P̴͈̐ȃ̸͈͠r̶̨̩͋t̷͚͋͝e ̴̐̐s̵̼̀i̷͉͊n̵̓͒ t̷͔͆̐í̴̲̆t̶͂ų̶̮̈́l̸̘̑̾ơ̸̠͝ ̵̪̉9̷̪̜̒7

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Danae miró a ambos reyes con indecisión. Ambos parecían querer saber si ese día que habían fijado sería el propicio, y por supuesto Danae no sabía como explicar la verdad.

—E̵͓̽̍̑̚ͅs̵̛̜̞̻̖͑̃͌t̴̡̡̠̪͉͖̫͈̽͂̐ͅá̶̢̱̞͚̞̲͇͈̪̈̇͆̍̈̂ ̶̦̻̰̞̤͔̹̿̋͒̅̀͂͌̃̽̿b̴̨̛͚͇̼̩̟͚͚̹̱̀͆̽ị̸̡̢̛̛̌̃̔͗̀̊̈́̕ͅe̴͓͎̾̍̔n̵̡̟̖̠̮̲̳͔͙͠     —Sonrió con dulzura— L̶͖͌͑a̵̞̓ ̷͉̤̌̈́m̵̳͋a̶̠͈͋ẏ̸̘͊o̶̗̊r̵͍̓ ̴̱̯͂p̸̜̃̓ä̷̻̩ŗ̶̽̉ͅẗ̵̛̗́ê̵̡̗ ̸̖͖̎d̶̙̲̐̔e̴̯̓̅ ̵͇̣̋́l̴̻̩̓o̸͉͘s̴͔͌̅ ̷̩͆ṭ̷̈́̄r̶̺̾ĕ̸͕̐s̶̼̭̊ ̷̟̕d̷̬̎́í̵̧͇̉ä̴̟̞s̸͎̙͒͝ ̴̭̀̒q̴̰̏͐u̷̮͛̾e̷̙̐̈ ̷͍̿̉d̴̦̅̚ē̶̟͍̏s̸̹̈́̑͜e̸̢̒ḁ̶͆͌i̴̯̅͝s̵̢̬̿̂ ̶̺͝͝q̴̺̟̉u̶̳͉͑̚e̴̼͚͛̑ ̷͎̆̐d̷̯̀̆u̷̧̮̔͝r̴̹̲͒ȇ̵̪ ̴̘̩̃s̴͓̀e̸̩̭̚r̷̭̭̄̀á̶̲̪͂̄n̴̠̕ ̸̬̤̅m̶̳̭͘ù̴͕ý̴̼̕ͅ ̸̲̪́b̶̹͂̕uė̵̙̻̔n̴͍͛͝o̸̖̹̓̄s̷͚̐̌͜.̸̘͐͜ ̷̺̯́̿Ṗ̵̟ề̸̟̻ȑ̷͍̤o̶̩̓͘ ̶͈̤͊̃ļ̴̏͝a̴̺͛ͅs̷̞͍̋ ̴̩̒̕n̸̺̚ǫ̴̤̿c̶̣͋h̷̭̮͋e̶͕̿s̸̺̓̀ ̷̢͖̇s̸̪̗̾o̵̞̽̒n̶̲͝ ̸͙̳̇f̷̰̰͊͑r̴͙̋͌ḭ̵̣́̍̏ȃ̷͕̅s̸͎̅ ̵̬͆͠y̸̝̜̅ ̴͍̂͝l̴̲̱̍̅ȧ̴̲̟̐ ̷̫̥͋o̴̞͍͝s̸͇̈́c̵͆̽͜ủ̴̥͙̈r̸͔͔͐î̶̼͓̚d̴̳̒͠ȧ̶̗͓̓d̶̞͍͐̉ ̶͖̈́̈t̶̟̻͋͝r̷͈̲͘ä̵̼i̷̬̎͠ĉ̵̠͂í̴̝̹̆o̸̾ͅṇ̸͑e̴̱͊r̴̡͖͐̚ä̶̳́.̸̦̊.̸̈́ͅ.̴̼̼̆

Un pitido en los oídos la hizo retroceder unos pasos, como si algo andase mal. No creía haberse escuchado a sí misma. Se aclaró la voz.

—¿̷̟̓Q̵̺͊͌ų̴̉e̵͖͛ ̷̦̃ḋ̴͍͎̍ï̷̲̯̍c̸͖͙̍͋ĕ̸̪̫̈́s̶͕̗͂̊,̶̟͔̍ ̷̪̽m̵̹͛i̵̝̙̅͂ ̶̲̣̈̓n̴̞̩͂̂i̶͈͈̋ñ̷̙̒̈́ȃ̴̞̽?̷̬͇̃ ̴̠̆͒N̷͍̑̐o̵̥̮̽ ̸̣̅̇p̶̧̅̎ǘ̶͉̟é̸͙̳̓d̶͓͌é̸̠ͅs̴͈̋ ̵̛͍ḩ̴̑͋ä̵̲c̶̢̀͆e̷̪͆̕r̸̻̙̆͛ ̸̭̔͊b̵͔͑̈́r̶̩͝o̵̗̼͐̒m̷̩̰͑̓a̶̹͈͑s̸͑̂͜ ̷̱̼́c̵̲̠̒̂o̷̞͗n̴͉͚̂́ ̴̡͇͊̏l̴̰̗̉͂a̵̫̍̎ ̷̣̳̀n̵͖̂o̶͚͋̌c̴̡̰̈́̽ĥ̸͍̠͗ẹ̴̺͐ ̶̹̔̒y̴̳̪͆ ̷̯̖͋l̷͕̏â̸̢͇̅ ̷̛͉͓ò̴̝̪̉ś̴̯c̵̼̿͠ͅụ̵͖̈́r̷̭̈i̸̟̋͋d̵͎̄́ȁ̴̧̛ḓ̷̘̈́ ̴̢̻͠j̴͉̞̀̇u̷̖̽s̴̪̖̋͆t̸̞̂o̶̥͔͆ ̵̩̙͑̐c̶̗͕̀u̴͍̔ȃ̷̞n̴̖̬͆d̶̮͈̉̾ö̶̫́̕ ̷̲͌è̷̠̪͛s̴͉̲̏t̵̮̓ȁ̷̩̞͒m̷̛̠̽o̶̝̍ș̶̏͌ ̸̡̛s̴̯͒u̵̮̫͋́m̵̭͆i̴̼̓͊d̷̔͜ô̸̩ş̶̑ ̷̘̀é̴͓͇n̵̦͚̎̎ ̷̳̆͝e̶̱̓l̸͚̚l̶̛͖͔̇a̷̝̽ṡ̶̖͜.̵̝͓̌́  — Ante la voz de Toriel volvió a retroceder ¿Qué estaban diciendo? Era incapaz de entender con claridad lo que decían


—D̵̡̡̛̪͔̤̠̭̗̦͕̞͎͓͖̜͉̙̫͚̦̤͐̐̍̍̍͑͒̽̈́̊̑̇̄̃̉̌̕͘ͅḁ̴̢̡̟͕͖͕̲̮͔̯͙̥͖̲̆̓̒̃̊̀́͑́͌͋͂͂̊͋̀͘͝n̸̺̜̥̪̗͓͈̪͙̺̝̥̞̙̱̰̺͔̱͎̮̝̻͍̥̥͑̿̽̿̍̎̆̎̇̽̏̄͜͜ą̴̢̡̡̢̧̡̢̨̧̢̨̢̨̡̡̨̨̛̛̞̺͚̹͚̪̙̝̝̭͍̯̜̲͖̗̣͕͇̮͕͖͔͔͉͙̙͕̘̭̹͙̬̯̖̘̝̼̤̰͎̩̱͙͈̲̳̫̼̗͔̱͇͖̘̩̼͉̥̳̟͚̩͇̰͔̰̝̝̰̠̙͉̫̖̞͓̩̝̲͎͈͇̘̩͕̯̦͚̟̘͖̩̻̦͚̖̪͚͍͓̩͕͉̜̥͓͈̘̫͚̖̯̗͎̣̰̙̺͍͙͈̰̣̝͎͈̙̰̱͎͉̗̝̠̞͈̩̥̯̹͖̝͍̤̻̼̫̖̥̹̜͈͙̝̥͎̠̫̲̲̗̗͖̼͕̗͔̜͇̟̱͕̖̻̟͓̠̖͖̱̼̜̖͔̲̭̫̟̠̜̝̣͕͕̗͇̹̙͓̙͔̝̺̟̤̘͎̩͖̖͇̹̗̥̤̮͎̲͉̟͍̙̺̩̳̲̗̘̭̖͓͇͉̠͖͇̝͎̺̰̫̮͌̏̾̀̓̌͂͌͛̅̓͑͑̄͐͋̂̒̃̑̐̆̑͆͒̐͂̀͌͑̀͌̒̋́̍̽̾̆̈͌͗̆͒̿͒̿̅͆̽͆̿͌̈̄͌̾͆̐͋̈́̇͂̈̿͆͗̈͊͗̉͋̈́͗͊͗̅̄́̈́̇̿̒̒͊͑͗̂̑̾̐̒͗̎̽̊́͋͌̌̿̏͋̿͌̅͊̿͒̽̚̕͘̕̚̚̕͘̕̚͘͜͜͜͜͠͝͝͝͝͠͠ͅͅͅͅͅͅͅͅͅͅͅȅ̷̻̬̈́͊̋́̓́̄ !!—Una voz juguetona que gritaba su nombre la obligó a salir corriendo. ¿Estaba siendo la única en escuchar algo así? ¿Que le estaba ocurriendo a todo el mundo estos últimos días?

—Danae—Bren se acercó agitado hasta ella y la revisó de pies a cabeza—HABLA

Danae bajó la mirada y carraspeando un poco se dispuso a hablar.

—Todo el mundo habla raro—pero Bren no le dejó hablar—Quiero sabes si tú...tú también.

—Me...me está pasando lo mismo a mi. N--no entiendo lo que dicen cuando hablan...

Bren la cargó.

—Esto se está...volviendo muy raro aquí, estrellita. Primero no amanece...y ahora esto. Esto...debe ser...culpa de los monstruos, ¿Sabes a lo que me refiero?

Danae asintió lentamente sin estar muy segura. Se aferró a la camisa del adulto mientras observaba como éste los alejaba del campamento.

—¿Por eso nos marchamos?¿Por que les culpas de un fenómeno que no tiene nada que ver con ellos?

Bren negó.

— Va con ellos seguro. Pero seguro además.

—No digas tonterías ¿No te enseñaron como funciona eso del día y la noche? Ya sabes, eso del espacio, y que la Tierra da vueltas y eso...

Bren reprimió una sonrisa y cabeceó de nuevo.

—¿Y a ti no te enseñaron que las voces de las personas no...hacen ese tipo de cosas? Todo aquí carece de sentido desde hace mucho tiempo. Dime, ¿Sabes tú dónde se ha metido la cosa esa que Frisk llevaba en brazos? ¿Sabes tú...de donde viene?¿Sabes algo acaso?

Danae bajó la mirada. Podía saberlo si se lo proponía...pero no le merecía la pena. Sabía por experiencia que a veces es mejor no buscar respuestas a lo que no quieres saber.

—¿Realmente nos vamos?¿Para siempre?—le susurró con tristeza

—No. Solo...tomamos distacia durante un tiempo indefinido. Una hora, media hora...

O varias semanas, también podían ser varias semanas.

La muchacha suspiró abatida y se dejó llevar. No porque quisiera irse, si no porque si alguien podía hacer volver a Bren era ella. Se necesitaba toda la ayuda humana posible, por el bien de los monstruos y de la propia supervivencia humana.

Pasó todo el trayecto acariciando al conejo que cargaba en su regazo, observando como entraba y salía del bolsillo del vestido, observando como escarbaba con las patitas en su estómago sin ninguna razón...y se sintió mejor.

Bren no podía evitar el destino. No importaba lo mucho que quisiera. Iban a regresar, y antes de lo que podrían pensar.



































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⏰ Last updated: Apr 27, 2018 ⏰

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