Capítulo 25

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La luz del sol se filtraba entre las largas persianas blancas que estaban entre abiertas al frente de la cama y los pequeños rayos se posaban justo en mi mejilla. Me costó abrir los ojos y acostumbrarme a la luz, mientras me estiraba en la cama me moví para sentir con mi mano el cuerpo de Peter pero no había nada más que un papel al lado de su almohada, al sentirlo abrí mis ojos de golpe y la tomé.

Espero te sientas mejor, te espero en la casa para desayunar. Por cierto, te ves linda durmiendo.

P.

Sonreí al mismo tiempo que me levantaba para lavarme la cara y vestirme. Me cepillé el pelo para dejarlo suelto y me maquillé solamente con rimel. Atravesé toda la terraza del patio exterior, el clima estaba bastante fresco y sentía el olor a playa y pino, uno de mis favoritos. Vi la puerta abierta y entré a la casa, había un olor delicioso a café que venía desde la cocina, estaba una señora de edad media frente a la estufa mientras cocinaba unos huevos revueltos pero antes de acercarme a ella y saludarla, eché un vistazo en busca de Peter pero no lo vi.

—Hola, buenos días —la saludé con una sonrisa y me miró.

—Hola, señorita, buen día. ¿Le sirvo? —me señaló el sartén.

—Eh... —dudé.

—No te preocupes, Marce —escuché la voz de Peter entrando a la cocina y me giré para verlo—. Ya tengo nuestro desayuno, estamos en el comedor. Buenos días hermosa —me saludó con un beso en la mejilla.

—Hola —dije sin más y me tomó de la mano.

—Vení, estamos con mamá y Rochi. ¿Cómo te sentís? —me preguntaba mientras caminábamos hacia la otra parte de la casa.

—Mejor, gracias —le sonreí.

—Lali, buenos días, querida —me saludó Claudia que estaba sentada comiendo unas tostadas. Rochi estaba al lado suyo con Matías en sus brazos mientras le daba de comer una papilla—. Me dijo Peter que te sentiste mal ayer, ¿todo bien?

—Sí, fue un dolor de cabeza, no se preocupe, señora todo bien, muchas gracias —me hizo una mala cara en modo alerta por el señora— Perdón, Claudia —le sonreí apenada. Peter me ayudó a sentarme arrimando la silla junto a la de él.

En la mesa había de todo para comer, un plato con tostadas, mermelada, queso crema, jugo de naranja, mate o café. Del otro lado había pequeñas copas con un coctel de frutas y al lado un bowl con el huevo revuelto que recién traía Marce.

—Comé lo que quieras, está recién hecho —comentó Claudia con una sonrisa. Me serví de todo un poco mientras Peter llenaba mi vaso de jugo y me ponía café en la taza frente a mí.

—Y bueno, más allá del dolor de cabeza, ¿cómo durmieron?, ¿sintieron frío? —Claudia soltó mientras le daba una mordida a su tostada.

—Nada. Rochi nos llevó un par de mantas y con eso pudimos, ¿no? —respondió Peter y yo asentí porque estaba masticando— ¿Qué planes tienen hoy, madre? —preguntó Peter.

—Tu padre y Gastón fueron al centro a comprar un par de cosas para el Día de la Independencia y más tarde los alcanzamos Rochi y yo a la inauguración de la nueva planta de bomberos. Si gustan, pueden venir con nosotros —dijo Claudia sonriendo. Peter me volteó a ver tiernamente mientras yo seguía desayunando.

—En realidad... quería llevar a Lali al centro a pasear —me miró—. Pero podemos acompañarlos un rato. ¿A qué hora van?

—En una hora —Claudia miró su reloj.

—Buenísimo —sonrió Peter y comió su desayuno.

Durante el desayuno, Claudia me sacó conversación preguntándome más sobre mí, ella me contaba anécdotas de la infancia de Peter y Rochi y me fascinaba escuchar ese tipo de cosas e imaginarme al Peter niño. Rochi me contaba sobre el nuevo libro que estaba escribiendo y cómo fue que llegó a dedicarse a la escritura. Con pocas horas de conocerlos, se notaba lo buenas personas que eran todos, nunca me hicieron sentirme incómoda y eso ayudó bastante a la situación. Después de desayunar, Rochi se retiró para cambiarle el pañal al bebé y Peter tomó una llamada de trabajo, Claudia me invitó a salir a la terraza mientras esperábamos.

A Mi ManeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora