Capítulo 18

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Después de nuestro cierre del trato, pasamos al sillón de la gran sala que tenía en la misma habitación, había puesto un poco de música a lo bajo y con la vista de la ciudad, nos quedamos mirando.

—Contáme sobre vos —solté—. Me parece que en estos momentos llevas un poco de ventaja —sonreí, Peter le dio un trago a su vino y se reincorporó en el sillón.

—Preguntá y yo contesto.

—Okay, mmm —pensé—, ¿soñabas en trabajar con tu papá en la comercializadora de Whisky?

—No —contestó sin más—. Me gustaba ir de pequeño a las fábricas con mi viejo pero realmente nunca me apasionó. Desde chico me sentaban él y mi abuelo para contarme cada detalle del negocio, me decían que esa era mi herencia y que era una tradición de la familia que querían conservar. Así que realmente no tuve opción.

—¿Pero nunca les dijiste que no querías eso?

—En su momento, antes de entrar a la facultad lo hablé y digamos que me apoyaron muy a regañadientes, solo porque mi vieja pudo convencerlos de aflojar un poco. Me sentí libre en ese momento y entré a la facultad a estudiar Arte de cine, quería ser director algún día —sonrió mirando hacia abajo, yo lo escuchaba atenta—, pero cuando murió mi abuelo, mi papá tomó el puesto de él y me obligó a cambiarme de carrera en mi segundo año para cursar negocios internacionales y mercadotecnia. Me sentía mal de decirle que no por todo el duelo que él estaba pasando con mi abuelo, ¿viste? —yo asentí sin decir nada—. Y bueno, luego de recibirme pasé de una al negocio y de ahí no he parado. No es tan malo como parece —rió—, gracias a eso, vivo como vivo, soy quien soy y puedo ayudar a mis viejos con todo lo que me brinda ese negocio.

Lo miraba muy atenta, cómo hablaba de sus viejos, cómo se expresaba de sus sueños, de él, de lo que vivió y de lo que se convirtió, que no era malo, pero se podía ver un poco de tristeza en sus ojos, no le quise decir nada porque no quería invadir su espacio personal.

—Entonces el cine, ¿lo dejaste? —pregunté apenada.

—No del todo. Pude hacer un par de cursos y maestrías que tenían horarios flexibles y aprendí un poco de todo con eso. Hubo un momento en mi adolescencia, que me inventé un viaje de un mes con unos amigos pero la realidad era que me había inscrito a una maestría de cine y guionismo en Barcelona que duraba treinta días, mi papá claramente nunca supo, la única era mi mamá. Y para el proyecto final puse escribir un corto y dirigirlo, ha sido lo máximo que he estado cerca del cine, la verdad es que ahora... rara vez tengo tiempo libre.

—Todo un rebelde eras —sonreí y le di un trago a mi copa.

—¿Y vos? —me miró sonriendo—. Ya sé que sos actriz y todo eso, pero contáme algo que no sepa.

—Y... realmente mi vida se resume en eso. Tengo un hermano viviendo en Italia, hace más de cinco años que no nos vemos, es futbolista profesional. Cande es como la hermana que nunca tuve. Nico y Agus son mi familia de la vida después de que mis viejos murieran, realmente nada interesante.

—¿Siempre quisiste ser actriz?

—Sí, era algo que me fascinaba. Siempre me vestía y me disfrazaba con cualquier cosa, un día podía salirte con una sábana en la cabeza pretendiendo ser un personaje imaginario —reí mientras actuaba un poco con las manos lo que contaba—. Y al otro día te podía interpretar un monólogo frente al espejo. Amaba leer y actuarlo, también me fascinaba ver películas o novelas —reímos.

—¿Tenés algún miedo que no puedas vencer todavía? —me preguntó.

—Mmm, te diría la altura pero sería demasiado irónico —solté una carcajada por estar bromeando por mi altura de esa forma con él.

A Mi ManeraWhere stories live. Discover now