Diván psicológico

608 63 3
                                    


*Primero que nada muchas gracias a todos, pensé que mi regalo de aniversario, (Saben que el primero de octubre  se cumplirá un año desde el  encuentro entre Julieta y Sebastian) sería llegar a las 6000 lecturas ese día tan feliz de mi corta existencia pero parece que ya contamos con nuevos seguidores de esta historia. Gracias a esas personas que me escriben siempre, a los  lectores fantasmas, a esa chica que quiere realizar una reseña para la novela y por supuesto a Sebastian, el hombre que inspiró a que creara la historia más importante que he redactado. Gracias por esos votos que me hacen escribir más rapido para culminar esta primera temporada, recuerden que los finales solo son nuevos comienzos.* Julieta.


DIVÁN PSICOLÓGICO

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

DIVÁN PSICOLÓGICO


El resto de la tarde transcurrió sin sobresaltos, pero dentro de Julieta existía una completa revolución.

¿Qué diría el doctor?, ¿qué sucedería si se operaba nuevamente?, recordaba cuando era una niña arrastrando una pierna de yeso y no era una visión agradable, menos ahora siendo adulta, esa posibilidad apestaba, no quería estar imposibilitada, no deseaba depender de nadie para realizar sus estúpidas tareas cotidianas.

Pensaba en Sebastian y en la extraña vida que llevaría saliendo con una chica que apenas pudiese moverse, si ahora se veían casi siempre en su habitación no se imaginaba que pasaría después.

No entendía el motivo de su depresión con respecto a su condición física, ningún otro chico la había hecho sentir incomoda, pero con Sebastian era diferente, por más que a veces no dijera nada Julieta sabía que a él no le daba lo mismo el pequeño desnivel en su caminar, eso era un puñal en su corazón porque no podía cambiar su condición y además sabía muy bien que no debería pensar de esa forma consigo misma, ella se aceptaba tal cual había nacido.

El teléfono sonó un par de veces y al ver el nombre que indicaba en la pantalla decidió atender con hastío.

- ¿Hola?

-Hola Julieta, ¿Cómo estás?, soy Alicia, estoy en la capital, he abierto un pequeño consultorio en el apartamento de mis hijas, ¿tendrás un rato de tu tiempo para mi mañana?

Julieta suspiró, Alicia era su psicóloga de la infancia, de niña tenía problemas con la oscuridad, con su ansiedad social no resuelta y sobre todo con esa sobreprotección paternal que tuvo desde siempre.

-Hola Alicia, no sé si podré, ¿mi madre te ha llamado porque tengo que ir al doctor pasado mañana?

No era una pregunta, más bien podría catalogarse de ironía, hace casi un año que no visitaba el diván de su psicóloga, además ella vivía en Pueblo Manzana, la última vez la visitó fue un tiempo después de la muerte de su padre.

-Por favor, sé que sales al mediodía de clases, ¿te parece si vienes a las dos de la tarde?, el apartamento es a pasitos de tu facultad, cerca de tu casa.

El Maestro del SonidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora