Capítulo 34

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Cuando me desperté, escuché a Cande en la cocina con la licuadora. ¿Había dormido aquí? Estaba tan cansada que ni la escuché por la noche.

—Buen día.

—Hola, buenos días, ¿querés smoothie?—dijo con su ánimo de siempre.

—Dale, gracias. ¿Dormiste acá?

—No, recién llego. Vine a desayunar y a bañarme antes de irme a trabajar, hoy cierro contrato con una pareja millonaria. No tenés ni idea del viaje que queren hacer, posta —Cande me contaba mientras me servía un poco de smoothie en un vaso. Yo estaba sentado en el banquito frente a la isla.

—Quién podría... —reí.

—Lo sé, una locura. ¿Vos, todo bien?, te veo un poco cansada.

—Sí, me siento exhausta pero estoy bien. No sé porqué últimamente me siento muy cansada.

—¿Te llamó Marcelo? —negué— Ya lo hará.

—Cambiando de tema, de este finde en ocho es el cumple de Peter, ¿si van Andrés y vos, no? —le di un trago al smoothie.

—Sí obvio. ¿Ya blanquearon o qué onda?

—Aún no, vamos lento, queremos ir poco a poco.

—¿Poco a poco es organizar un asado a tu no novio por su cumple? —reímos.

—Y bueno que te digo. Te recuerdo que vos con tu novio pasaron de conocerse a casi vivir juntos en menos de seis meses —me burlé de ella.

—Bueno, bueno. Las dos estamos hasta las manos, ¿o no?

—Obvio —le guiñé el ojo y reímos.

Después de desayunar juntas y ponernos al tanto, se despidió de mí. Me vestí con ropa deportiva y antes de salir a correr puse mi lista de reproducción, comenzó a sonar Dynamite de Jaxson Gamble.

Llevaba casi cuarenta minutos entre calentando y trotando por todo el barrio hasta que una llamada interrumpió mi música y mi ejercicio.

—¿Hola?

—¿Lali?

—Sí, ¿quién habla?

—Marcelo Consentino, ¿todo bien? —casi me da una paro cuando escuché su nombre, fui a un árbol para recargarme y recuperar el aliento.

—Hola Marcelo, todo bien.

—Me alegro mucho. Mirá, te llamo para comentar un par de cosas sobre la obra y tu audición, ¿estás ocupada?

—Eh, no, no. Decíme —dije apresurada.

—¿Podremos juntarnos?, me parece que estoy cerca de donde vivís. ¿Te parece vernos en algún café?

—Por supuesto, estoy justo a dos calles de Vive café.

—Me copa, te veo en minutos.

—Dale, chau.

Guardé mi teléfono en un cierre pequeño al costado de mi pierna y comenzar a correr de nuevo en dirección al café. Tenía fachada amarilla con mesas pequeñas del lado de la calle, entré y pregunté por el baño para poder lavarme aunque sea la cara.

Una vez fresca, me senté en las mesas de afuera y pedí una botella de agua, tardó un par de minutos más cuando lo vi caminando hacia mí con lentes de sol y me saludó con la mano desde lejos.

—Hola, Lali, ¿cómo estás?, ¿todo bien?

—Hola, Marcelo. Bien, ¿vos? —me levanté de la silla para saludarlo— Perdón que estoy así, justo estaba entrenando cuando me llamaste —dije apenada.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now