Capítulo 28

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Peter me despertó a los besos y lo primero que vi fueron sus increíbles ojos verdes mirándome tiernamente mientras me daba besos por toda mi cara. La poca luz de la mañana entraba por la puerta del balcón, el cielo estaba nublado y se podían ver pequeñas gotas chocando contra los cristales de la ventana. Me estiré bajo las sábanas enredadas en mis piernas y me coloqué en un solo movimiento encima de Peter.

—Buenos días —dije sonriéndole.

—Epa, hoy traemos la energía con todo —estaba sentada sobre él mientras sus manos las posaba sobre mis muslos. Me regaló una de sus mejores sonrisas que tanto me gustaban y sus ojos chinitos de recién levantado se posaban en los míos.

—A la fuerza nada, eh —hice un movimiento con intención de bajarme y Peter me detuvo jalándome delicadamente del brazo y besarme bruscamente.

—Da para quedarse todo el día en cama, ¿no? —decía Peter entre besos—. Está nublado, lloviendo, frío, no podemos ni pisar el mar... ¿Qué decís?

—Digo que estás loco y te recuerdo que estamos en la casa de tus padres —suspiró—. Ah y es lunes también.

—Ay pero qué ganas de arruinar una bonita mañana. Ya sé que tengo que trabajar pero... quedarme un día en la cama con mi novia no mata a nadie, ¿o si? —Peter me rodeó con sus brazos desde la cintura obligándome a recargarme sobre su pecho.

—¿Novia?

—Sí, novia. —Peter soltó una sonrisita compradora y con los escalofríos que me causaba esa palabra se la devolví dudosa— ¿O no querés? —preguntó preocupado.

—No, sí sí. Solo que es... raro.

—Raro es que no me estés besando —reímos y lo volví a besar.

—Vamos paso a paso, Lanzani —dije intentando recuperar mi postura pero me tenía muy enganchada entre sus brazos.

—Sí, sí... paso a paso —me causó gracia su tono de nene casi regañado y lo llené de besos.

Estuvimos un rato acurrucados en la cama besándonos y admirando la poca vista del mar que aún la niebla nos dejaba ver mientas observábamos la lluvia hasta que decidimos levantarnos y empezar a hacer nuestras maletas. Mientras yo me bañaba, Peter regresó con la canasta de la ropa limpia donde estaba todo lo que ayer se había mojado gracias a la grúa. Terminé de meter todas mis cosas y cuando Peter estuvo listo, nos fuimos hacia la casa.

Saludamos a toda la familia que estaba en el comedor y nos unimos para desayunar todos juntos. Nos habían preparado pan francés con fruta, café, medialunas y chocolatadas. Estos tres días había comido como una reina, siempre hacían variedad de platillos deliciosos que era imposible negarse.

Entre comidas y risas, Gastón nos comentó que estaría yendo en la semana a la ciudad por el tema de sus contrato y Peter le dijo que en alguno de esos días podríamos planear algo para hacer. Cuando terminamos, Peter y Juan se fueron hacia la oficina, supongo para hablar sobre el negocio familiar, Gastón y Rochi subieron para acostar a Matías y yo me quedé sola con Claudia mientras la ayudaba a recoger la mesa y llevar todo hacia la cocina. Yo me ofrecí a lavar los platos mientras ella secaba, estuvimos charlando de lo lindo que me había parecido Cariló y que ella me esperaba cuando quisiese venir con o sin Peter, literalmente me hacía sentir una más de la familia, algo que me asustaba y gustaba al mismo tiempo.

—Me encanta verlos felices.

—Sí, estamos bien —sonreí tímida—. No tenemos mucho de conocernos pero queremos llevar esto paso a paso.

—Por supuesto, están en una etapa lindísima de la relación. Disfruten todo y quiéranse mucho —Clau me miró feliz mientras seguía secando los platos que lavaba.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now