9/ TH

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Habían pasado cinco años desde que te estrellaste contra un auto y no escuchaste a tú amigo de toda la vida Tom Holland, quién ese día habrían tenido una pelea.

Luego de haber peleado intensamente, recuerdas que te fuiste de su casa golpeando las puertas como loca y te fuiste a tu auto. Él te pidió que no te vayas, ya que ese día podrías tener algún accidente con toda la nieve que había tapando todas las calles, pero no lo escuchaste y arrancaste el auto.
Recuerdas haber puesto "In My Blood" de Shawn Mendes, que te retrocedió a los momentos con tu mejor amigo desde pequeños. Y luego, fue cuando tu rueda se deslizó mucho y terminaste chocándote con un auto. Desde ese día, Tom se borró del mapa.

De todos lados, hasta hoy.

Estabas sentada en tu cama relajándote, mirabas la televisión y estabas tapada hasta el cuello, ya que tenías mucho frío en London. Al vivir sola, y ya haber hecho todos los deberes, era tú tiempo de descanso, era por eso que tenías una pizza recién ordenada a tú lado; y como siempre, sola.
El timbre sonó y pensaste que no habías pedido helado, y aunque sonaba como una deliciosa decisión, la salteaste y decidiste moverte con la manta en tus hombros. Al bajar las escaleras tranquilamente, te dolió un poco tu cadera debido al golpe que recibiste en el choque, pero lo pasaste por alto y abriste la puerta.

El cabello un poco corto, parado, sin aquellas curvas bellas, pero aquel corte que no era ni largo ni corto, le sentaba hermoso. Su mirada perdida y emocionada, con ojos castaños cual madera, sus labios británicos metidos casi muy adentro de sus dientes, su piel perfecta y su remarcada sonrisa al verte.

—¿T-Tom?—balbuceaste.
—Sí, soy yo.—contestó, con un ramo de rosas en tú cara.
—Pa-pasa.—señalaste, y él entro tranquilamente.

Estabas shockeada, sin entender el porqué de que cinco años después el haya aparecido.

—Y b-bueno, ¿Cómo va tú vida?—dijiste, nerviosa.
—Apesta.—contestó—¿Tú vida?
—No tan mal..—pausaste—Miento, apesta también.—rodeaste tus ojos, suspirando.
—Te vea genial, como siempre.—te sonrió.
—¿Qué haces aquí?—dijiste, tomándole otro rumbo a la conversación.

Él se quedó perplejo.

—___, escucha. Sé que te dejé hace mucho tiempo sola, perdida y sin sonrisas, como solías estar.—pausó—Y vengo a decirte perdón.
—Un perdón no es suficiente para cinco años en donde ni supe donde estabas.—apoyaste tu mano en la silla, enfadada.
—Lo sé, y lo lamento mucho.—se acercó—Y es por eso que te preparé esto..—agarró tú mano.

Y aún así te sonrojaste toda, largaste su mano y lo dejaste colgado. Te miró extrañado.

—¿Cómo puedo confiar en ti?—preguntaste.
—Solo..créeme, no pienses que no soy una mierda, dame otra chance, tú siempre le dabas una segunda oportunidad a la vida.—te miró con sus ojos preocupados.

Tomaste su mano, y te llevó hacia el exterior.

Viste un camino lleno de rosas, con el mismo aroma y nostalgia del día en que ambos se habían conocido, en la jardinería de tu Padre. Recolectabas cada pétalo y lo guardabas en tu mano, mientras el te acompañaba detrás tuyo, y hasta que cogiste el último pétalo, cayeron en un restaurante, siendo específicos: el restaurante en donde ambos habían intentado ser algo.

—Recuerdo que fallamos esa vez.—se puso a tu lado.
—Sí, lo intentamos.—sonreíste, recordando cuan nervioso Tom se veía y derramó su bebida en la mesa de temblar.
—Bueno, aún así siga teniendo nervios. Quisiera volver a intentarlo.—te miró a ti, con esos ojos profundos que expresaban cariño y calor.
—¿En serio quieres?—preguntaste, acercándote a él.
—Desde que era pequeño.—te sonrió.

Si no fuera porque helaba en London, te hubieses derretido de ternura.

—Entremos, entonces..—devolviste la sonrisa.

La cara de ambos se había iluminado, mucho más que toda la luz de la ciudad junta, y eso significaba que ambos realmente querían volver a intentarlo. Querían empezar desde cero, olvidar los problemas y ver todo desde un nuevo punto de vista, verse con más amor y no desaparecer nunca más uno del otro, así querían ambos ser, y así lo fueron.

Un año después, ya eran toda una relación formal, aunque dentro de la casa eran dos locos comiendo y mirando películas, eso siempre los entretenía, era su plan perfecto de Sábado, o de cita.

Fue hasta el 10 de Marzo, que la gran noticia llegó.

—Tom, debo decirte algo.—te sentaste a su lado.

El apagó la televisión y te miró dudoso, aunque el entendía que las circunstancias eran serias. Aún así, no pudiste evitar sonreír.

—Espero que te guste ser Padre, Holland.—sonreíste.
—¡____! ¡Oh Dios mío, oh Dios mío!—se levantó, celebrando—¡Seré Padre, seré Padre!—gritaba, con su rostro iluminado.
—¡Sí!—sonreías, hipnotizada por la felicidad.
—Y tú serás la mejor Madre del mundo.—te sonrió.

Terminó por darte un beso en la boca, dejándote en claro que ahora, tu apellido sería Holland.

Tom Holland One-ShotsWhere stories live. Discover now