Capítulo 36

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Me desperté por el frío que hacía en el departamento, seguía vestida con jeans y el body escotado de manga larga pero no me cubría lo suficiente del frío que hacía. Miré el teléfono y eran las cuatro de la mañana, tenía tres llamadas perdidas de Peter y dos mensajes en WhatsApp.

Mi amor, te estoy llamando, atendé 3:36
Perdóname, por favor contéstame 4:17

Me había dejado plantada, eso era un hecho. Y aunque me llamó probablemente para explicarme porqué no había llegado, le había tomado más de cuatro horas en hacerlo y de madrugada. Estaba demasiado enojada y decepcionada para regresarle la llamada pero por obra del universo, lo invoqué. Estaba llamándome de nuevo. Descolgué sin decir nada mientras caminaba hacia la cocina

—Lali, mi amor. Por fin contestás. Perdóname, sé que estás enojada y...

—No estoy enojada, Peter —dije con voz ronca—, estoy decepcionada.

—No, no, mi amor. Puedo explicarte, te juro no es nada malo.

—No quiero escuchar nada.

—Dale, aflojá, mañana paso a verte, de verdad quiero explicarte —sonaba cansado y un poco tomado.

—Basta, Peter. Ahorráte tus excusas y metételas por donde te quepan, ni se te ocurra venir a verme porque te juro, ¡te corto los huevos! —le corté de una y azoté el teléfono contra la barra de la cocina.

Yo también estaba un poco mareada por el vino y un poco dormida pero realmente no quería escuchar nada de lo que tenía que decir. Había tomado, eso seguro. Pero, ¿por qué y con quién?
Se supone que estaba con su papá y sabía que teníamos una cita. ¿Por qué no pudo avisarme que no venía? Era lo mínimo que podía hacer.

Estaba dándole vueltas y pensando cualquiera cuando volteé a ver la mesa que estaba toda decorada y tomé las empanadas para tirarlas en el bote de basura del enojo. Me metí a la cama con una angustia terrible, no me tomé el tiempo necesario para desmaquillarme como debería pero lo hice como pude para por fin dormir. Lloré un poco, no voy a mentir pero era más por enojo que por tristeza. Me quedé dormida a los pocos minutos aún con el corazón estrujado.

Me despertaron los golpes en la puerta que se escuchaban de lejos junto con un "Lali, abríme", "dale, mi amor, abrí la puerta" con la voz de Peter. Traté de ignorarlo tapándome con la almohada y esperar a que se rindiera pero no lo hizo. Me levanté de golpe de la cama y con pasos fuertes llegué a la entrada para abrirle la puerta.
Estaba parado junto al umbral, seguía con los pantalones de su traje gris y la camisa desabotonada del cuello y arrugada. El pelito lo traía por todos lados y se le podían ver sus ojos hinchados y rojos. Le apreció una sonrisa en cuanto me vio parada frente a él.

—Andáte —dije aún sosteniendo la puerta y se acercó.

—Mi amor, déjame explicarte, por favor. Te juro no es lo que parece —tenía olor a alcohol. ¿Había manejado hasta acá desde Cariló?. Me miraba con tristeza y se acercó a mí para tomarme de la cara pero me alejé.

—No voy a repetirlo, andáte, Peter.

—Sé que estás enojada pero necesito que me escuches —agotada y harta me quité de la puerta yéndome hacia la cocina, Peter entró sin dudarlo y cerró la puerta para seguirme.

—Okay, te escucho —lo miré con los brazos cruzados.

—Yo sé que pensás cualquiera pero no es como te lo imaginás. Sé que te dejé plantada —bufé—, y perdóname por eso, me siento pésimo.

—Al grano.

—Ayer tuve discutí una vez más con mi papá y me regresé de Cariló. Mis planes si eran venir a cenar con vos...

A Mi ManeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora