Desolación

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DESOLACIÓN

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DESOLACIÓN

Julieta se removía en la cama donde Sebastian dormía plácidamente.

¡Era mentira!, decirle que lo quería no alivianó el panorama, ahora tenía un cumulo de sentimientos encontrados y esa cosa amorfa que vivía dentro de ella retorciéndose molesta, estaba desconcertada, enojada, desolada...

No podía comparar esa situación con la vivida el pasado seis de enero, ahora Sebastian no se comportaba beligerante, sino que estaba indiferente, ¿eso era mejor o peor?, no tenía la más remota idea.

La joven demoró en conciliar el sueño, pero se giró hacia Sebastian buscando su cuerpo tibio y pudo cerrar sus ojos hasta que se hizo de día.

Despertó y su amante continuaba durmiendo, ¿Qué estaría soñando?, suspiró y miró hacia el techo.

¿Por qué el universo le había enviado alguien tan indiferente?, ¿Por qué se sentía sola?, ¿alguna vez se sintió de esa manera?

No, Julieta siempre tuvo personas a su alrededor que comprendían sus estados de ánimo y la apoyaban, todavía contaba con ellos, pero... nunca sabía cómo explicar lo que le sucedía con Sebastian porque ni ella misma lo comprendía.

Pero ese no era el único inconveniente acerca de su realidad, existía otro problema, a Julieta le daba vergüenza confiarles a sus más íntimos amigos esas actitudes que tenía Sebastian, cuando la ignoraba, cuando sucedió lo del seis de enero, cuando sentía que su autoestima estaba bajo el suelo.

Tenía vergüenza, quería protegerse de malos comentarios, a Sebastian le ocurría algo con ella, seguía interesado pero su forma de tratarla a veces no era la mejor. ¿Cuántas veces estuvo enojada o molesta con su amante y aun así puso su mejor cara y afrontó la situación? Fueron muy pocas, pero siempre tuvo la voluntad de solucionarlo porque le quería.

Julieta, estás dándolo todo de ti misma, esa es tu fortaleza, tu talismán para seguir lo que el universo un día te hizo sentir.

Repitió esa frase mentalmente muchas veces hasta que Sebastian abrió los ojos, se giró y la abrazó.

La chica sintió que podía continuar, que podía seguir como hasta ahora, que las cosas solo podían mejorar ahora que Sebastian conocía sus sentimientos.

Él sonrió pervertidamente tocando su cuerpo por debajo de las sabanas, Julieta sonrió.

De alguna manera pensaba que esa era la forma de solucionar las cosas, sintiéndole dentro de ella, ya habría tiempo para pensar, ahora solo necesitaba desconectarse del mundo y Sebastian tenía la respuesta adecuada, corrección...la acción perfecta.

Pero Julieta se sintió distinta, su cuerpo estaba ahí, sus ganas de conectarse con él seguían intactas, pero no sucedió...el orgasmo no llegó nunca a pesar de que Sebastian si pudo acabar.

- ¿Llegaste?

-No, pero anoche si, igualmente estuviste increíble como siempre.

Pero la cosa amorfa que vive molestando en mi interior no me dejó ser libre otra vez, no estoy cómoda. Esto último carcomió el cerebro de la chica quien se acurrucó en los brazos de su amante en silencio, en pocos minutos debería irse de allí, necesitaba un poco de aire.

Llegó a casa una hora después, la despedida estuvo bien, no hubo mucho hielo entre los dos, pero ya lo sabía, a Sebastian no le gustó nada de lo ocurrido antes de dormir, no tenía que ser un genio para darse cuenta.

Dentro de su ser existía una batalla enorme, una guerra fría que ahora se convirtió en realidad.

Su cerebro frio y calculador decidió enojarse con ella misma y pensar que debería terminar con esto de sentirse culpable por todo, pero su alma estaba desamparada.

Partida en dos llegó a la ducha a duras penas y lloró sentada en el suelo mientras el agua caía sobre su espalda.

No quería caer en el cliché de preguntarse "¿Por qué me sucede esto a mí?", la vida la ponía a prueba y ella era una persona resiliente, afrontaría esa realidad y la convertiría en algo positivo.

Al terminar quitó el vaho del espejo con su toalla, una joven pálida y desnuda le devolvió la mirada en el reflejo.

Esa era Julieta Mollinari, una chica que siempre daba todo de si por las personas que eran importantes en su vida, ¿acaso Sebastian no lo era?

Definitivamente si, él era la persona que cambió el sentido de ver el mundo, ¿Cómo no iba a luchar por esa relación?, ¿acaso era una cobarde?, si, Julieta vivía con miedo, se reflejaba en sus ojos oscuros, los mismos que desprendían lagrimas solitarias cada pocos segundos, ¿Por qué le había tocado algo tan difícil?, estaba furiosa, veintitrés años esperando para una historia donde ella era la protagonista triste y desconcertada, ¿Qué era lo que buscaba el universo de ella?

¿Por qué Sebastian no se daba cuenta de toda la voluntad que ponía en juego para avanzar?, estaba jugando sola y ya estaba cansada, todos los días tenía que pensar en positivo y encontrar motivos para continuar con esa relación sin nombre que llevaba con un musico que ya no era tan misterioso, por ahora encontraba motivos para seguir en pie con su idea de reconquistarle pero cada vez que ese Sebastian de noviembre y diciembre reaparecía el hombre volvía a levantar un tirano muro de hielo entre los dos, ¿Cuándo Sebastian iba a bajar la guardia?

Quisiera ser su amiga para afrontar ese problema de otra forma, pero no lo era, Julieta a veces pensaba que era algo físico, algo puramente sexual para Sebastian, ¿Cómo podía tratar así a la mujer que un día inició a un mundo nuevo?, sentía que su maestro le había soltado la mano, pero seguía yendo a clases con la esperanza de salvar el recuperatorio.

Su celular vibró y pudo ver que era un mensaje de el innombrable, aquel chico con el que salió hace algún tiempo y encontró un alma cruel, vil y malvada.

Fue a opciones en su WhatsApp y le quitó la señal de visto para leer tranquila lo que sea que haya escrito ese idiota.

*Te extraño, hoy entré a una librería y vi este libro que tanto querías, lo compré, podríamos vernos, conversar, darte un abrazo. *

Adjuntado al texto vio una foto donde estaba un libro de economía política de un prestigioso ilustrado.

Borró el mensaje y suspiró, Álvaro no iba a empeorar su día, ya había tenido suficiente.

Comenzó a ver sus últimos mensajes con Sebastian y decidió escribirle otra vez.

*Que tengas un lindo día, hermoso. *

Tecleó y lo envió con la espera de una respuesta, cada vez que alguien le deseaba buenos días era un mimo para el alma.

*Tú también, besos. *

Julieta hizo una mueca con su boca, vendrían tiempos difíciles, ahora lo que más temía era que los resultados de los exámenes médicos salieran desfavorables, si su columna empeoraba el doctor recomendaría una nueva operación.

No se imaginaba con un yeso en la pierna, ¿si eso llegaba a ocurrir Sebastian esperaría a su recuperación o la desecharía como algo descartable?, ¿Cuándo Sebastian comenzaría a tener empatía?, suspiró con resignación, ese día iba a llegar tarde o temprano, solo tenía que confiar.

El Maestro del SonidoWhere stories live. Discover now