Al otro lado del salón

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AL OTRO LADO DEL SALÓN

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AL OTRO LADO DEL SALÓN

Julieta se sentía diferente, deseaba comenzar el año con algo que reflejara un poco su modificación interna, renovarse por dentro y por fuera era lo que pensaba hacer así que se dio una ducha y fue a la peluquería, un cambio de look siempre le venía bien de vez en cuando.

Cuando entró al salón de belleza, Rodolfo, su peluquero desde hace algunos años le sonrió.

Era un hombre bastante serio y casi siempre estaba malhumorado, pero le había tomado cariño, sobre todo cuando le hacía sentir bella, siempre salía de ese lugar con una sonrisa.

- ¿Que te trae por aquí?, ¿un recorte de puntas y un tratamiento anti frizz?

Preguntó cuándo la joven tomó asiento frente al gran espejo observándose a si misma con un poco de inseguridad.

-Quiero ser rubia.

Rodolfo alzó las cejas entusiasmado y sorprendido, su clienta nunca pedía algo innovador y ahora se estaba animando a un gran cambio.

-Te quedará espectacular, tu piel es tersa y pálida, quedará delicado. Te enseñaré la paleta de matices en rubio.

Murmuró y ambos comenzaron a decidir que tono quedaría mejor en el cabello castaño oscuro de Julieta.

Al no llegar a un acuerdo la joven solamente bufó y dejó que el profesional hiciera su trabajo.

Unas horas más tarde se miró al espejo para descubrir que le encantaba lo que había logrado Rodolfo.

- ¿Te gusta?

Preguntó el hombre satisfecho con lo realizado y Julieta le dedicó una sonrisa a través del espejo.

- ¡Me encanta!

-A mí también, tu piel reluce el color y me gusta que confíes en mi para este cambio.

- ¿Crees que debes cortarme un poco más el cabello?

-No, no, déjalo crecer más, está muy sano. La próxima vez lo iluminaré un poco más.

La chica pagó y volvió a casa demasiado alegre, estaba expectante a que su nuevo cambio de look le agradara también a los demás.

Giró la llave y entró a su hogar, Jessica estaba mirando tv y alzó sus cejas con extrañeza.

-Sales un par de horas y vuelves rubia, me gusta.

La muchacha le guiñó un ojo y fue a prepararse un café con leche, haber pasado tanto tiempo en la peluquería le dio hambre, pero antes de sentarse a devorar unas galletas fue hacia el baño para tomarse una selfie.

Le envió la foto a su mamá, a un par de amigas y claramente también tuvo que recibirla Sebastian, estaba ansiosa por obtener su aprobación tanto como la de los demás.

El Maestro del SonidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora