Evadiendo respuestas

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EVADIENDO RESPUESTAS

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EVADIENDO RESPUESTAS

Julieta viajó a Pueblo Manzana ese fin de semana, tenía que aprovechar el hecho de que recién comenzaban las clases y aun no estaba saturada de exámenes, trabajos, entregas y parciales.

Quería pasar unos días con su madre y Marcia, sobre todo conversar con su mejor amiga sobre todas esas incertidumbres que guardaba en su interior.

Tener ese tiempo a solas sentadas en el patio de su casa observando el verde del campo eran momentos preciosos que añoraba cada vez que se iba de la ciudad en la cual había nacido.

Marcia fumaba un cigarrillo y Julieta tenía una taza de té de manzanilla entre sus manos, la bebida ya estaba fría porque no habían dejado de parlotear desde esa tarde cuando Julieta llegó a casa de su mejor amiga

-Almorcé con mamá y ella dijo que este año debo hacerme un chequeo general, discutimos, sabes lo que pienso de ello.

Su amiga le dio otra calada a su cigarrillo y no intercambió ninguna mirada con Julieta, su mal humor se sentía a kilómetros de distancia.

- ¿Y si no ha empeorado?, la última vez que fuiste a controlar el desnivel de tu pie no pasó nada grave, creo que está bien que vayas así te quitas la duda y de paso tu madre no sigue con el mismo tema una y otra vez.

Julieta sabía que ella tenía razón, después de todo conocía su cuerpo y no se sentía diferente, siempre tuvo ese problema físico y nunca le resultó algo que no pudiese aceptar.

-Soy un poco coja, deberían aceptarlo así sin más. Ya pasé por eso de ir al hospital con regularidad cuando era niña, sabes que es una completa mierda, una pérdida de tiempo. Nací así y para mí no es algo que me afecte en la vida cotidiana, no voy a ser corredora olímpica.

Marcia cruzó miradas con Julieta, el semblante serio de su mejor amiga lo decía todo, a ella también le hastiaba el hecho de que se sintiera incomoda cada vez que tocaban el tema.

-Tendrías que verle el lado positivo, por un par de años la tía no va a molestarte, es tu salud y ella es tu madre. Deberías comprenderla.

Cuando su mejor amiga dijo aquello Julieta trató de serenarse y no desatar su ira, siempre estaba a la defensiva cuando hablaban de ello.

-No soy perfecta Marcia, nadie lo es. He aprendido a vivir con esto desde niña, incluso mejoré mucho. Es normal en mí, es parte de mí.

Marcia rio amargamente, siempre fue su principal defensora cuando iban a la escuela. Julieta sufrió un poco de bullying por su condición física, aunque eso no era nada comparado con el que le realizaron por ser nerd o debido a que la mayoría de sus familiares estuviesen en el ámbito educativo.

Tampoco podía victimizar a Julieta, había sido una niñita mimada y odiosa, cada vez que podía sobresalir en clase lo hacía, incluso escribía las obras escolares y luego se regodeaba por ello creyéndose la rencarnación de Shakespeare.

Marcia no tuvo una muy buena infancia, los descuidos de su madre tuvieron como consecuencia que casi viviera en la casa de Julieta, no parecían mejores amigas, eran una especie de hermanas de diferente madre, Julieta estaba en todos sus recuerdos de infancia y adolescencia, la joven solía decir que era su alma gemela.

-No puedes decir que no eres perfecta, nadie lo es, pero tu estas siempre al límite de la perfección, rodeando todo lo que quieres y tarde o temprano lo logras. Un simple chequeo no tiene que darte miedo. Hemos pasado por cosas peores.

Julieta sabía de lo que hablaba, los últimos dos veranos fueron insoportables, perder a su padre fue un golpe duro, quizás si estuviese allí ahora podría apaciguar a su madre para que no la presionara, pero no estaba allí y la chica tenía que resolver esos conflictos sin intermediarios.

La joven odiaba ir al doctor, los hospitales, los pasillos blancos, los chequeos médicos con respuestas inciertas, sentirse un experimento científico, tener un pie más corto que el otro no era el fin del mundo, los médicos opinaban lo mismo pero el hecho de chequearse de vez en cuando la ponía de mal humor, completamente irritable.

-Siempre sabes cuando tengo miedo.

-Es que para mí siempre eres fácil de leer, la persona más complicada del mundo en su mente, pero en emociones es muy simple, solo con mirarte a la cara se lo que te pasa.

¿Y si le decía a Marcia lo que le ocurrió el otro día cuando se puso a llorar recordando con nostalgia el Sebastian que había conocido el año pasado y ahora extrañaba?

De ninguna manera, el miedo recorría sus venas, temía por su mente. Cualquier hipótesis que realizara Marcia sobre ese caso aislado la mantendría ocupada escarbando a fondo lo que sentía.

- ¿En que piensas?

-En nada.

Respondió Julieta con rapidez, esas palabras eran las que utilizaba con todo el mundo cuando su mente estaba más inquieta que nunca, la mentira fácil que siempre la salvaba, con Marcia no ocurría eso, pero su mejor amiga era inteligente y sabía el trasfondo de esas dos palabras.

- ¿La nada está siendo dura contigo?

Marcia hablaba de Sebastian, maldita sea, esta vez la muchacha no quería cambiar de tema y Julieta ya tuvo suficientes dramas por hoy.

-La estoy luchando. ¿Crees que estoy pagando un karma por todas esas veces que ilusioné a alguien y luego lo dejé librado a su suerte?

-Definitivamente no, nunca te vi entusiasmada por alguien, debe ser que ese desafío que te impone Sebastian te gusta, si fuera otro chico ya estarías volviendo a las andanzas.

-Me estoy cansando Marcia, hay días en que quiero bajar los brazos. Siempre propongo yo.

Julieta se avergonzaba de sacar a la luz sus problemas emocionales, nunca los había tenido por un chico y los consejos de Marcia siempre eran los indicados, además de ese asombroso don de leerle la mente que poseía su mejor amiga, tendría una respuesta certera para ordenar sus pensamientos y saber que pasos debería seguir. ¿Pero querría escuchar lo que Marcia creía?

-Nunca te había pasado Juli, nunca te importó un chico más allá de un par de citas, siempre hubo un adiós.

-Recuerdo que cuando yo no quise salir más con él me escribió que no quería que lo nuestro terminara, fue luego de la primera cita.

- ¿Tú quieres saber lo que realmente te pasa con Sebastian o no?, porque yo lo sé, pero tú estás negada a descubrirlo por ti misma.

Julieta observó a su mejor amiga, al verle sonreír y que esa alegría llegara a sus ojos fue shockeante, se le revolvieron las tripas, se sentía enferma, inútil y triste.

-No quiero saberlo.

-Lo sé, tienes miedo, estás a la defensiva el noventa por ciento de tu día.

- ¿Y el otro diez por ciento?

-No tengo la más remota idea, eso lo sabrá Sebastian.

Respondió Marcia con sapiencia dejando a una Julieta aún más malhumorada de lo que ya estaba.

Julieta aceptaba la confusión, incertidumbre, el miedo y los altibajos emocionales porque ese era el precio que estaba dispuesta a pagar por una vida fluida y excitante. ¡Pero maldita sea! Su cabeza pensaba casi el triple de lo normal desde que comenzó a salir con Sebastian.


El Maestro del SonidoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant