Sexagésimo quinto

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Harry

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Harry

—Mi madre no aprueba lo nuestro, me amenaza con decirle a mi padre y no con la verdadera historia sino con la versión que vieron sus ojos. Y por si fuera poco, tengo problemas con mi esposo sobre nuestro divorcio y una futura custodia que atender —pasó sus manos por el cabello por la misma desesperación— Y cabe mencionar que él está viviendo con su otra familia en nuestra casa. Todo es un desastre, ¿no es así? —me miró sumamente preocupada. 

—Tal vez no son las palabras que buscas, pero todo tendrá solución. Las cosas se arreglan paso a paso —tomé su mano.

—¿Cómo es que siempre ves las cosas con positivismo? —me sonrió, pero se notaba cansada—  Algo que yo nunca podría hacer, claro está —acarició mi cabello con delicadeza.

—Eres más fuerte de lo que tú crees. Todos se acomodará en su debido orden, estoy seguro. 

—Eso espero, de verdad —besó mi mejilla y se alejó— Por cierto, me llamó hace un momento el hombre que me rentará próximamente el departamento. Mañana iré a verlo, para firmar contrato —dijo nerviosa. 

—Eh, claro —traté de simular mi sorpresa. Miré fijamente sus ojos, se notaba que no estaba muy segura— Sabes que apoyaré cualquier cosa que hagas pero, no te sientas con la obligación de irte de aquí. 

—Estaré bien —sonrió un poco.  

—Sabes que apoyaré tus decisiones —me levanté de la cama— Si es lo que buscas, estaré para ti.

—Gracias —me abrazó. En sus ojos se notaba fácilmente la nostalgia. 

Si soy sincero, no me gustaría que se fuera pero no quiero ser egoísta con sus decisiones. Pienso que si es su opción, dejaré que haga lo que desea con tal de que se sienta mejor. Está pasando por muchos problemas, quizás quiere estar sola antes de decidir lo que va a hacer ahora en adelante con su vida. 

El resto del día pasó, yo la acompañé temprano a visitar su departamento. Por lo que veía el sitio era pequeño pero se sentía cálido y tenía muy buenas instalaciones, además no quedaba tan lejos de mi casa por lo que se le hizo perfecto a Stella y a mí también. Ella firmó el contrato y entregó sus ahorros al dueño del edificio, y él le entregó las llaves del hogar como último. 

Stella decidió quedarse un rato a contemplar el sitio, yo por mi parte tuve que despedirme de ella para poder irme a trabajar al hospital. La rutina de hoy estuvo ocupada como habitualmente estoy acostumbrado, mi único tiempo libre fue unos diez minutos que me dieron para un cambio de traje quirúrgico. Esperando afuera de la sala, vi a la enfermera Camille que estaba por entrar pero noté que pensó por un instante si debería saludarme o no. Finalmente decidió que sí, así que suspiró disimuladamente y se acercó a mí. Algo que por supuesto, fue extraño. 

—Hola doctor —mostró una sonrisa tímida— ¿Cómo ha estado?

—He estado bien —sonreí algo confuso. No entendía su actitud tan nerviosa, solo estábamos los dos— Gracias por preguntar pero, ¿tú cómo has estado?

Dr. StylesWhere stories live. Discover now