La estrella de los deseos.

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Bren movió el cadáver de la mutación y se apartó para que los otros dos presentes contemplasen con sus propios ojos a la temblorosa Danae, agazapada, en una esquina.

—¿B--bren?—esta se lanzó llorando hacia su amigo, lo abrazó con fuerza y le rogó por todos los medios que no volviera a dejarla sola.

—Vamos, vamos, tranquila pequeña—como si no pesase nada la tomó en brazos—no eres débil que digamos, has matado a esa mutación.

—¡Fue horrible!¡Me pedía ayuda!¡Estaba llorando, Bren!¡Tenía miedo!

—No tienes que tener miedo...

—Yo no, ella...—la pequeña se frotó los ojos secándose las lágrimas y abrazó con mas fuerza a Bren rodeándole el cuello con los brazos—quiero volver a casa...

—Tenemos que encontrar con lo que ayudar a los mostruos y humanos...no podemos quedarnos quietos solo poor que tengas miedo—interrrumpió Frisk

—Se lo dije hace un rato a Bren...aquí no está lo que buscais...¡Pero nadie me hace caso!

La mirada de Danae se apagó mientras cambiaba de punto de focalización. El laboratorio seguía en silencio, ni rastro de la otra mutación que creeía haber visto y hasta tocado.

—Iros vosotros si quereis... nosotros nos quedamos aquí, ¿Verdad, Sans?—por el contrario, la mirada dorada de Frisk se dirigía hacia Sans buscando el apoyo de este.

—Yo creo en la niña, me vuelvo con ellos, y tú te vienes conmigo—se cruzó de brazos con su peculiar sonrisa algo socarrona, ya sentía la victoria en sus falanges

—Me quedo aquí, seguro que hay algo más que no hemos visto, y voy a encontrarlo

La cara de Sans fue todo un poema. ¿Iba a dejar a su niña a merced de ese laboratorio que parecía perseguir a Undyne en sus pesadillas?

Sus ojos se fijaron primero en el humano, este dejaba que su cabello castaño ondease ante la corriente del laboratorio, ajeno a todo tipo de dilema moral. Seguidamente se desplazaron de forma sutil hacia Danae, esta seguía oteando por el laboratorio asustada por algún motivo. Su cabello negro caía en cascada hacia el lado en el que no se encontraba el cuello del muchacho que la llevaba en brazos tapándole gran parte de la expresión del rostro, pero por los sutiles temblores que la recorrían parecía más que evidente su estado. Finalmente giró el cuello hacia tocar contacto visual con Frisk. Vista completamente estaba tan serena como siempre, ni un atisbo de nerviosismo.

Ante tanta tranquilidad y aparente convicción él ya no tenía más que decir, se acercó a Bren y Danae y con un simple toque los sacó fuera del laboratorio.

—Pensé que no lo harías—Bren sonrió con picadía

—He estado a punto de no hacerlo—Sans se encaminó hacia Undyne, en su voz se notaba una profunda inquietud—Vámonos

El camino de vuelta fue aún más atroz que el de ida, la guardia real estaba cada vez más desanimada y pensando en abandonar, y como la anterior vez, los héroes del reino lo escuchaban todo.

Ante todo solo los dos monstruos, Undyne y Sans, parecían alterados por esto, los humanos parecían más tranquilos que nunca.

Bren sostenía a Balúh en brazos mientras que Danae volvía a recogerse correctamente el cabello, ambos charlaban de banalidades absurdas y sin trascendencia.

—¿Por qué no te haces una coleta bien hecha? Alta, como la de todas las mujeres

—No me gusta llevar el cabello recogido, y así es lo mas parecido a llevarlo suelto—sonrió con cierta timidez y leve rubor—no es un tema que me guste tratar de todas formas

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