Capítulo 23

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Después de un par de horas, estábamos entrando al centro. Era un lugar tranquilo y la gente caminaba mucho por las calles. Comenzamos a adentrarnos por las zonas residenciales donde se veía desde el camino un poco del mar y la playa, las casas con diferentes fachadas se apreciaban las recién construidas, más modernas con ventanales gigantes y otras más viejas, más casas de campo pero que seguían siendo bastante lindas por fuera. Después de unos siete minutos llegamos una pequeña colina con muchos pinos, nos abrieron el portal enorme que seguía un camino hacia la cima, Peter saludó por el interfono haciéndome entender que ya lo reconocían. Y claro, era la casa de sus padres.

Seguimos unos cuántos metros más por un camino de árboles hasta tener la primera vista de la casa. Era una casa hermosísima, desde donde estábamos se podía apreciar la fachada de madera, parecía un tipo de cabaña moderna con piedras lisas en la pared. La entrada parecía de revista, tenía muchísima vegetación y un gran espacio para los coches donde estaban dos camionetas estacionadas, dos motos y un carro de golf. Peter estacionó atrás de una de las camionetas negras estacionadas y bajamos del coche junto con nuestros bolsos. Yo caminé con la mía mientras admiraba cada detalle de la casa, aquí se sentía un poco más de frío pero también se notaba el olor a pino y mar.

—Es linda, ¿no? —Peter estaba parado junto a mí mientras yo seguía observando todo.

—Muy —lo miré y sonreímos.

—Mis viejos la remodelaron cuando decidieron vivir aquí. Es la casa de mi infancia, siempre veníamos de vacaciones y para las fiestas. Pero no se compara con lo que era antes, le metieron mucho. Me fascina venir, tiene esos dos lados que un hogar necesita, la tranquilidad y la locura —sonrió mientras me hablaba— Vení, te ayudo con eso.

Peter tomó mi maleta y lo seguí mientras entrábamos a la casa. Por dentro era fascinante, el mismo estilo moderno pero contemporáneo, aunque mantenía la esencia de la casa. La entrada tenía un largo pasillo que al final podía admirarse la vista del mar. En la pared principal había fotos de la familia repleta de porta-retratos de todos los tamaños posibles y enfrente del otro lado del pasillo estaba un piano color madera de cola y de fondo una escalera hacia el segundo piso. En la primera planta se encontraba una cocina inmensa con muebles y piso de madera, un comedor para más de diez personas, la sala de estar con sillones blancos a juego y una vista hacia la terraza.

—¿Es tu papá? —le pregunté señalando una de las fotografías colgadas en la pared. Peter asintió —Es muy guapo.

—Lo es, ahí me parece que había cumplido veinticinco años. El de al lado es mi abuelo —lo señaló.

—Ya veo de dónde viene la facha Lanzani —dije casi sin pensarlo y Peter me tomó de la mano y sonreímos.

Comenzamos a caminar, me llevaba delicadamente por toda la casa recorriendo cada rincón. Era bastante grande como él lo había dicho pero se sentía muy hogareña y familiar, algo que por momentos me hizo sentir incómoda. Cuando nos acercamos hacia el ventanal que daba a la terraza, se podía ver una alberca rectangular mediana, un par de posaderas y sombrillas que se encontraban cerradas y una pequeña zona con una fogata de exterior. Se escuchaban risas a lo lejos pero no veía nada.

—¿Te enseño arriba? —preguntó Peter ignorando las risas que habíamos escuchado y asentí.

Las escaleras te llevaban de nuevo a un largo pasillo pero sin perder la gran vista del ventanal, recorrimos de nuevo cada habitación, la sala de juegos donde se encontraba una gran televisión y una pared llena de libros, fotografías, cuadros siendo arte que le daban ese toque moderno a la casa. De ahí me señalaba la puerta de la habitación de sus padres, el baño de visitas junto con la habitación y al final del pasillo se encontraban dos puertas más.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now