Fantasías

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FANTASÍAS

FANTASÍAS

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Si Julieta se centraba en las cosas negativas de su relación debería terminar de una buena vez por todas.

A veces pensaba que Sebastian no se daba cuenta de que regularmente realizaba comentarios hirientes que mancillaban el ego de Julieta. Frecuentemente rememoraba aquel hombre caballeroso que conoció el año pasado, había cambiado tanto después de enero que la joven a veces tenía que preguntarse el motivo de seguir junto a alguien que no la valoraba, pero cuando le veía y todo su ser se volvía de gelatina sabía que quería estar con él, una recompensa agridulce que no creía merecer.

Julieta tenía la culpa de seguir apostando mientras Sebastian le marcaba sus defectos y errores, cada vez que le escribía o comentaba algo hiriente la joven soportaba la daga con cautela, pero de algo estaba segura, ella casi siempre le daba a entender que sus palabras o mensajes le dolían que el no comprendiera no era su problema.

Se preguntaba porque Sebastian la había buscado otra vez si sus imperfecciones seguían en el tintero las cuales mojaba con una especie de pluma similar a la que utilizó la profesora Umbridge para torturar a Harry Potter, pero en vez de aparecer en su piel las palabras "no debo decir mentiras" estaban constantemente en su mente las palabras "no eres muy bonita", "tu palidez no es  atractiva", "demasiado delgada", "no me da lo mismo si tuvieses ese defecto físico o no".

Julieta era una persona que a pesar de alimentarse bien no engordaba con facilidad, su cuerpo siempre fue delgado, una chica huesuda y pálida.

Antes de conocer a Sebastian pensaba que su piel era sofisticada, no conocía muchas mujeres con un cutis como el suyo, esa dermis blanca como la tiza le gustaba y lamentaba que él no pensara lo mismo.

Con respecto a su imperfecto caminar no podía decir mucho ya que los fantasmas del pasado podrían renacer y perseguirla para golpear su autoestima de una manera autodestructiva. Julieta tenía una leve cojera en su pie derecho, había nacido con esa particularidad y no podía cambiarla definitivamente. Aceptarse nunca fue un problema, pero desde que Sebastian hizo comentarios poco felices e insensibles sobre ello sentía que nunca iba a aceptarla tal cual era.

Ahora más que nunca la muchacha se preguntaba que le había visto para querer seguir saliendo con ella.

Julieta no era una víctima en la relación, era también la culpable. Confiada de que su ego era suficientemente grande escuchaba esas palabras tratando de que no le hicieran daño, su amor propio era fuerte, pero dolía que el hombre a quien consideraba el más hermoso que había visto remarcara sus defectos y no sus virtudes.

Nadie es perfecto, Sebastian tampoco lo era, notaba ese ego enorme que poseía al igual que esa necesidad de que otras mujeres se fijaran en él a pesar de tener una persona que daba todo día a día por él, ¿eso era un símbolo de inseguridad camuflada o una baja autoestima?, no lo sabía, pero en su mente existía una respuesta más precisa y exacta, Julieta no era suficiente, una chica imperfecta, no sabía cómo tuvo tanta suerte para salir con alguien como él, tarde o temprano la cambiaría por alguien que tuviese menos imperfecciones fáciles de notar a la vista, muy en el fondo lo sabía, solo bastaba escucharlo para sacar sus propias conclusiones.

El Maestro del SonidoWhere stories live. Discover now