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Stella
Al finalizar la conferencia en el auditorio, todos los invitados salimos de la sala. Al yo salir de ahí, vi a Harry esperándome afuera. Me acerqué a él con una pequeña sonrisa que él me correspondió también, pero más que nada estaba algo sorprendida de verlo ahí esperándome.
— Hola — murmuré algo tímida.
— Hola, ¿nos vamos? — dijo de pronto, a la vez que él empezaba a avanzar.
— ¿Irnos? ¿adónde? — fui detrás de él, aún más confundida que antes.
— A visitar a Gemma a su trabajo, tranquila que no queda tan lejos — se volteó para sonreírme.
— ¿Pero y tu trabajo? — caminé a su lado.
— Es mi hora de comida, tengo suficiente tiempo no te preocupes — rió al verme aún desconcertada.
— De acuerdo, pero pudiste avisarme para ya que pudiera salir unos cinco minutos antes y así no me hubieras esperado — dije mientras lo veía.
— Traté de avisarte antes pero llegando solo te marchaste al auditorio sin decirme nada — me respondió de la misma forma que yo — Acaba de salir así que no perdí tiempo pero ¿por qué te fuiste de pronto? — preguntó intrigado.
De ninguna forma le diría lo que llegué a pensar, pero me asustaba que él pudiera notar mi temerosa expresión así que rápido la cambié mostrándome tranquila. Por la mañana cuando entramos los tres juntos no lo pensé, al verlo hablar con su compañera solo pensé que no podría interrumpirlos y me marché por mi cuenta.
— Te vi ocupado, solo eso — traté de sonreír.
— No hubiera pasado nada si me preguntabas, te hubiera ayudado de todas formas — me abrió la puerta del auto — Vi que estabas algo confundida al entrar, pero tan pronto como llegaste solo te fuiste a pasos rápidos y ya no te pude ver entre toda la gente.
— ¿En serio? — solté una risilla nerviosa — Supongo que no me di cuenta, lo lamento — me puse el cinturón de seguridad — ¡Pero cambiemos de tema! ¿cómo está tu hermana? — traté de no mirarlo.
— Ella está bien, usualmente la visito cada vez que puedo — agregó él mientras conducía — Hoy iremos con ella porque regularmente coincidimos con nuestra horas del almuerzo. Le hablé para avisarle que iríamos, por cierto.
— Oh, es una pena que viera días antes como mi matrimonio iba bien para que luego le salga con la noticia de que nos separaremos — dije sin apartar la vista de la ventana.
— No tienes porqué decirle si no quieres — su voz sonaba tan tranquila, cuando lo miré, sus ojos, su expresión, vi que su rostro estaba tan concentrado en el camino.
— Lo sé pero de alguna manera lo sabrá, quizás no hoy porque sino soltaré en llanto y eso no terminará bien.
— Tú relájate lo más que puedas. — me miró — ¿Te parece? — sonrió con ambos labios juntos.
