Capítulo 14

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Me había quedado dormida con la música y mi teléfono se había descargado por completo, me desperté con el rayo del sol que entraba por mi ventana. Estiré todo mi cuerpo y me sentía totalmente descansada, conecté mi celular para cargarlo y salí de mi habitación.

El departamento estaba en total silencio y me pareció raro, me asomé a la habitación de Cande pero su cama ya estaba hecha, estaban sus dos maletas pequeñas abiertas sobre ella con su ropa. Me dirigí a la cocina y tampoco estaba ahí, ni una nota ni nada. La culpa y tristeza volvieron a hacerse presentes, probablemente Cande habría salido a caminar, ya que no estaba dando clases de yoga por el tema de su viaje.

A cabo de un rato, regresó a casa y me saludó con pocas palabras, había ido al supermercado a comprar algunas cosas para el viaje porque la vi llegar con bolsas de tela. Antes de que se metiera a su cuarto, la frené.

—¿Vas a seguir enojada conmigo? —le dije poniendo mi brazo en el marco de su puerta para no dejarla pasar.

—Con permiso, Lali —dijo en tono duro y sin mirarme.

—Dale, Cande, no me gusta estar así con vos —le hice puchero— Te vas mañana y lo que menos quiero es estar un mes sin poder hablarte, dale, aflojá —Cande me miró, noté que se esforzaba en no sonreír y aflojar un poco, me miró a los ojos.

—Sabés que te adoro, La, sos una hermana para mí... —sonreí—. Pero me cabe que estés haciendo todo esto sin pensar en las consecuencias —se pasó por debajo de mi brazo y entró, yo la seguí.

—Pero es que no habrá ninguna consecuencia, mala al menos...—dije sentándome en el borde de la cama.

—Al contrario, la única consecuencia que pasará será mala —suspiró—. Mirá, no quiero seguir discutiendo pero dejáme serte sincera, ¿si? —yo asentí y Cande se acomodó junto a mí

—Yo sé que esta cosa... empezó porque yo te empujé a hacerlo, lo tengo claro. Y que con el tiempo fuiste teniendo más y más, pero era porque ayudabas a que todas estas mujeres abrieran los ojos y no cometieran el error de seguir una relación con alguien que tenía la careta puesta de hombre bueno, de eso se trataba ese trabajo —yo la miraba atenta—. Pero me parece que desde el trato bastante... malo que hiciste con Eugenia, aceptando enamorar a su ex y después dejarlo, todo se fue a la mierda. Porque originalmente vos los seducías, no te esforzabas en ilusionarlos y enamorarlos, solo les lanzabas la carnada para pescarlos y listo, lo demás se lo dejabas a esas mujeres. Aquí estás arriesgándote en comerte el pescado y después soltarlo al mar de nuevo.

—¿Por qué hablamos de peces? —reí tratando de alivianar un poco la conversación.

—Vos sabés a qué me refiero. El verdadero objetivo se perdió en cuanto aceptaste un trabajo por lastimar a alguien y vos no sos así. Podés ser histérica, drámatica y cabrona pero hacer esto y perder así la dignidad, no lo vale —me tomó de la mano—. Mínimo si perdés la dignidad que sea por algo que valga la pena —reímos las dos.

—Yo sé amiga, la verdad es que ayer le di mucha vuelta a eso, no sé porqué acepté un trato con Eugenia, claramente olía a que iba a salir todo mal. Pero el papel realmente me interesa —la miré angustiada.

—¿Te interesa más el papel o Peter? —me preguntó y yo tragué saliva.

—No lo sé, ¿ambos? —dije dudosa—. No quiero y sé que no puedo sentir nada por él, no estoy enamorada pero la verdad es que sí, me atrae bastante y no me lo puedo permitir.

—Yo veo dos caminos, que sigas con este papel de enamorarlo y después dejarlo para tener tu protagónico sin enamorarte y desaparecer para siempre de su vida... O ser sincera con él y con vos, para luego rechazar el trabajo —suspiré y ella me sonrió tibiamente.

A Mi ManeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora