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La lluvia estaba muy fuerte hoy, daba sus encantos justo en tú ventana, rompían tus bloqueos mentales y te hacían relajarte. Escuchar los gritos desde abajo te adormecían, te dolía en el cuerpo escuchar que tus Padres pelearan continuamente sin parecer parar en algún momento, sabías que esto sería el resto de tú tarde, cómo siempre.

Una notificación sonó en tú teléfono, haciendo vibrar toda tú cama. Lo agarraste desconfiada, un vídeo te había llegado y no pintaba ser una buena señal.

—Ah, ¡Hola, ____!—dijo una voz reconocida. El vídeo era movedizo, apenas distinguías el lugar; las caras y las voces eran imposibles de no entenderlas, eran tus "mejores amigas"—¡Nos fuimos a una fiesta sin tí!—gritó una rubia teñida.
—Púdrete, nadie te quiere.—gritó tú otra amiga Trinity, rompiéndote el corazón a pedazos.

Allí acabo el vídeo.

No podías decir nada, el nudo en tú garganta se formó y ni siquiera sabías porqué te debería afectar tanto. Tus dedos temblaban, no podías tocar una letra de tu teclado porqué sabías que nada terminaría bien, todo se daría vuelta y tú estarías dentro del problema.
No sabías que hacer, así que apagaste tú celular, y por pura furia te acercaste a tú ventana para ver la lluvia caer, deseabas gozar del ruido y no te diste otra opción. Necesitabas el agua, más de lo normal, necesitabas cerrar la herida.

Acompañada de una mochila cargada de pocas cosas en tú espalda, como un cuaderno, auriculares, tú celular y zapatos pocos cómodos, te fuiste bajando la escalera, pasaste delante de tú Madre y Padre, pero no captaron tú figura dejando la habitación.

Antes de salir a la catástrofe natural, pusiste tus auriculares y "Wake Me Up" de Avicii, abriste la puerta con todo golpe necesario y empezaste a correr escuchando la canción al máximo nivel. Corrías sin mirar para abajo, o arriba, ni se te ocurría para atrás.. querías correr lejos, demasiado para hacer una nueva vida, con nuevas esperanzas. No era el mejor plan, pero podías alejarte de la gente venenosa y no verte nunca más a un espejo.

Dejaste de correr, estabas a centímetros de una nueva esquina, para poder seguir corriendo y vivir otra etapa, sin que sepan tú nombre. Pero una presencia inevitable se adentró en el ambiente, debías mirar hacia atrás..

—¿Porqué corres?—preguntó cansado de correr.
Dabas pasos pequeños, alejándote. No podías quedarte más en este pueblo, nadie te quería aquí.
—No te vayas, ____.—te dijo el chico con rulos en su cabello, ojos café, orejas perfectas y la gran curva en su cabeza que definían un hombre de guerra.
—¿Y porqué no, Tom? ¡Nadie me quiere aquí, no debo estar aquí!—gritabas con la voz en pocos niveles, tú nariz era el mismo color del infierno. Huir tiene sus consecuencias.
—¡Yo te quiero aquí! ¡Te necesito en mi vida!—gritaba él, con una cara seria y decepcionada. Te había roto tú corazón en pedazos esa mirada inocente.—¿Porqué te alejas?—preguntó, ya con más calma.

Bajaste tú cabeza, sacaste de tú bolsillo, obligada por tus pensamientos y tu conciencia. El vídeo se mostró en centímetros de la cara de Tom, tú mejor y único amigo fiable de toda la vida debía saber este momento tan oscuro, esta revelación a tú propia existencia.

Tom se quedó con la boca cerrada, mirándote con los ojos de pena y culpa. Tú nariz ardía de mala manera, y tu cuerpo ya iba a estar a pocos segundos de estar en cero absoluto y eso no querías que pasara. Él lo captó, y en una parada de bus que estaba al lado de ambos, te llevo a sentarte allí, poniéndote encima de tus hombros su pesada, pero muy caliente, chaqueta.

—¿No tendrás frío?—preguntaste mirándolo fijamente. Él movió la cabeza.
Suspiro, y vaya que mucho.
—Escucha, _____. —pausó—Es horrible que te trataran así, mucho más que no se lo pudieras decir a nadie en quién estuvieses cerca, y eso te dejaba débil, ¿Cierto?
—Sí.—respondiste atenta, escuchando cada respiro.
—Pero, me tienes a mi. Siempre estaré ahí cuando lo necesites, cada vez que me llames, no importa cuándo o en qué momento, te contestaré y te ayudaré.—vió tus ojos.

Diablos, sí que había un problema aquí.

Su remera bordo oscura, marcaban cada detalle fino de su espalda, o sus trabajados biceps que se remarcaban y te daba a entender que él era un chico responsable de su cuerpo. Pero nada de eso te cautivaba a ti, desde pequeños Tom tuvo el don de la amabilidad, el respeto, la simpatía y el coraje que siempre deseaste ver en un hombre, estaba en frente de tus ojos desde que tenías memoria.

—¿Y porqué serías así de leal a mi?—preguntaste, atascando tus dedos con la chaqueta mucho más.
—Cuándo éramos pequeños, teníamos cinco años, ¿Recuerdas?—te preguntó, convencido. Negaste con la cabeza—Pues, estábamos en clases, yo jugaba inútilmente con las tijeras y me corte un poco el dedo. Recuerdo tú cara de asco, estabas cansado de lo inútil que era.—decía entre carcajadas—De tú pequeña mochila sacaste un tarro pequeño de azúcar, y sin decirme algo, pusiste mi dedo allí.

Ahora recordabas todo, el famoso Martes 13 de Thomas Stanley Holland.

—Sí, me preguntaste porqué tenía un tarro de azúcar. Yo te dije que era porqué lo dulce me encantaba.—dije yo entre risas, mientras él despojaba su más tierna y pura sonrisa que viste en años.
—Ese día, supe que, por alguna razón..no importaba cuando o donde, debía estar ahi para tí, siempre.

Tomaste su mano tiernamente, y apoyaste tú cabeza en su hombro.

—Te amo, Tom.—susurraste, en un tono en donde sabías que el lo escucharía.
—Yo más, ______—

La lluvia seguía, sí, y llovía bastante a decir verdad. Pero es una tormenta, junto a Tom, se irá rápidamente.

Tom Holland One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora