Capítulo 17

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Entré y me dirigí a la mesa, Peter se paró para saludarme de beso sin perder la sonrisa, me ayudó con la silla y nos sentamos.

—Hola. ¿Querés algo de desayunar? —preguntó educadamente.

—Es un poco tarde para desayunar pero dale —le sonreí y llamó al mozo.

—Bienvenidos, ¿qué les puedo traer? —el mozo sacó una pequeña libreta con el lapicero esperando que pidiéramos algo para comer. Yo tomé la pequeña carta que estaba sobre la mesa y la leí.

—Emm, para mí otro café, por favor y una medialuna —el mozo apuntaba lo que Peter le decía—. ¿Para vos?

—Yo también una medialuna y un café con leche deslactosada light, por favor —le sonreí al mozo.

—Enseguida se los traigo-

—Y bueno, ¿cómo te fue con Cande? —me sonrió.

—Bien, un poco triste la despedida pero... —alcé los hombros sin poder terminar la frase—, la voy a extrañar —me apoyé sobre la mesa.

—Me imagino, ¿cuánto tiempo se fue?

—Al parecer un mes pero la conozco, no durará tanto —reí—. Pero me alegro por ella, necesitaba un descanso de todo este delirio, aparte es un super viaje.

—¿Por qué no la acompañaste? —me sorprendió un poco la pregunta y reí tímidamente.

—Por laburo y aparte no podía darme ese lujo. Pero ya podré viajar pronto.

El mozo llegó con nuestro pedido y lo puso sobre la mesa. Tomé la medialuna para partirla a la mitad para chopearla dentro de mi café y le di la primera mordida. Peter me miraba tiernamente con una sonrisa, yo con el bocado en la boca lo volteé a ver.

—¿Todo bien? —dije con la boca llena. Peter asintió y soltó una risita.

—Sos muy linda —mientras tragaba, lo miré apenada. No me gustaba realmente que me vieran comer, ¿a quién le gustaba que lo vieran comer? A nadie.

—Perdón —me limpié la boca con una servilleta y reí—. Es malísimo hacer esto pero me encanta —rompí otro pedazo de la medialuna y Peter me copió, notó la mirada que le lancé y sonrió.

—A mí también me encanta —metió su pedazo en su café para hacer lo mismo—. Desde pequeño lo hacía y mi madre siempre me retaba pero bueno, es algo que nunca dejás de hacer —ahora fui yo quien se quedó mirándolo mientras comía, me daba mucha ternura verlo todo nene chopeando el desayuno con todo el look que tenía, no parecía para nada un hombre de negocios.

—Quiero invitarte a cenar —soltó—. Esta noche, ¿podés?

—Estamos desayunando y... ¿ya estás pensando en cenar? —reí alzando una ceja.

—Y sí, con vos ya pienso a futuro —dijo bastante canchero.

—Sí, claro, eh... —controlé mis nervios que estaban apunto de traicionarme—. Me parece que me tenés que dar algo antes, ¿no crees?

—¿Vos decís? —me miró sorprendido y reí por lo mal que sonó eso.

—Hablo de mi celular, Peter —me crucé de brazos mientras sonreía victoriosamente y él se puso rígido sin decir nada.

—Claro, claro —rió nervioso—. Parece que ahora yo me olvidé de que tenía tu celular —sacó del bolsillo de su pantalón mi celular y me lo dio—. Lo apagué ayer en la noche, no te preocupes que no vi nada —sonrió.

—Gracias —le devolví la sonrisa y piqué el botón para encenderlo.

No me había percatado de lo mal que hice al no recordar que se lo había quedado, no pensé en que me pudieron escribir algo que no daba o peor aún, que Eugenia me llamara y atendiera Peter. Gracias al destino y de lo caballero que es lo apagó respetando eso.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now