Septuagésimo tercero

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Stella

—¿Mi qué? —se muestra confundido, yo solo suspiro lentamente y ruego por no incomodarlo con lo que le voy a decir.

—Hoy en la comida con tu familia... acordaron tu madre y hermana que la felicidad que reflejabas ahora no se veía desde hace años —comenté aquello y su pequeña sonrisa que traía comenzó a desaparecer, ahora solo miraba el suelo— Dijeron que tuviste una razón. No me contaron más, solo eso.

No habló y a mí me preocupó más.

—No es necesario que me platiques ahora, ¿qué tal si solo nos vamos a descansar? —iba a levantarme de la cama pero mi acto fue detenido cuando él me tomó del brazo.

—No, hablemos ahora —dijo con calma y yo me senté de nuevo.

—¿Estás seguro? —miré fijamente sus bellos ojos verdes— No tienes qué hacerlo ahora. Puede ser en cualquier otro momento, en cuanto te sientas listo.

—No pasa nada, mi pasado ya fue superado hace años —me sonrió levemente. Tomó mis manos y antes de hablar suspiró fuertemente— Voy a contarte de algo de lo que usualmente nunca hablo de esto con nadie, pero que creo que es hora de que lo sepas. Solo en ti y en mi familia puedo confiar. 

Solo asentí en silencio, no sé qué pasaba pero estaba algo nerviosa. Él lo notó y dejó un pequeño beso en mi mejilla para indicarme que todo estaba bien.

—Antes de iniciar, ¿qué fue exactamente lo que mi madre o hermana te contaron? —preguntó con duda.

—Que antes querías especializarte en otra rama, que siempre has sido un niño muy reservado y respetuoso... muy inteligente por cierto —sonreí por eso último, eso también lo hizo sonreír un poco.

—Tienen razón, siempre fui el chico serio e inteligente de las clases. Creo que hasta tú lo has notado en la actualidad, sabes que no soy muy abierto con las personas, pero eso es porque así siempre ha sido mi personalidad —dijo y yo asentí con mi cabeza— Y bueno, empezando, tú sabrás que en la preparatoria llega esa época donde los adolescentes buscan noviazgos y aventuras. 

—Nunca tuve novio hasta la Universidad que fue cuando conocí a Daniel —reí un poco.

—Y yo no buscaba nadie, era muy reservado como para salir con chicas. Solo tenía como dos amigos, y solo iba a lo que iba a la preparatoria, que era estudiar. Pero sabemos que otros pasan esa época como si fuese una mala película ochentera —sonrió de lado— Pero poco después, sin planearlo sinceramente, una chica llegó a mi vida y me enamoré por completo de ella con el paso del tiempo. Se llamaba Naia. 

—¿Y ella fue muy especial para ti? —sonreí en forma de apoyo, ya que cuando mencionó su nombre, pude presentir que le fue difícil.

—Lo era, sí, lo era. Fue mi primer amor —carraspeó su garganta.

—¿Cómo sucedió lo suyo? —lo miré fijamente.

—Bueno —rió un poco, viendo nuestras manos juntas— Naia era una chica muy problemática. Sacaba malas notas, fumaba a escondidas en el baño, y pasaba la mayoría de su tiempo en detención por su mala conducta. Dirás, ¿cómo te enamoraste de ella?

—No te juzgaré, en serio. Yo me enamoré del chico más carismático y guapo de la Universidad; de Daniel. Él tenía muchas amigas guapas que estaban interesadas en él, y yo solo era esa chica que muy apenas había dado su primer beso —encogí mis hombros, él me miró con una tierna sonrisa— Pero dime, ¿cómo te enamoraste?

—Fue algo absurdo, pero fue así; como Naia nunca hacía su tarea, solía molestarme para que hiciera la suya pero no era un tonto y obviamente la ignoraba pero fue tanta su insistencia que no pude negarme más y le ayudé. Estaba demasiado desesperada pero le prometí que no le haría todo, que ella tendría que estar ahí para que le entendiera y para que se pusiera al corriente con las materias, yo solo le explicaría pero terminé haciendo todo su trabajo al final de cuentas —se recostó en la cama, mirando solo el techo.

Dr. StylesWhere stories live. Discover now