Capítulo 44

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Peter se encontraba frente al micrófono con más de cien personas mirándolo y los medios en su punto para aprovecharse de la situación y publicar todo. Miré a Peter y volteó a verme a los ojos sin hacer ningún gesto, por momentos parecía que no estaba respirando ni pestañeando hasta que asentí levemente la cabeza para que solo él pudiera notarlo y él me respondió con el mismo gesto.

—Desde el día de hoy, confirmo que Royal Salute tendrá un futuro enorme, una oportunidad nunca antes vivida. Como marca nacional tenemos esa necesidad de... pasar fronteras —tragó saliva—. Hoy les comparto la noticia que tomamos esa oportunidad, una oportunidad sin precedentes para la empresa. Diageo, una tremenda organización global con infraestructuras alrededor del mundo será ahora el responsable de Royal Salute para que logre los objetivos de llegar al mercado internacional. Gracias nuevamente a Javier Ferrán por la oferta que me presentó hace un par de meses, una oportunidad que sé que no nos vamos a arrepentir —miró a su papá que parecía sacar fuego por todos lados—. Ha sido un placer vivir tantos años con ustedes. Es doloroso dar este tipo de noticias pero a la vez muy emocionante. Mi tiempo como la cabeza de este gran negocio dentro de este mundo empresarial ha llegado a su fin.

Claudia tomaba de los brazos a Juan para tranquilizarlo aún sin decir nada, Gastón se acercó a nosotras para contenernos, ya que Rochi se encontraba también un poco roja de tanta adrenalina y nervios por todo lo que estaba por pasar. Yo le solté la mano a Rochi y di dos pasos más al frente sin despegar mi mirada de Peter, por el simple hecho de que pudiera sentirme aunque sea un poco más cerca.

—Así como Royal Salute despegará hacia un mundo internacional, yo también despego hacia otro destino. Aprovecho esta oportunidad para crecer en lo personal y profesional... ante todos ustedes les comparto mi renuncia como el Presidente y Director de esta empresa que ha sido parte de mi familia por décadas, pero ahora es momento de cambiar mi camino y probar otras cosas —en ese momento Juan azotó la servilleta de tela en la mesa y salió casi corriendo—. Vuelvo a agradecerles de corazón y cierro diciéndoles que ha sido un placer y un honor ser parte de esta gran locura. ¡Muchas gracias!

La gente estaba en un estado de shock pero a la vez de emoción, los aplausos se escucharon más fuerte que algunos murmullos de la gente. Cuando Peter bajó del escenario, Claudia salió corriendo detrás de Juan y yo de ella. Se dirigían a una parte casi aislada de todo el salón detrás del escenario donde sólo el personal autorizado podía pasar.

Antes de entrar a ese espacio, ya se escuchaban los gritos de Juan hacia Peter y de Peter hacia su papá.

—¡La puta madre, papá!, ¡re lo dije cientos de veces y vos nunca me escuchaste!, ¡no me vengas ahora que te hacés el sorprendido que acepté el trato con Ferrán!

—¡¿En qué carajos estabas pensando, Juan Pedro?!

—¡Estoy harto papá, harto!, ¡no soy feliz en esto, le dediqué tanto tiempo que nunca fui feliz! ¿Acaso eso no te importa?

—¡Pero si lo tenés todo!, ¡¿por qué carajos no serías feliz, Pedro?! ¿Cómo te atreves a vender la empresa que tu abuelo se dignó a comenzar? ¡Y vos por un capricho de nene, lo mandaste todo a la mierda!

—¡No es un capricho!, ¡si no la vendía, ¿qué carajos iba a pasar con la empresa?!, ¡vos ya no podés hacerte cargo y yo ya no quiero hacerme cargo! ¡Entendélo, papá!

En eso Claudia que estaba tratando de acercarse, me miró y vino hacia mí.

—Mi amor, andáte. Yo ahora los controlo, no quiero que lo veas así a Peter —me decía preocupada.

—No, me quedo —solté firme.

Estábamos a un costado de toda la pelea, yo había cerrado la puerta para evitar que se escucharan los gritos. Por suerte, en cuanto Peter bajó del escenario había empezado el DJ con la música.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now