Décimo tercero

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Harry

Bajo de mi auto y camino hacia la puerta principal para tocar su timbre. A los pocos segundos me recibe mi hermana con un abrazo que yo correspondo.

— Hey hermanito, ¿cómo estás? — me indica con su mano a que pase adentro de su hogar.

— Estoy muy bien Gemm. Y tú, ¿dime cómo has estado? — respondí una vez ya adentro. Mi hermana me encamina hacia su cocina y me sirve un poco de té caliente en una taza que luego me tiende.

— Pues ha sido una semana pesada en el jardín de niños pero todo bien hermanito — se detiene para tomar de su bebida — Por cierto... ¡Holly, tío Harry está aquí! ¡Ven rápido!

Llama a mi pequeña sobrina a lo cual amo y protego demasiado. Oigo sus pasos correr por las escaleras con bastante prisa. Yo miro la entrada de la cocina esperando la presencia de mi traviesa sobrina de cinco años.

— ¡Tío Harrrry! — corre hacia mí y yo la cargo en mis brazos tan rápido en cuanto se acerca a mí. 

— ¿Cómo estás princesa? — le sonrío.

— Estoy bien tío Harrry — dice con emoción, yo río levemente mirando algo extrañado hacia Gemma, a lo cual mi hermana encoge sus hombros.

— Esta semana aprendió a pronunciar la "r" y cualquier palabra que la contenga, la pronuncia mucho — avisa, yo comprendo, de todas maneras me parecía adorable.

— ¿Eso es cierto princesa? — miro hacia la niña.

— ¡Sip! Tío, tío, tío he hecho un dibujo para ti — la bajo y me agacho a su pequeña altura.

— ¿Para mí? Muchas gracias, pequeña. ¿Y en dónde está para verlo?

— ¡Arriba! ¡Voy por él!

— Solamente no corras por las escaleras, Holly — le advierte Gemma al verla correr.

— ¡Sí mami!

— ¿Y cómo está mamá? — mi hermana pregunta, yo le miro.

— Ella está bien. La otra vez fue a visitarte, ¿cierto? — tomo de mi té.

— Sí, así fue. Ella me platicó sobre ciertas cosas.

Dejo mi taza sobre la mesa, poniendo toda mi atención en sus palabras. Cierta duda me consume al distinguir su tono en lo que lo dijo. Pareciera que habían hablado un poco sobre mí si no me equivoco.

— Pero bueno, ¿cómo vas con el hospital? — cambia de tema tan pronto como puede.

— Voy bien. Muchas cosas por hacer, por ejemplo, hoy tuve salida temprano y pude aprovechar este tiempo libre para verlas.

— Me alegra que te esté yendo tan bien — me sonríe — ¿Sabes? Es bueno que te des tiempos libres. Nunca está de más descansar y pasarla bien.

— Y ya veo por dónde vas — respondo de inmediato.

— ¿Qué? — finge no saber.

— Vamos Gemma, mamá te habló sobre nuestra pequeña "discusión", no lo niegues. Sin embargo, no hay nada que pueda decirte. Estoy trabajando, estoy ocupado, fin de la discusión — digo duramente, sin llegar a serle grosero. Estos temas me tenían cansado.

— No voy a reprocharte nada hermanito — suspira — Ya estás grande y sabes muy lo que haces, no es de nuestra incumbencia meternos tanto en tu vida sentimental. Pero vamos, mamá es mamá. Ella quiere verte feliz y enamorado. No te lo tomes tan personal, pero pues considéralo, sal a divertirte por lo menos.

— No le daré más vueltas al asunto — niego con mi cabeza mientras le sonreía levemente.

— De acuerdo, de acuerdo — suelta una risilla — Nadie te apura en nada. Haz lo que se te plazca, Harry.

— ¿Por qué oigo ironía en el tono de tu voz hermanita? — la miro fijamente, ella no puede evitar carcajear.

— Admito que también quiero que seas feliz con alguien... pero...— marcó lo último que dijo — cuando tú sientas que sea el momento adecuado, ¿correcto?

— Bien, al menos tú sí lo comprendes.

— ¡Ya tío! — me tiende su dibujo, uno donde está ella y yo con mi uniforme del hospital, al parecer en un jardín lleno de flores — ¿Te gusta?

— Por supuesto que me gusta princesa — beso su mejilla y vuelvo a ver su dibujo hecho por crayolas — ¿Por qué tengo este remolino encima de mi cabeza?

— ¡Es tu cabello tío! — ella ríe al igual que su madre.

— Oh ya veo, aún así es precioso — vuelvo a besar su mejilla — Gracias pequeña.

Stella

Llegando a casa ya en eso de casi las siete de la noche, veo a Daniel y a Chelsea mirando un partido en la televisión. Le había avisado a mi esposo por un texto que había salido con mi papá, para no preocuparlo en caso de que no me viera en casa. Cierro la puerta y ellos me miran.

— Hola hermosa — me saluda Daniel, levantándose del sofá para recibirme con un beso en los labios.

— Hola Dani — dejo mi bolso en el sofá — ¡Hola Chels! Me da gusto verte por aquí.

— Hola Stella — se para también para saludarme con un beso en la mejilla — ¡Vaya amiga! ¡Y esa pancita abultadita! — toca mi vientre.

— Nuestro bebé cada vez está creciendo mucho más — responde Daniel, yo asiento de acuerdo.

— Qué adorable — hace un puchero — No puedo esperar para conocerlo... o conocerla.

— ¿Te imaginas nosotros? — digo, acariciando mi vientre — Estoy entre emocionada y nerviosa.

— Lo imagino — ella sonríe — ¿Y ya tienen nombres?

— Aún no, Stella quiere esperar a saber su sexo — contesta Daniel.

— Sí... Bueno chicos, subiré.

— ¿No quieres ver el partido? Tenemos pizza — me mira Chelsea.

— Me gustaría pero acabo de comer con mi padre y como que la comida no me está cayendo bien en el estómago — bromeo un poco, ellos ríen — Iré con Gonzy, pero gracias.

Subo las escaleras y veo a mi amigo recostado sobre la alfombra de mi habitación. Yo le sonrío y él se emociona al verme. Yo le acaricio pero pronto me siento sobre la orilla de la cama, sintiendo un dolor abdominal. No sé si es porque agarré aire o realmente estaba sintiendo unos horribles calambres en la zona baja de mi estómago. No quiero preocuparme de más, tampoco a Daniel y a Chelsea, solamente no quiero ser tan dramática. Trato de tomar aire y expulsarlo despacio, pues el dolor seguía presente.

Dr. StylesWhere stories live. Discover now