolucionaba todo su ser?, lo único que le importaba ahora era aprovechar todo el tiempo que este le dedicara para saciar esas ansias de deseo que apenas podían apagarse unos días para luego renacer con más fuerza.

A veces Julieta se preguntaba si era normal sentir que su cuerpo le pedía a gritos reencontrase con aquel que le era su más grande objeto de seseo, a veces Julieta se preguntaba si alguien había deseado a Sebastian de esa manera imparable y abrumadora pero nunca se lo preguntaría.

Thomas Hobbes decía que "Al deseo, acompañado de la idea de satisfacerse, se le denomina esperanza; despojado de tal idea, desesperación. "y la joven sentía que esa frase podría acompañarla todo el verano...pero al carajo esa sensación de desesperanza, aún quedaba un poco más de diciembre, un poco más de piel, de emociones y secretos por descubrir.

El sol de la tarde fulminaba las calles mientras una muchacha caminaba por la sombra detestando al astro rey por el intenso calor, ¿podría ser invierno o primavera por siempre?, las otras estaciones simplemente eran un desastre para la chica que entraba a una tienda de lencería y se fijaba en la ropa interior que podría comprar para sorprender a su amante.

Esa noche vería a Sebastian y se imaginaba que él también estaba contando los días para estar libre de trabajo, Julieta aún no había terminado sus exámenes, pero estaba segura de que tenía más tiempo libre que el músico.

La chica tomó entre sus manos un delicado conjunto de encaje que dejaba ver mucha piel preguntándose si el color rojo le iría bien con su blanquecina piel.

El hombre de seguridad que la observaba desde la puerta le sonrió de una manera picaresca y ella torció el gesto para convertirse en una loca huraña, "¡pervertido!" pensó encolerizada y caminó con la prenda hacia el mostrador realizando la transacción correspondiente para llevársela a casa.

De regreso se detuvo en la vidriera de su librería favorita observando de cerca las nuevas obras sin decidir que lectura la iba a acompañar durante el verano, quizás releería Cortázar o algún libro de Borges, aunque sabía que debería buscar algo nuevo que descubrir y no seguir pasando hojas de obras que se sabía casi de memoria.

Esa noche llegó al apartamento del músico con un solo pensamiento en su cerebro, ¿sería extraño que le hiciera un regalo de navidad?, Julieta sabía que su alma navideña le pedía a gritos encontrar un regalo adecuado para Sebastian pero... ¿no es demasiado pronto?

No era lo mismo comprar un gel erótico o lencería que darle un regalo simbólico por las fiestas. La verdad era que ahora estaba un poco defraudada con su poca imaginación.

Sebastian abrió la puerta de su edificio y le dio un casto beso que apagó el incesante fluir de sus neuronas para activar todo ese deseo contenido que explotaría unos pisos arriba en aquella conocida habitación.

- ¿Qué estás leyendo?, ¿un libro sobre liderazgo?, suena interesante.

Musitó la chica una hora después de saciar la pasión entre las sabanas de su amante percatándose del curioso libro en su mesa de luz.

-Si, está interesante. Tiene ejemplos históricos y creo que me sirve mucho, después de todo en algunos ámbitos soy un líder, por ejemplo dirigiendo la orquesta. Los chicos dependen de mi para mejorar su aprendizaje y su talento, tanto en lo musical como en su crecimiento personal.

Ese pequeño discurso dejó un poco atónita a una Julieta adormilada por tanto sexo desenfrenado, ¿Cómo se había sacado la lotería conociendo a un desconocido de una extraña aplicación en su celular?

¿Por qué Sebastian era tan apuesto como inteligente?, además de eso sumaba tantas virtudes que a veces no podía enumerarlas todas.

La pregunta que más se hacía era ¿Cómo iba a sobrevivir a un verano sin Sebastian y la más importante... ¿qué había visto él en ella?, esa incógnita nunca la iba a resolver por si misma.

El Maestro del SonidoWhere stories live. Discover now