Trigésimo segundo

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Stella

— Hasta luego, señor y señora Martin. Fue un placer, muchas gracias por la invitación — dice Harry abiertamente, alzando un poco su mano como despidiéndose con tal acto.

— Gracias a usted, doctor. Venga luego, siempre es bienvenido — dice mi padre, yo ruedo rápidamente los ojos. De pronto sus bromas se esfumaron y ahora le muestra mucho respeto. Así debe de ser realmente, pero lo trata mejor ahora que sabe que es mi doctor.

— De nuevo gracias — él dice, ellos asienten de acuerdo. Después me mira.

— Bueno... lo acompañaré hasta afuera para despedirlo — les aviso a mis padres — Regreso.

Ambos salimos de la casa de mis padres para luego yo cerrar la puerta. Su coche estaba estacionado al frente de la casa, solamente tuvimos que bajar unos cuantos escalones de la entrada y caminar unos cuantos pasos. Abrí el barandal y él salió, sonriéndome amablemente como agradecimiento. Antes de sacar sus llaves del auto, me volteó a ver.

— Stella, muchas gracias por invitarme — es lo primero que me dice.

— No es nada, gracias a ti por venir — sonreí, encogiendo mis hombros — Espero no te hayan incomodado mis padres, a ellos les agradas, y a la idea de que seas mi doctor. Ya hasta te tienen un montón de confianza, lo noté en la actitud de mi padre sobre todo.

— Tus padres son grandes personas. Debo de admitir que tu papá me asustó un poco al principio pero vi que bromeaba, y no pasa nada — rió, vi que metió sus manos dentro de sus bolsillos de su chaqueta negra.

— Eh...— lo miro — Sí. Él es así. Con Daniel fue otra cosa, aún lo tiene en la mira porque es mi esposo más que nada. Pero sigue siendo broma, una broma que se volvió usual para nosotros.

Reímos un poco. Había nevado un poco, los árboles, autos y el suelo estaban cubiertos de una ligera capa de nieve. Hacía frío, pero era controlable bajo nuestras chaquetas. Era de noche, estaba oscuro, solo las luces mercuriales y una que otra casa con los focos prendidos alumbraban la calle.

— Bien, tengo que irme — dice Harry.

— S-sí — tartamudeo, no sé por qué de pronto mi voz se volvió débil.

— Te veré la semana que viene — abre la puerta de su auto.

— ¿Así? — pregunto y me muestro confundida, ¿por qué nos veríamos la semana que viene?

— La cuarta ecografía, la esperaré ahí en el hospital — avisa riendo, yo río nerviosamente. Lo había olvidado, había olvidado el asunto doctor-paciente.

— Por supuesto, soy una tonta, se me fue — traté de explicar a la vez que reía pero creo que eso me hacía ver aún más tonta.

— Una última pregunta antes de irme.

— ¿Pasa algo?

— Si, Stella ¿cuándo es tu cumpleaños? — me lo dice con interés, yo sonrío recordando lo de la cocina.

— Enero 18 — sonreímos.

— Eso era todo. Gracias.

Prende su auto y se marcha, yo suspiro y entro a la casa. Mis padres me sugirieron (casi como obligación) pasar la noche en su casa por las bajas temperaturas, además sabían que andaba sola en mi hogar así que acepté con gusto.

Harry

Llegué a casa, casi a las 11 de la noche. Lo más curioso es que mi mamá no estaba esperándome como usualmente lo hacía. Ella sabía que me quedaba más tiempo en el hospital por horas extras pero me da la ligera impresión de que ella sabe que no es por trabajo. Luego recuerdo las palabras de Gemma, de mamá sospechando algo. Ellas piensan que salgo secretamente con alguien, y eso las emocionan pero es una lástima que no es como ellas piensan.

Dr. StylesWhere stories live. Discover now