Trigésimo octavo

6.9K 436 141
                                    

Harry

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Harry

— ¿Y cómo fue que un día decidiste ser doctor? — Verónica me pregunta.

— No fue realmente cosa de un día — me acomodo en mi asiento — Como te dije hace rato, soy un médico especialista en obstetra y cuando era un infante digamos que no se me hacía coherente la historia de "la cigüeña" que mis padres me contaban cuando era niño. Yo necesitaba saber... de donde venía todo ese asunto de los bebés. Una de las razones.

— Es totalmente interesante — toma de su vino con una sonrisa.

— Seguramente estás pensando que soy extraño — tomo mis cubiertos mientras sonrío con timidez.

— No, claro que no — lo niega — No es así, lo digo con sinceridad. Admiro mucho a los doctores, a todos en general.

— ¿Así? ¿Por qué? — la miro.

— Bueno...— sonríe mirando la mesa — Mi padre era doctor, era úrologo y siempre me decía que amaba atender y sanar a las personas. Él amaba su trabajo.

— Espero no me lo tomes a mal pero ¿qué pasó con tu padre? — pregunté con lentitud, ella me miró con una pequeña sonrisa.

— Murió el año pasado — suspira — No por una enfermedad, sino por causas naturales. Ya tenía su edad, pero sin embargo sé que está descansando en paz.

— Lo está — asentí — Digo yo también perdí a mi padre hace unos años... de cáncer. Nos dolió a todos en mi familia, pero pienso lo mismo que tú.

La chica de cabellos negros me sonríe de la manera más tierna, pone su mano sobre la mía y da unas ligeras acaricias para luego apartarse. Nos miramos para sonreír otra vez. Empezamos la cena platicando sobre nosotros, pero entre más hablábamos, más íbamos a lo personal. No sé si es muy rápido hablar de estos temas pero al menos yo puedo decir que no me sentía presionado.

— Eres un hombre diferente Harry — se recargó — Y eso es bueno.

Tomé mi copa y bebí de ella, no supe qué contestarle.

— No eres el típico hombre que trata de decir cada piropo para conquistar mujeres. Porque tú no tratas de conquistar, tú tratas de conocer. Y eso es jodidamente bueno — volvió a insistir — Me agrada, mucho más que cualquier estúpido cumplido que ya a veces a las mujeres nos harta. No quiero oír que soy "bonita", quiero oírte y tú haces eso.

— Es que en verdad quiero conocerte Verónica — dije con honestidad.

— ¿Habrá otra ocasión, verdad? — pregunta con ilusión, yo acepté.

No habrá otra ocasión en la que yo pueda obtener otra cita, y la verdad es que no quiero más citas. Nunca me agradó la idea de estar consiguiendo mujeres, si en el momento conocí a alguien, pues que las cosas surjan naturalmente a su manera. Todo a su debido momento, creo yo. Y Verónica me gusta, apenas nos vamos conociendo y no sabría descifrar lo que pudiera suceder con nosotros en un futuro. Podría terminar en una amistad o quizás en el algo más pero aún quiero seguir conociéndola.

Stella

La semana más rápida por el momento. Daniel llegó hace unos días y la verdad sí me había emocionado mucho. Aún estaba ese enojo en mí por la llave, pero cuando lo vi, lo olvidé por un momento. Pero volvió la duda y fue hace apenas ayer cuando le pregunté casualmente sobre aquello. No se mostró sorprendido cuando le dije, para nada. Y eso fue bueno porque aquel miedo que tenía era puro cuento mío. Me dijo que se la había dado por si sucedía alguna emergencia o porque siempre perdía mucho su llave y pues al menos alguien conocido tenía una copia para pedirla, eso me dijo él. Le creo pero sigo pensando que es algo muy estúpido. Si Daniel estuviera engañándome, lo hubiera hecho desde hace años, mucho antes de que nos casáramos e incluso cuando éramos amigos porque Chelsea nunca ha tenido nada serio y mi esposo jamás la ha visto de otra manera más que como una hermana.  

— Amor, ¿has visto mis zapatos cafés? — entró Daniel a la habitación.

— Sí, sobre eso...— lo miré nerviosa — González los destruyó.

Él se mostró molesto, lo supe por la cara de ira que cargaba.

— ¡Eran mis favoritos Stella! ¿Qué no te diste cuenta?

— No, no estaba en casa cuando sucedió. Pero como sabía que eran tus favoritos fui a comprarte un par nuevo — tomé la caja y me acerqué para dárselo — No son los mismos pero espero te gusten.

Los abre y los mira muy atentamente.

— No superan los otros pero bien, me gustan — suspira.

— ¿Lo dices de verdad?

— Sí, pero sigo enojado — besa mi frente — Por favor vigila mejor a tu perro, ¿quieres?

— Lo haré — veo que iba saliendo del cuarto — ¡Espera! ¡Daniel!

— ¿Si? — me voltea a ver.

— Recuerda que mañana tenemos cita con el doctor, para la cuarta ecografía de nuestro bebé — sonreí emocionada — ¿Vas a poder ir verdad?

— Claro que sí, mi amor. Esta vez sin falta — dice al irse.

Una vez que vaya con Daniel trataré de hacer que él se lleve bien con mi doctor. Harry y yo estamos empezando una verdadera amistad y quiero que entre todos haya buena comunicación. Faltaba menos de un mes para mi cumpleaños y me gustaría poder invitarlo a mi celebración.

Harry

— Buenos días Denise — me acerco a la recepcionista — ¿Podrías por favor pasarme la lista de los pacientes del día de hoy?

— Buenos días doctor... por supuesto, déjame imprimírselo — va buscando en su computadora.

— Sí, gracias.

Al minuto me la va entregando y le agradezco una vez más para irme mientras lo leía. Hoy tenía la mitad de pacientes que usualmente tengo al día porque hoy me tocaba quirófano, la otra mitad las atendería la otra doctora. En mi turno voy leyendo que me tocaba atender a Stella. Al leer su nombre una sonrisa aparece en mi rostro. No pude evitarlo, recordaba su manía de quererme preguntar todo sobre su bebé. Y me gustaba, porque comenzaba a sentirme más cercano a ella y a su hijo.

— ¿Vas distraído? — pasa por mi lado mi compañero Steve.

— Concentrado en la lista diría yo — le sonrío mostrando mi hoja.

— Bien, te veo en quirófano a medio turno ¿va?

— Ahí te veo.

— Va, hasta al rato.

Entro a mi consultorio y voy acomodando todo para comenzar con las primeras pacientes que ya estaban esperando en la sala de espera. Terminando con una, voy saliendo para llamar a la siguiente. Miro entre todas las mujeres para ver si ella había asistido a la cita, y sí, ahí venía pero entre ellas ahí estaba Stella y su esposo. Ella sí me ve, mostrando una sonrisa discreta que yo no pude responder porque la otra paciente ya estaba frente a mí. La pasé, cerrando la puerta del consultorio.

Esta hubiera sido la primera vez que atendería a Stella con más confianza, a comparación de los otros meses de consulta pero no iba a hacerlo, ahí estaba su esposo y según ella, él no sabía sobre nosotros y por ende tendría que atenderla como normalmente lo hacía. 

Dr. StylesWhere stories live. Discover now