Septuagésimo quinto

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Harry

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Harry

—La cuestión aquí es portarse bien —mencioné viéndolos atentamente. Ellos asintieron de inmediato, pero el primero en quejarse fue Thomas.

—No es justo papá, Dave siempre llora por todo —se cruzó de brazos el pequeño de seis años.

—Solo tiene cuatro años, cariño —comentó Stella una vez que terminó de colocarse sus tacones. 

—Yo no era así —insistió.

—Claro que lo fuiste, en su momento —reí mientras alborotaba su cabello— Anda ve por cualquier juguete que quieras en lo que tu mamá termina de arreglarse —le di permiso y él corrió en búsqueda de uno.

—Papi, ¿yo también? —preguntó el más pequeño.

—Pero si ya tienes a tu peluche contigo —me hinqué a su altura.

—Otro, por favor —rogó con su mirada.

—Puedes cambiarlo por otro, pero solo puedes llevar uno —dije y él asintió— Ve, alcanza a tu hermano —le sonreí y éste corrió.

—¡Sin correr Dave! —ordenó Stella. 

Una vez que todos estuvimos listos, partimos nuestro camino hacia la fiesta de Gemma que era en un elegante restaurante. La verdad no entendía porqué la necesidad de una cena lujosa, pero supongo que ella lo había estado queriendo desde hace meses. Al llegar a aquel lugar, mi madre nos recibió con un abrazo. Saludó a sus nietos con muchos besos y después estos niños corrieron luego de poner un pie en el salón. Yo suspiré con una sonrisa cansada, fue lo primero que les dije. 

—Cómo lo lamento —se disculpó mi esposa con una sonrisa tímida—, iré para calmarlos —fue detrás de ellos.

—Los niños son preciosos —dijo mi madre mientras ambos caminábamos hacia la mesa— Dave se parece muchísimo a ti, ¿no crees? Sacó tus bellos ojos y cabello rizado, es un niño muy dulce.

—Ambos lo son, madre —sonreí orgulloso de ellos.

—¡Por supuesto! Está más que claro que tú y Stella son muy buenos padres —los miró con ternura— Claramente ahorita son solo unos niños muy traviesos, pero bellísimos. 

Llegamos a la mesa con todos, donde los padres de Stella también se encontraban. Durante este tiempo nos hemos vuelto todos muy unidos, pues éramos una pequeña familia. La madre de mi esposa seguía siendo una mujer muy reservada, pero se notaba que no estaba incomoda con nosotros, solo era una mujer de pocas palabras. Con los años entendió nuestra situación, solo que nunca lo iba admitir según los criterios de Stella. Ella solo demostraba afecto hacia sus nietos, y con eso le bastaba. 

Dr. StylesWhere stories live. Discover now