Décimo

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Stella

Llegué a casa cargando unas cuantas bolsas del supermercado. Cerré la puerta con mi pie ya que mis brazos estaban ocupados cargando el mandado que fui a surtir esta mañana. Definitivamente a la otra iría cuando Daniel esté en casa porque yo sola con las cosas era un reto. Dejé las bolsas sobre la mesa del comedor y en ese momento sale González corriendo desde arriba hacia mí.

— ¡Hola amigo! — me agaché a su altura y empecé acariciarle su cabeza — ¿Te portaste bien mientras no estaba, cierto?

González solamente sacaba su lengua y respondía a mis acaricias. Reí un poco y me levanté para empezar a guardar las cosas que compré.

— Mira Gonzy, te compré un nuevo juguete — le mostré un hueso de hule, pareció gustarle ya que su cola empezó a moverse con bastante rapidez — ¡Ahí te va!

Se lo lancé para que corriera por él y lo hizo, solamente que se quedó recostado mordiendo su nuevo juguete. Lo dejé ahí para que se entretuviera solo, mientras que yo me iba a lavar las manos para empezar a preparar mi desayuno. Empecé a haciéndome un omelette pero el olor del huevo empezó a marearme. No fue nada, pude controlarlo al principio, pero entre más pasaba los segundos más asco me daba. Dejé lo que hacía y empecé a toser debido al asco que me producía el olor, sabía lo que venía así que me fui corriendo al baño. Escuché a González ladrar a la vez que yo empecé a vomitar.

Suspiré pesadamente al terminar y cuando sentí que ya me calmé, le bajé al inodoro. González seguía ladrando, así que salí del baño y miré que estaba detrás de la puerta esperándome.

— Amigo... no fue nada, es normal. Perdón si te alarmé — le sonreí mientras sobaba mi vientre. Olí a quemado por lo que rápidamente corrí a la cocina al saber de qué se trataba — ¡Demonios! ¡Mi desayuno!

Apagué la estufa y solté un gruñido lleno de fastidio. Abrí las ventanas para que el olor a quemado se esfumara y volví al baño para lavar mi boca. Me había quedado sin desayuno y dejé un desastre en la cocina. Primero limpié todo ahí y terminé comiendo un simple cereal. Creo que hasta González había comido más rico que yo. En fin, mi otra sorpresa fue que ya no tenía mis vitaminas, tenía que ir por otras.

— Oh vaya día, ¿no puedo estar tranquila al menos unos cinco minutos? — tiré el empaque vacío al bote de basura — Lo siento Gonzy, no podrás acompañarme pero prometo que llegando te llevaré a pasear al parque.

Me puse mi chaqueta para irme de una buena vez y regresar lo más pronto posible.

Harry

— Creo que eso es todo enfermera Martha — avisé, entregándole los legajos que le prometí que revisaría.

— Oh en serio muchas gracias Harry — los toma con una sonrisa agradecida — ¿Qué haría yo sin usted?

— Sabe que cualquier cosa que necesite aquí estoy para ayudarla, Martha. No me tiene que agradecer, está de sobra — aclaré con toda sinceridad, Martha fue de las primeras personas del hospital que me enseñó el manejo de las instalaciones cuando llegué, siempre se mostró muy al pendiente de mí, ¿cómo no corresponderle de la misma manera?

— Gracias, querido. Pues ya, estamos más que listos para iniciar las clases mañana a todas aquellas primerizas — dice con bastante emoción — Espero que aquellas señoritas se animen en asistir. Es demasiado importante que sepan sobre esta exquisita información.

— Lo harán, de eso estoy seguro.

— Sí, pero... de acuerdo a la inscripción que he visto... si hace falta algunas cuantas señoritas para completar la sala de eventos — su mirada se pierde en la angustia — Estas clases no se pueden cancelar por ningún motivo. 

— Y no se cancelará. Tranquila enfermera, me encargaré de recomendarle sus clases a mis pacientes. Estoy muy seguro que se interesarán en asistir.

— ¿Y cómo no quiere que le agradezca? — niega con su cabeza, yo le sonrío — Gracias joven, es usted muy amable.

— No se preocupe. Y bueno, si me disculpa, tengo que regresar al consultorio — me despido de ella con un abrazo — La veo luego.

— Sí, sí, usted vaya. Hasta luego querido.

Camino por los pasillos, saludando algunos médicos en el camino. Según mi horario en mi tabla de notas aún no tenía pacientes por atender a esta hora, por lo que iría al quirófano para saludar al doctor Wilson y de plano ayudarle en lo que necesitara. 

— ¡Hey Harry! — alguien me menciona, yo volteo de inmediato, encontrándome con Camille en el área de medicina interna, así que no dudo en acercarme a ella para saludarla — ¿Siempre si fuiste con la enfermera Martha?

— Vengo saliendo de su sala — respondo, ella asiente comprendiendo.

— Ya veo, como te estaba buscando, pero ya no importa entonces — rueda sus ojos con una sonrisa, ella estaba acomodando cajas de medicamento en el almacén.

— Déjame ayudarle.

Empiezo a tomar cajas para guardarlas en su lugar indicado. Estábamos por terminar cuando llaman a Camille para atender a unos cuantos pacientes que necesitaban ser inyectados. Ella se retira diciendo que volvería, pero yo sigo guardando lo último que faltaba para no dejarle el resto. Una vez terminando, decido ya irme a mi consultorio para atender a mis pacientes que llegarían en cualquier momento para ser atendidos por mí.

— Buenos días enfermera Liliana — alzo un poco mi mano en forma de saludo, ella hace lo mismo, respondiendo también con una sonrisa.

Por recepción, miro a gente haciendo fila. Al parecer aún no llegaba la persona encargada del área farmacéutica. Iba a avisar en recepción cuando siento una mano tomándome ligeramente del brazo para detener mi camino. 

Dr. StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora