Capítulo 21

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Llevaba casi tres días sin salir de casa e ignorando el celular, Peter no paraba de enviarme mensajes y llamándome, solo le contestaba a Mery cuando preguntaba cómo estaba. Al final la lluvia me dejó un resfriado terrible y eso me ayudó a cubrir cómo me sentía realmente. Viví esos tres días de pura comida delivery y de Netflix, parecía estar en depresión pero la realidad era que no paraba de pensar en todo lo que había hecho para llegar hasta donde estaba, de aceptar un trabajo terrible siendo manipulada y en el buen hombre que era Peter, en el hombre que yo había conocido durante casi tres semanas pero la culpa me estaba matando y no sabía como eliminar todo lo vivido, incluso el olvidarme de él.

Era un miércoles por la tarde, estaba esperando la pizza que había pedido cuando recibí una llamada. Me habían hablado de una agencia de actrices independientes de la ciudad, un productor me había visto en la película de A los 40, que había sido presentada en un festival de Perú, nunca entendí cómo si la película tenía más de cinco años estrenada. El productor me ofrecía un casting para una obra de teatro de Broadway, un remake con producción argentina, el guión me lo enviarían dentro de las próximas horas pero yo había insistido que no me interesaba y que no sabía cantar pero al parecer al productor no le importó mucho porque insistió en darle una oportunidad para leer el guión. Honestamente no tenía ganas de trabajar, algo absurdo porque mis ahorros se disminuían con el paso del tiempo y desempleada no podía hacer mucho.

El timbre del portal principal sonó y contesté por el amplificador, le indiqué al repartidor de pizza que subiera. Eran tres de la tarde y yo seguía en pijama con un rodete despeinado en la cabeza y cuando abrí la puerta apareció Peter con la pizza y una media sonrisa tímida.

—¿Qué hacés acá? —contesté seria mientras asomaba la cabeza para ver algún rastro del repartidor.

—Aproveché la entrada del repartidor. Ya lo pagué, no te preocupes —sonrió aún tímido.

—No era necesario —lo miré—, pero gracias —crucé los brazos.

—¿Me vas a dejar pasar? —preguntó con personalidad y sin decir nada me moví de la puerta para que pasara. Peter se dirigió directo a la cocina para dejar la caja de pizza en la isla y comenzó a buscar los platos como si estuviera en su propia casa.

—Peter, ¿a qué viniste? —lo miraba desde el otro lado de la cocina aún con los brazos cruzados.

—A ver si estabas bien, ya que desapareciste tres días y no sabía nada de vos —cortó un pedazo de pizza y la puso en el plato.

—Estoy bien, sólo estoy un poco resfriada y aún no me siento del todo bien... —parecía que no me escuchaba porque tomó los dos platos y se sentó en el banquillo— ¿Te podés ir?, no quiero contagiarte —dije sin lógica.

—No me vas a contagiar y tampoco me voy a ir —me miró—. Vení, tenés que comer. La verdad si te veo un poco más flaquita, ¿puede ser?. Aunque con ese look sigas siendo muy linda —me sonrió y yo rodeé los ojos, me acerqué para sentarme, moría de hambre.

—¿Me vas a decir por qué huiste esa noche de mi casa? —parecía un poco afectado pero trataba de no mostrarse así mientras disfrutaba de la pizza, yo no contesté— ¿Fue por mi? —lo miré— Lali, si hice algo que no querías o te puse en un lugar incómodo...

—No —lo interrumpí—, no fuiste vos.

—¿Entonces? —preguntó preocupado.

—Es muy complicado... —bajé la mirada y sentí como la mano de Peter la acercaba a mi mejilla delicadamente, hice un pequeño movimiento para pararlo.

—Aunque no parezca... soy muy comprensible. Contáme, no te voy a juzgar —sus palabras me dolían, no tenía ni idea de lo que pasaba y claramente me iba a juzgar y peor, que yo lo iba a lastimar.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now