Capítulo 15

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Inhalaba y exhalaba rápidamente tratando de controlar la ansiedad y el dolor que sentía, me traté de concentrar cerrando los ojos, en mi respiración y la leve tensión de nuestras manos juntas, me dolía el pecho, hace mucho que no pensaba en mis padres, en realidad no me gustaba.

Hace unos años después de pasar entre tantos psicólogos, pude aceptar que ya no estaban más, me costó mucho porque estaba sola, Pato se la pasaba entrenando para distraerse y casi nunca nos veíamos, hasta el día que se fue a Italia y me dejó sola con la familia de Nico. A decir verdad, ellos fueron de mucha ayuda pero casi nunca tocaban el tema porque me daban este tipo de ataques de ansiedad.

Cuando el concierto terminó, todos los presentes se pararon para aplaudirle a la Orquesta y al director, yo los imité agachando la cabeza para que no pudieran ver que seguía llorando, Peter no soltó mi mano, al contrario, cada vez la sentía más a mí. Mientras el salón se iba vaciando, Peter tomó mi bolso y con la otra me limpiaba el resto de las lágrimas, volvió a tomarme la mano y salimos al pasillo. La gente estaba yéndose hacia el elevador, ya que había una post fiesta en la terraza del quinto piso del Palacio, Peter me llevó hacia el lado opuesto y cruzamos la puerta de emergencia subiendo unas escaleras que parecían infinitas, hasta llegar a una especie de ático donde se podía apreciar la ciudad iluminada. Al salir, sentimos el golpe del viento frío y sin soltarme, Peter me llevó hacia la barda.

—Perdón —solté de una, evitando que él me preguntara qué había pasado—, perdón por... no quise... —no podía formular nada. Sentí cómo se acercó a mí y me acarició la mejilla.

—No me debes ninguna explicación, podés contarme si querés pero no te sientas obligada por decirme algo —dijo con voz calmada y lo miré—. Presiento que es algo muy personal y me pone mal verte así —soltó una risita. Volví a bajar mi mirada hacia la ciudad y después de un largo silencio, lo solté.

—Debussy era el músico favorito de mi papá y Claire de Lune era una canción especial para él... y para mí —lo volví a mirar, él escuchaba atento—. Era un tipo de himno del amor de mis papás —solté una risa, seguro le sonaba raro y estúpido—. Murieron cuando yo tenía dieciséis años, no era tan pequeña pero fue un golpe duro para mí —Peter me miraba atento, estaba totalmente girado hacia mí, sus ojos le brillaban por el reflejo de las luces de la ciudad y su pelo se movía un poco por el viento—. Hace mucho que no escuchaba la canción, siempre la tocábamos juntos y fue... —se me cortó un poco la voz. Peter se acercó y me acogió en sus brazos, me dejé llevar. Tenía mis manos tapando mi cara tratando de aguantar más las lágrimas insistentes en salir. Él me abrazaba con sus brazos sobre mi espalda y pegándome a él.

—Perdón —susurré entre lágrimas, tan bajo para que no me escuchara.

—No me pidas perdón —me dijo cerca de mi oído—. Me parece bueno mantener esos recuerdos vivos. Es una obra muy especial para vos, aparte de ser una pieza que transmite mucho. Pero por favor no me pidas perdón por sentir.

Sentía como me acariciaba la espalda, me fui despegando de él y de mis manos, levantando un poco mi cabeza para mirarlo haciendo que Peter quedara a centímetros de mí. Lo miré directamente a los ojos al mismo tiempo que él quitaba sus brazos de mí y posaba su mirada desde mis ojos llorosos a mis labios y viceversa.

—Gracias —me miró algo confundido pero tierno—, por... ayudarme a recordar algo que no tuve que haber olvidado, es lo poco que tengo para... sentir a mi papá cerca —le sonreí y él me devolvió la sonrisa.

—En ese caso, de nada —me miraba con una cara tierna mientras yo me perdía entre sus ojos.

Mi mente era un caos total, mis sentimientos estaban al tope, mi cuerpo empezaba temblar al sentir el viento cada vez más frío y mi corazón a latir a la máxima potencia. Me sentía totalmente descolocada, ansiosa, fuera de todo razonamiento. Nuestras miradas se mantenían casi sin pestañar, sentí una mano de Peter en mi espalda baja a la altura de mi cintura, mientras la otra la acercaba poco a poco a mi cuello. Sentía que mi corazón se iba a salir de mi cuerpo al notar que Peter no despegaba sus ojos de los míos, le brillaban como estrellas. Su respiración la sentía a milímetros de mi boca mientras nos acercábamos cada vez más. Cuando lo tenía suficientemente cerca, la mano de Peter viajó de mi cuello a mi nuca, apretándome suavemente la garganta con el pulgar, me echó la cabeza hacia atrás y depositó un beso en el inicio de mi cuello y mi mentón. Abrí los ojos perpleja esperando un beso de verdad, él notó ese deseo y se formó una pequeña sonrisa en su rostro, en ese momento de bronca y pasión, llevé mi mano directo a su nuca y lo acerqué bruscamente hacia mí. Cuando nuestros labios chocaron y todo ese deseo se hizo aún más presente, el beso se intensificó y nuestros cuerpos se acercaban al punto de querer romper toda barrera que sentíamos que nos separaba. Sus manos bajaron de mi cuello a mi cintura y con un leve movimiento, me recargó en la barda haciendo que él quedara apoyado en mi besándome con ansiedad.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now