Cuadragésimo cuarto

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Stella

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Stella

— Hola, sí viniste — suspiré con una sonrisa — Por cierto te había estado esperando — quité mi sonrisa — No, no digas eso que se malentiende. 

Dejé de mirarme en el espejo y decidí ir a la cocina para poner agua en la cafetera. Ya casi eran las doce de la madrugada y él aún no llegaba pero de todas maneras lo estaba esperando porque sé que vendría o eso es lo que dijo. Quizás fui demasiado apresurada y pude decirle que podríamos vernos mañana u otro día para no desvelarnos pero realmente necesitaba hablar con él lo antes posible. Siento que tenemos mucho de que platicar y sobre todo aclarar y yo estaba algo ansiosa.

Escuché el sonido de un auto y rápidamente fui asomarme por la venta, vi a Harry saliendo de su auto. Él alzó la vista y me miró viéndolo. Mis mejillas se sonrojan y pronto abro la puerta.

— Hola — murmuré con una ligera sonrisa que él me devolvió cuando se acercó.

— Hola, ¿Puedo... pasar? — preguntó luego de un silencio.

— Oh sí perdón, adelante — me aparté.

Entró y yo cerré la puerta dando un silencioso suspiro. Venía con su uniforme de doctor, lo que me hizo pensar que se vino directo luego de salir del hospital. Él quedó parado en el medio de la sala y yo me acerqué a él.

— ¿Gustas algo de tomar? Porque puse agua para café pero si quieres puedo darte agua o lo que gustes — dije con algo de nervios.

— Pues si hay para café, uno estaría bien — respondió.

— Iré a ver si está listo, tú ponte cómodo. Regreso enseguida — le avisé para irme luego a la cocina.

Aún le faltaba un poco al agua, mientras saqué las tazas. Y esperé unos segundos en lo que me arreglaba el cabello con mis manos. Me estaba poniendo nerviosa con su presencia y lo estaba dejando en claro. Espero que la inquietud se me quite pronto para así poder hablar a gusto con él. No quiero volver al inicio en donde ambos nos tratemos como desconocidos nuevamente.

— Pronto estará el café, aún le falta — volví a la sala, él ya se encontraba sentado en el sofá. 

— Está bien, no te preocupes — sonrió ligeramente. Yo me senté a su lado, en la otra esquina del sofá.

Aclaré mi garganta para iniciar con la charla.

— Harry... hay algo de que me gustaría decirte — lo miré, él levantó la vista hacia mí —, espero no lo tomes a mal. Es sobre lo que pasó en la fiesta..., cuando te oí confesar aquello debo de admitir que me asusté.

— Lo comprendo Stella, yo no quise incomodarte — apartó la mirada por unos segundos.

— También admito que lo hiciste pero luego esa misma noche yo lo comprendí. Algo tarde... pero lamento haberte tratado de esa manera, te digo que estaba asustada... asustada de arruinar nuestra amistad — murmuré.

— Yo... quiero que sepas que mi intención nunca fue meterme contigo ni con tu familia. Nunca quise que supieras, o al menos de esa manera, porque sabía que estaba incorrecto — suspiró—, e iba ignorar aquellos sentimientos por nuestra amistad.

Le sonreí con amabilidad.

— Gracias por aclarármelo Harry.

Él también sonrió y nos quedamos callados. Luego unas dudas llegaron a mi cabeza y no sabía si debería preguntarle pero necesitaba saberlas y ya estábamos aquí.

— Espero no incomodarte pero... ¿Cómo te enteraste... que sentías algo... por mí? — pregunté tímidamente.

Creo haberlo tomado por sorpresa, ahora él no supo que contestar. 

— Supongo que fue cosa del tiempo — se sonrojó.

— ¿En serio?— también me puse colorada — ¿Fue antes o después de la primera cita?

— Fue después, como cuando empezamos a conocernos más — rió nervioso.

— ¿En serio? — mi voz se hizo un hilo.

— Bueno... yo no lo tenía muy claro pero sabía que empezaba a sentirme diferente cuando estábamos juntos — luego frunció su rostro con preocupación —, espero no incomodarte con estas confesiones.

— No pasa nada, fui yo la que te pregunté. — reí un poco y eso hizo que él sonriera.

Lo que hizo que yo le gustara fueron los momentos. Todos aquellos sucesos que pasamos, junto a las charlas, hizo que se sintiera atraído a mí. Podría sentirme incomoda ahora pero extrañamente no lo estaba, y quizás es porque su sinceridad me hacía entrar en confianza como siempre.

— ¿Ahora puedo yo preguntarte algo? — él habló.

Yo solo asentí.

— ¿Por qué me dijiste aquella noche, en pocas palabras "inmaduro"? — mostró una sonrisa divertida que me hizo reír.

— Oh vaya estúpida que soy — reí también avergonzada — Tal vez porque creí que éramos lo suficientemente maduros como para hablar de ese tipo de secretos. En ese caso, tú con tu confesión.

— ¿En serio esperabas que te dijera que te amaba aún sabiendo que estás casada y esperando a un bebé con el hombre que amas? — alzó una ceja a la vez que él reía.

— No tiene sentido lo sé, la inmadura fui yo como te digo — negué con mi cabeza por la pena.

— No es así, créeme — ahora sí me miró con algo más de seriedad —, lo que yo siento no está para nada bien.

— Pero son tus sentimientos...

— Pero yo no debí reforzarlos sabiendo las circunstancias. Te prometo que esto pasará pronto.

La casa olía a café.

— Yo... iré por el café — me levanté del sofá.

Miré el reloj y vi que eran casi la una de la madrugada, llevé las tazas a la sala y se lo tendí. Volví a sentarme en mi lugar y recordé otra duda.

— Me alarmé cuando vi que tú no eras el que me iba atender — me referí a la cita.

— Lo lamento, esta vez tenía que atender partos en el quirófano. De hecho estos días serán así por lo que no me dará tiempo de ir a la sala de ultrasonido — me observó, seguro yo tenía la mirada preocupada.

— Lo entiendo, es tu trabajo... pero era verdad cuando dije que no quería a nadie más que me atendiera a menos que fueras tú — bebí de mi café, me estaba poniendo otra vez tímida.

— Y créeme que yo también te quiero atender, en verdad ansío los resultados tanto como tú.— me sonrió con una tranquilidad que me hizo agachar la vista.

— Esperaré...— lo vi —, hasta el otro Lunes.

Nos quedamos un rato platicando sobre lo siguiente que pasaría con mi embarazo y algunos otros detalles. Hablar de esto con Harry me hacía sentir más protegida sobre el asunto. Yo casi no hablaba de estos temas con Daniel porque él no tenía la idea ni mucho menos el tiempo. Y el pensamiento más estúpido me llegó cuando logré pensar sobre qué pasaría si Harry fuese el padre de mi bebé pero rápidamente deseché el concepto sabiendo que fue tonto llegar a pensar aquello. De verdad me aterré al imaginar eso.

Las tazas ya estaban vacías en el suelo, una hora más había pasado y yo me encontraba muriendo de sueño junto a Harry. Sin querer nos quedamos dormidos en el sofá, él recargaba su cabeza en el respaldo y yo en el otro lado. Solo que yo abrí los ojos y lo vi dormir, se notaba muy cansado. 

— Harry...— lo moví, él entreabrió sus ojos — Hay que irnos a descansar.

— Lo siento, me quedé dormido — se reincorporó — Me iré de una vez.

— Son las tres de la mañana, ven yo te daré un espacio.

Dr. StylesWhere stories live. Discover now