Capítulo 2

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—Nos están esperando el productor y director creativo de la agencia.

Me pasó a un espacio enorme con luces y fondo blanco, había un hombre sentado en un sillón negro junto a una mesa de cristal y gente detrás de la cámara. Era un espacio bastante fancy para un simple comercial. Me pidieron que me sentara en el otro sillón que estaba frente al chabón, era algo atractivo pero nada que no hubiera visto antes. Me pidieron que me pusiera un vestido negro escotado y muy entallado.

—Muy bien Mariana, necesito que lo veas muy seductora, coqueteále, ¿dale? —me indicaron—Y... ¡Acción!

Empecé a actuar siguiendo la rutina y el guión.

—Más seductora, Mariana. Necesito que lo veas como si te encantara, es un Dios para vos —iba haciendo todo lo que me decían. Tanto, que sentí que estaba muy fingido de mi parte—. Dale, ahora ve hacia él y sentáte en sus piernas —lo hice—. Eso, tomále el pelo, vélo a los ojos. Ahora toma la botella y servile. Míralo a los ojos. —Comenzaron a decirme muchas cosas a la vez y me desconcertaba.

—A ver sí, le sirvo y lo miro —aclaré.

—Le estás tapando la cara. Le estás tapando la etiqueta a la botella —rolé mis ojos y tomé la botella de manera que no la tapara—. Muy bien, necesito velocidad, por favor.

—Voy, voy —rodé los ojos nuevamente sin que se dieran cuenta, estaba apunto de explotar.

—Tomá las dos copa y dale una. No, no, lo estás tapando, Mariana —me moví para no taparlo frente a las cámaras.

—No, no, así no te lo llevás a tu casa, che. Imagináte que lo querés emborrachar... —yo solo me controlaba para no gritarle frente a todos— ¡Corte!

—Es que es imposible, me hablás vos, luego vos —los señalaba—. Me decís de la copa, de la marca, de seducirlo. ¡Es que es absurdo!

—Y...es que es publicidad, hermosa —soltó el productor sarcásticamente.

—Yo sé que es publicidad pero es que así no se puede.

—¿Viste?, Sandro —habló el hombre que estaba conmigo en el comercial—. Se tiene que trabajar con gente profesional.

—A ver pedazo de inútil —me acerqué a él—. A diferencia de vos y de esas minitas chorras que están allá afuera, yo sí me comí cuatro años de literatura de dramática y teatro. Tres talleres de perfeccionamiento actoral, dos cursos de análisis de texto...

—Vos seguro eras de esas minitas que aprobaban todas las materias en el secundario —me interrumpió una voz—, y que seguro nadie las invitaba a la joda, ¿no? —miré hacia donde se escuchaba y no veía nada.

—¿Eso que tiene que ver? —me tapé la luz de la cara con mi mano y no veía más que una silueta de hombre que me hablaba.

—Mirá, yo no sabré mucho sobre perfeccionamiento actoral, mi querida... Mariana. Pero si sé que a los hombres se les llega por los ojos. Aquí no necesitamos a Meryl Streep.

—¿Quién es este pibe que está muy participativo? —le pregunté a la asistente que me había pasado al casting.

—Es el.. dueño de la compañía y el cliente —su cara no fue agradable, sabía que la había re cagado y me quedé perpleja—. Vení —me tomó del brazo delicadamente.

—Aquí necesitamos atractivo visual —dijo de nuevo antes de que saliera del estudio—. Me refiero a un par de niñas lindas para poder vender Whisky y ya está.

—Buenísimo —dije tronado la boca.

—No creo que te llamen, eh —soltó el pibe sentado en el sillón.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now