Capítulo 42

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Desperté con mis piernas enredadas en las sábanas grises de seda y a centímetros de mí el cuerpo desnudo de Peter con una mano sobre mi estómago en posición de cucharita. Giré sobre mi propio cuerpo para poder verlo de frente y depositarle un beso delicado en la nariz y en los labios. Estaba tan profundamente dormido que no se enteró de nada, observé y admiré cada rincón de su rostro, fijándome en sus pestañas largas, la nariz perfectamente bien hecha y sus lunares que me volvían loca. Me levanté de la cama con cuidado para no despertarlo y me puse su camisa blanca que estaba tirada en el suelo, me quedaba al borde de los muslos.

Mientras me dirigía a la cocina a preparar un café miré todo el desastre que habíamos hecho ayer, las copas de vino seguían aún en la mesa junto con los platos sucios y el resto de comida que sobró aún en la estufa. Decidí levantar y lavar todo para que pudiéramos desayunar.

Al terminar puse un poco de música desde la sala mientras cocinaba un par de hotcakes, comenzó a sonar She Moves In Her Own Way de The Kooks, haciéndome bailar al ritmo de la canción hasta que me giré para emplatar el desayuno y me encontré a Peter recargado en el marco de la puerta vestido sólo con sus boxers mirándome fijamente con una sonrisa canchera.

—Qué energética que estás esta mañana —soltó con voz sexy.

—¿Tenés hambre?

—Mucho —me limité a sonreír porque lo miraba con una ceja levantaba, un tic que tenía y me encantaba hacer.

Después de que desayunamos juntos, Peter lavó lo que habíamos usado. Se fue hacia la sala para apagar el tocadiscos que había puesto con el vinilo de una de sus bandas favoritas y se sentó frente al piano. Comenzó a tocar una melodía que me atrapó desde la primera nota, me acerqué lentamente sin despegar mis ojos de sus manos viajando de un lado al otro del teclado. Era la primera vez que Peter tocaba tan dedicado y centrado, se podía ver a kilómetros cómo sentía la música en su interior. Seguía con los ojos cerrados que de vez en cuando abría y miraba el piano, pero no fue hasta la última nota que llegué hasta a su lado para sentarme en el banquillo junto a él.

—Wow —fueron las únicas palabras que me salieron. Peter alzó la cabeza y sus ojos profundos verdes me atravesaron la mirada. Yo le sonreí tímidamente mientras llevaba mi mano a su nuca para acariciar su pelo.

—Mi abuelo se la compuso a mi abuela cuando empezaron a salir. Se llama Passion —contaba—, y me la enseñó a tocar cuando tenía casi quince años. Es mi favorita porque habla sobre el futuro de un amor y de cómo sería el mundo sin ella —tragó saliva y me tomó de la cara con las dos manos— Ahora quiero dedicártela...

—Peter...

—Porque no sé que haría sin vos —me interrumpió—. Ya te lo dije ayer, me hace bien tenerte en mi vida y quiero estar el resto de mis días con vos —Peter no apartaba la mirada de mí, todo lo que había dicho, lo dijo casi sin pestañear haciéndome sentir la piel de gallina en cada rincón de mí—. Hoy no quiero que vengas a la gala como una invitada más... quiero que vengas como mi novia, presentarte como la mujer que eligió vivir todo esto conmigo —lo miré sorprendido.

Una sonrisa fue apareciendo en su rostro haciéndome convencer que por fin, era el momento. Era el momento de vivir a pleno junto a él, vivir más cosas juntos y disfrutarlas.

—¿Qué decís? —me preguntó.

—Sí —dije casi sin aliento y sonreímos como adolescentes.

Peter me tomó de la nunca para posar sus labios en los míos dejándonos llevar con todos nuestros sentimientos y emociones juntos. De un momento, el beso pasó de ser tierno y amoroso a ser impaciente y fugaz. Peter me acarició desde el cuello bajando hasta mi espalda y mi coxis para luego delicadamente cargarme y enredarme en su cintura. Me desabrochó lento cada uno de los botones de su camisa para luego quitármela y besarme cada rincón de mi piel desnuda mientras caminábamos de vuelta a su habitación.

A Mi ManeraWo Geschichten leben. Entdecke jetzt