Capítulo 3

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—¡Qué hijo de puta! —gritaba Cande con la botella en la mano— ¡Le hubieras dicho que no y que era una estupidez!

—Eso le dije, que no y que era una estupidez —recalqué esas últimas palabras—. Amiga, dejá que te sea fiel o no... —Cande me miraba con lágrimas en los ojos—. Un imbécil que te diga qué hay que hacer los sueños realidad para... tirarse a una mina, no te merece.

—Tenés razón, es un forro hijo de puta —dijo tomándole al vino—. Ahora lo voy a llamar para terminar con él —se levantó de la mesa.

—Perdóname, amiga. Nunca más lo vuelvo a hacer —puse mi mano en el corazón y Cande se acercó para darme un abrazo.

Pasaron los días y no salía de su habitación, solo para comer y bañarse. Un día después de que regresé del trabajo, llegué a casa y no había rastros de ella, la busqué por toda la casa hasta que vi su habitación entre abierta, toqué despacito y no respondía, me acerqué un poco más y escuchaba ruidos raros, muy, muy extraños. Abrí la puerta de golpe y estaba Cande tirada en el piso haciendo lagartijas y abdominales.

—¡Candela, por Dios! —dije casi espantada y a la vez riéndome. En el momento que me vió entrar, saltó y se quitó los audífonos que traía puestos.

—Ay, ¿qué pasa boluda?, ¿por qué entrás así?

—¡Vos que me das un susto!, no me contestás y encima escuchaba ruidos de verdad muy extraños —me reía de mí misma por pensar cualquiera.

—¿De qué hablás, Lali? —se reía conmigo. Le di una miradita para que entendiera y puso sus ojos como platos—. Ay boluda, ¿estás idiota o qué?, cómo pensás que voy a estar aquí.... haciéndome de cosas. No, no.

—Y bueno... después de que no das señales de vida y andás últimamente calladita, uno puede pensar cualquier cosa.

—¡Cualquiera, pensásemos cualquier, boluda! —me decía— A vos es a la que le falta una buena noche porque estás.... —se quedó callada y se paró del piso mientras tomaba agua.

—¿Estoy qué..? —le pregunté y se rió—. Que forra que sos —me reí y me fui de su habitación.

Mientras esperábamos la pizza, porque era sábado y me negaba a cocinar, me metí a mis redes sociales a perder el tiempo. En eso me llegó un mensaje de Paulina, la prima de Cande. Había sido extraño tener un mensaje de ella porque hace años que no la veíamos y honestamente nunca fuimos muy amigas. Al leer lo que me había escrito, no entendía al principio hasta que capté a que se refería, casi la mataba. Traté de encontrar una explicación a todo y todo llegaba a Cande, obviamente. Esperé a la cena para hablar con ella.

Después de salirme de bañar, tocaron el timbre y supuse que era la pizza.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now