Capítulo 35

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Fui al baño para verme en el espejo y lavarme nuevamente la cara, las manos y parte del cuello. Salí y aún no había rastros de Peter.

Era la única oficina con paredes de madera, excepto por el ventanal con la misma vista del edificio a la calle. Había un escritorio enorme de vidrio con una computadora MAC, papeles y folders apilados y ordenados. Frente a él tenía una sala con sillones combinables de color café y mostaza. Tenía un librero que cubría toda la pared de la izquierda, como el de su departamento, con estatuas, libros y decoraciones minimalistas.

Todo estaba impecable. Me senté en su silla giratoria admirando la vista de la ciudad y una parte del puerto hasta que escuché la puerta abrirse.

—¿Qué hice bien en la vida para merecer esta linda sorpresa? —dijo con tono canchero. Me giré con la silla y lo vi entrar con traje gris y corbata negra caminando hacia mí con las manos en sus bolsillos, yo la miré pícara al mismo tiempo que me levantaba.

—Quiero celebrar contigo y no podía esperar.

—¿Celebrar qué? —alzó una ceja.

Me acerqué a él tomándolo de la corbata para atraerlo hacia mí y poder besarlo de una. Él me rodeó con sus brazos por la cintura y me correspondió el beso. Caminamos lentamente hacia atrás hasta que me topé con el borde de su escritorio y con un pequeño impulso, Peter me cargó para ponerme sobre el cristal. Sin dejar de besarnos le quité su saco y desabroché su camisa botón por botón hasta dejarla caer al piso junto con la corbata.

—¿Cerraste la puerta con llave? —dije entre besos.

—Tranquila, no va a entrar nadie —susurró.

Me quitó la sudadera cropped negra que traía quedándome en el sportbra rosa. Besé su torso descubierto y llevé mi mano al borde del cinturón para luego bajar el cierre del pantalón. La boca de Peter viajó hacia mi cuello y mi clavícula dejando un camino de besos, mientras yo le tomaba del pelo y disfrutaba de sus mimos. Me volvió a cargar a upa para llevarme hacia el sillón de terciopelo café y recostarse sobre mí.

—¿Seguro no entra nadie? —volví a preguntar aunque realmente mi preocupación si nos veía alguien era mínima.

—Está con llave y aunque no estuviera cerrada, nadie entra sin golpear antes —dijo convenciéndome y me sonrió para callarme de un beso nuevamente.

Me sacó con dificultad todo lo demás dejándome al descubierto, nuestros pantalones se encontraban hasta la pantorrilla. Peter me sentó en él para tenerme más cerca y undirnos en nuestros cuerpos para olvidarnos de todo por un momento, disfrutando de hacer el amor clandestinamente.

Después de un rato disfrutándonos a full, nos vestimos entre risas y besos. Le ayudé a ponerse su corbata y lo besé nuevamente en la boca.

—Si seguís provocándome, me voy a ver obligado a quedarme con vos y no irme a Cariló por el resto del día.

—No es mala idea —seguí besándolo cortándole la risita que había soltado.

—¿Ahora sí me vas a decir qué celebramos? —al fin pude quitarle mis manos de encima y ver cómo se postraba en su silla frente al escritorio, yo terminé de vestirme para después sentarme en sus piernas.

—Me dieron el papel —dije mientras lo besaba.

—Pará —se alejó para verme a los ojos—, ¿de verdad?

—Sí —sonreí feliz. Peter me tomó de la cara para darme un pico.

—¡Felicidades, mi amor! Yo sabía que te lo iban a dar.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now