Sexagésimo octavo

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Harry

Salí de la habitación sintiendo ira, pero en el acto de mi marcha, me hallo con el causante de las graves heridas de Stella. Siendo sincero, no me faltaba nada para darle una golpiza pero tenía que tener en mente que estaba en área de trabajo y que normalmente yo no respondo con violencia, pero no podía quedarme con los brazos cruzados viendo a ese miserable frente a mí. Lastimosamente, no podía hacer nada ahora.

—Con permiso —espetó, sin siquiera mirarme directo a los ojos, e intentó pasar pero yo me pongo frente a la puerta y la cierro detrás de mí.

—Por ahora no puede recibir visitas, está bajo chequeos —digo y él me mira incrédulo.

—Necesito hablar con mi esposa —exige, remarcando esa palabra y viéndome como si tuviera el poder y la autoridad.

—Por ahora no puede pasar. Se lo repito, está siendo tratada con urgencia por médicos debido al severo daño corporal que recibió —lo miro fijamente sabiendo que él lo ocasionó, Daniel queda finalmente callado y nervioso por lo que dije.

—Esperaré —se alejó furioso.

Pasando la media hora, la enfermera sale de la habitación y me busca. Parecía preocupada, y algo dentro de mí ya sabía lo que diría respecto a la salud de la paciente.

—Está muy mal. La señorita Stella Griffin sufre de dolores serios en la espalda, dice que cayó sobre ella y muy apenas puede moverse —miró su tabla con las especificaciones anotadas—, y respecto a su rostro, tiene la nariz fracturada pero no sufre de dificultades. Lo grave aquí es su espalda, su lesión la impide realizar movimientos. Quedará en reposo hasta que se recupere, pero analizando su situación, a sus ocho meses y medio de gestación, será imposible que realice un parto natural en cuatro semanas ya que su reposo durará un poco más de un mes —me miró al terminar.

En eso, también sale el doctor y pasa por nuestro lado.

—La mujer está mal físicamente, su dolor es muy fuerte. Necesitamos que le hagas un ultrasonido urgente, tendrán que traer los materiales. Me temo que su embarazo pueda resultar con riesgos —mencionó aquello con seriedad, y mi corazón dio un hueco—. Si es así, la paciente tendrá que reposar unos días y por ende, tener que realizar una cesárea de emergencia en el quirófano. Por eso necesito que cheques la salud del bebé.

—Mandaré hacer la orden —asentí, luego vi a Daniel pasar. Sé que ya tenía la autorización para entrar, pero no lo dejaría— Disculpen, con su permiso.

Entré a la habitación, Stella al verme, hizo un gesto de alivio.

—Disculpe, necesito que se retire por un momento debido que a la paciente se le hará un ultrasonido particular.

—Me dieron permiso para entrar hace nada, necesito hablar con ella y saber cómo está —dijo muy molesto.

—Estoy bien, por favor vete Daniel y deja que hagan lo que ellos necesitan hacerme —habló Stella, su voz estaba quebrada. Sabía que ella ya no podía más con toda esta situación.

—De acuerdo, pero vendré más tarde —iba a salir, pero quedó frente a mí y me miró de una forma amenazante— Sé lo que ambos tienen, imbécil. Eso no te da derecho de nada, recuerda que sigo siendo su esposo —terminó de murmurar y se marchó.

—¿Qué te dijo? —ella dijo asustada.

—Nada con importancia. Por cierto, ya tengo todo por enterado —me acerqué para estar a su lado.

—Lo sé, es grave. Estoy en modo maniquí, no puedo moverme —tocó con dificultad su nariz, que estaba cubierta por un apósito adhesivo e hizo una mueca— Duele, pero no se compara con el dolor que sufro en la espalda. Pero más que nada, me alegra verte. Te extrañaba y solo quería verte a ti —me sonrió contenta.

Me incliné un poco para darle un beso corto en los labios.

—También te extrañé, y González igual —me alejé, ella sonrió con nostalgia.

—Sé que ha estado en buenas manos —me miró, sin quitar aquella débil sonrisa— Oye... ¿es verdad lo del ultrasonido? —ahora sí me miró preocupada.

—Sí, es muy necesario. No voy a mentirte, me preocupaste mucho pero me tranquiliza verte ahora mejor. Solo no quiero que les pase nada, quiero que el pequeño y tú estén bien. Y créeme, así será, lo prometo —suspiré preocupado e hice una leve pausa— ¿Te duele también tu vientre?

—Me duele todo el cuerpo, es lo que sé —sus ojos lagrimearon— Solo espero que mi bebé esté bien, no es justo que mis problemas también las pague él —comenzó a alterarse.

—Todo estará bien, solo es para asegurarnos. Si sigues así de calmada, las cosas les resultarán mejor —miré mi reloj— Tengo que marcharme, es probable que en un rato venga la obstetra Elizabeth o yo a atenderte, eso depende mucho. Pero te prometo que haremos todo para que puedas salir aquí sana y salva —tomé la perilla de la puerta y le di una última mirada— Te amo, sé que estarás bien.

—Te amo igual, Harry —se aguantó las ganas de soltar en llanto. Le di una última sonrisa y salí para dejarla descansar.

Resultó que yo fui el que atendí a Stella, esta vez no le pude decir los datos al momento debido a que era una método más particular como le mencioné antes y solo los doctores y enfermeras que la atendíamos podíamos saber el resultado. Al parecer, sí tuvo complicaciones como lo presintió el doctor. No en sí el bebé, que por suerte estaba bien, pero la lesión de espalda de Stella afectó el acomodamiento de su columna vertebral y por eso su dolor es muy fuerte. No iba a mejorar con el reposo, por lo que era necesario una cesárea para atender el problema de su parte trasera. No había forma de que se pueda realizar el parto natural que ella deseaba debido aquel asunto con su espalda, y era urgente que sanemos esa columna lo antes posible. Sin embargo, ella llevaba ocho meses y medio de gestación, Thomas tendrá que estar listo para nacer un poco antes.

—En tres días se estará programando el parto de la paciente Stella Griffin en el quirófano y el encargado de realizarlo será el doctor especializado en obstetricia y parto, Harold Styles —fue anotado por el encargado de la unidad quirúrgica—. Pueden avisarle a la paciente. 

Dr. StylesWhere stories live. Discover now