Capítulo 39

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Faltaba un día para el cumple de Peter y hoy lo íbamos a celebrar con toda su familia y sus amigos, los cuáles no conocía a ninguno en persona algo que me tenía un toque nerviosa.

Amanecimos en posición de cucharita y Peter me despertó a los besos. Nos quedamos un par de minutos acurrucados mientras mirábamos el sol aparecer entre las cortinas blancas y el balcón de la hermosa habitación con vista al mar.

—Buenos días, mi amor —dijo con voz aún de dormido.

—Buen día. ¿Estás emocionado por hoy?

—La verdad es que sí. Hace mucho que no me junto con los chicos y me alegra verlos por fin. Además muero por presentarles... —se acomodó para que lo tuviera de frente y me pasó un mechón detrás de la oreja—, a mi sobrino, que aún no lo conocen.

—Ah, claro. Matis, un divino —dije tratando de omitir que no me había mencionado.

—Te estoy jodiendo, polvorita. A vos te los quiero presentar —rió y se acercó para besarme.

Después de boludearnos por un rato y disfrutar de la mañana en la cama, dieron casi las doce del día. Todos los invitados estaban citados a partir de las dos de la tarde, así que me metí a bañar mientras Peter iba por el desayuno y lo traía, me había dicho que hoy quería que desayunáramos a solas.

Cuando salí, me sequé el pelo con el secador para después plancharlo un poco, no me quería producir demasiado pero sí quería verme linda para su cumple. Me probé un montón de cosas hasta que decidí ponerme unos pantalones negros y una blusa blanca con mis plataformas negras. Me maquillé con delineador café para que se viera más natural, rimel y rubor. Salí después de unos minutos y desayunamos Peter y yo viendo al mar disfrutando del lindo clima que el día nos estaba regalando.

Finalmente nos acercamos a la terraza donde Gastón y Rochi estaban acomodando las mesas y sillas en su lugar. Saludamos a Claudia que estaba cargando a Matías entreteniéndolo. Les terminamos de ayudar a sacar algunas cosas para el asado y Peter ambientó el lugar poniendo música en volumen medio en las bocinas de afuera.

Los primeros en llegar fueron Zaira y su esposo, saludaron y se pusieron a charlar con Claudia, Rochi y yo, mientras Gastón y Peter encendían el carbón del asador. Con los minutos, aparecieron en un grupo grande todos los amigos rugbiers de Peter, me los presentó uno por uno, todos eran re facheros y parecían tener buena onda. Reconocí a unos cuántos por haberles llamado para confirmar.

Le ayudé a Peter a repartir cerveza a los chicos y puse un par de botana de quesos y carnes frías. Cuando llegaron Andrés y Cande me fui con ellos enseguida para mostrarles la terraza y enseñarles el lugar. Y Peter se pasaba de un grupo a otro grupo charlando para poder estar con todos.

Estábamos disfrutando de la ocasión repartidos algunos entre las mesas y el resto de la terraza. Yo me encontraba entre las piernas de Peter que estaba sentado arriba de la barda de madera que dividía la terraza con la casa mientras tomábamos una cerveza fría. En eso apareció Claudia con una sonrisa enorme y miró a Peter emocionada.

—No sabés quién llegó... —el Chino Darín y su novia Úrsula entraron detrás de su mamá. No lo podía creer y al parecer era la única junto con Andrés y Cande que estábamos en shock de verlos a tres metros de nosotros.

—No, no te lo puedo creer —soltó Peter en coro bajándose de la barda— ¿Qué hacen aquí, boludo?

—Hermanito, ¿cómo andas? —se dieron un abrazo cálido y después Peter saludó de doble beso naturalmente a Úrsula. Claudia los miraba con una sonrisa enorme y yo estaba aún recargada sobre la barda.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now