Capítulo 20

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El camino no estuvo tan incómodo, Charly me sacó un poco la conversación hablándome de su esposa y un poco de Peter, decía cosas como "al niño Peter lo conozco desde pequeñito, es impresionante cómo de ser un nene rebelde se convirtió en un hombre de negocios", decía muchas cosas buenas sobre él y eso me daba ternura, era una faceta de Peter tan vulnerable que no era muy difícil imaginarlo así. Llegamos al cabo de quince minutos y entramos al estacionamiento subterráneo. Charly me abrió la puerta y me indicó que subiera al elevador porque Peter estaba esperándome arriba, así que entré y subí los quince pisos.

Salí del elevador y toqué, abrió la puerta con el pelito mojado, se había puesto una camisa azul claro y llevaba unos jeans de mezclilla oscuros.

—Hola —lo saludé de beso y entré.

—¿Cómo estás?, ¿cómo te sentís? —me preguntaba mientras cerraba la puerta.

—Bien, bien, mejor... gracias —me giré para verlo—. Traje algo —sonreí y saqué el vinilo que traía debajo del abrigo, Peter sonrió.

—Me parece un buen cierre de las mejores clases de música que has tenido —tomó delicadamente el vinilo y lo seguí hacia el piano.

—¿Te sirvo vino? —señaló una botella junto a dos copas que se encontraban en la pequeña mesita junto al piano, yo asentí.

—Gracias —sirvió el vino en las dos copas y me dio una.

—Bueno, ¿lista para lo último? —dijo con una sonrisa y nos sentamos en el sillón mientras él tomaba algunos libros que tenía enfrente—. Hoy quiero que analicemos el famosísimo... —tomó el libro con las partituras más famosas de Debussy y señaló la página— Suite bermasque —dijo con tono francés.Yo me acomodé en el sillón para estar frente a él, cruzando una pierna sobre la otra y con mi vino en la mano.

Peter me explicaba los orígenes de la suite, era una música clásica occidental, con una forma musical compuesta por movimientos instrumentales breves. Para que se mantuviera la unidad interna, todos los pasajes de una suite se componían en la misma, o en su relativo menor. Analizamos cada una de las piezas mientras de por medio disfrutábamos del vino y las pequeñas charlas por los cambios de tema que se iban generando, hasta que llegamos a la más importante pieza de Debussy para el mundo y para mí.

Me levanté para ir hacia donde estaba mi abrigo y el vinilo y Peter me siguió. Tomé con cuidado el disco para pasárselo a Peter y que él delicadamente lo pusiera bajo la aguja. Comenzó a sonar Clair de Lune al instante, delicada y tranquila, yo cerré mis ojos para poder disfrutar de cada segundo de la canción. Peter me hablaba muy bajo para no desconcentrarme, me leía el poema conforme iba avanzando la canción para vincular cada una de las frases.

Esos seres aunque en modo menor canten, al amor victorioso y a la vida oportuna —susurraba Peter. Abrí mis ojos y lo miré, él estaba concentrado leyendo el pequeño libro en sus manos. Cuando terminó de leer el poema, cerró el libro con cuidado y me miró. La música seguía sonando de fondo.

—Tiene una singularidad misteriosa, su melodía sublime, la ondulación de las notas, la armonía de colores, la intrigante dinámica de las frases son... quizás, la interpretación de Debussy de la luz de la luna filtrada a través de las hojas de un árbol —Peter hablaba delicadamente, yo estaba concentrada en sentir y oír cada palabra. Mi mente se llenó de recuerdos con mi papá, nos veía sentados en el piano de casa, mientras me contaba su historia de amor con mamá, la primera vez que me la dedicó, la primera vez que yo la toqué. Solté una lágrima tímida y Peter me la quitó lentamente de mi mejilla con su dedo pulgar.

Al sereno, triste y hermoso claro de luna —terminé la oración y sonreí tímidamente. Carraspeé un poco la garganta y me separé de Peter yendo hacia el banquillo del piano, me acomodé y me llevé el pelo suelto hacia atrás, Peter se quedó mirándome desde donde estaba sin decir ni una palabra y con un sólo movimiento, comencé a tocarla.

A Mi ManeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora