22/PP-SM

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—Si quieres saber que hacer correctamente, ¡No desapruebes las pruebas, imbécil!—escuchaste de parte de tu Madre, quién estaba obsesionada contigo y tus notas perfectas.
—Lo lamento Madre.—dijiste, retrocediendo con miedo—Prometo aprobar en la próxima prueba.
—Ya veremos a donde llevas esa cabeza hueca.—te fulminó con su mirada, y golpeó la puerta al irse.

No pudiste evitar derramar unas lágrimas cuando se retiró, rápidamente, te sentaste en tu escritorio y pusiste tu prueba desaprobada enfrente tuyo; la rompiste enfurecida, para luego mirarte en el espejo y odiarte a ti misma..en lo que tu Madre te había convertido. Escuchaste pasos acercarse a la puerta y te diste vuelta para que nadie vea tu rímel corrido, porque nadie te debe ver llorar.
Tu Padre entró, el abrió la puerta lentamente y con un tono suave y calmado se acercó a ti.

—¿Sí, Padre?—dijiste, con la voz quebrantada.
Observó en silencio tu rimel corrido, tu cabello despeinado y parado, y las hojas destrozadas en el suelo.
—Hija, está bien llorar.—se acercó a ti y te abrazó.
—Está mal Padre, si Mamá me viera llorar..—te interrumpió, alejándose de ti.
—Debería saber que es humano llorar, y desaprobar es una lección para poder sacarte una muy buena nota en un examen. No me digas que no puedes tener buena nota, si tú siempre tienes dieces implantados.—te sonrió tiernamente, apoyándote sus manos calientes en tu cara.
—Gracias por confiar en mi.—le devolviste la sonrisa.
—No hay de qué. Escucha, tu madre y yo nos iremos a cenar afuera, hay comida en el refrigerador, ¿está bien?—te miró, tocando tu mano.
Dijiste que sí con la cabeza, y tu Padre te dejó un suave beso en tu cabeza. Se retiró de tu puerta y momentos después de el silencio calmador, aparecieron los gritos de tu Madre debajo, quién le gritaba a tu Papá, renegándole que era tarde para ir a cenar. Los gritos se hundieron cuando salieron de la casa, y eso te habilitó a abrir tus ojos.

Seguías frente al espejo, mirando cada extremo de tu cuerpo. Te mirabas el maquillaje, el cuarto, los ojos, la boca, la vestimenta y tus accesorios..todo para ti debía ser perfecto, así es como tu Madre quería que fueras desde siempre y así debías ser.
Sabías que siempre querías ser perfecta, que siempre querías ser un diez en todo y por eso fallar no era una opción. Te odiabas por seguir su juego. Te odiabas, y vaya que mucho. Fue cuando las lágrimas volvieron a derramarse que llegaste a un momento en donde te odiabas tanto por existir, que tomaste tu puño y le ibas a golpear al vidrio con intención de romperlo.

Cuando lanzaste el puño hacia el vidrio, escuchaste un grito fuerte que pronunciaba las palabras "no" por tu ventana; más no te importó, porque de todas formas lograste romper el espejo. Tu mano estaba cubierta de tu sangre y te espantaste, tu latido se aceleró y no sentías tu cuerpo debido a tu vulnerabilidad a la sangre real que se implantaba a centímetros tuyos.
El chillido de la ventana se escuchó entrar, y viste a Peter Parker entrar por allí y agarrarte tu cabeza para que no te caigas. Te agarró de la cintura y te echó en tu cama, busco una venda que había cerca tuyo y la colocó delante de tu mano.

—¿Peter? ¿Qué haces aquí?—preguntaste, mientras se movía de aquí para allá.
—Es difícil explicar ahora..—hablaba, mientras buscaba entre tus cosas alcohol. De uno de tus cajones sacó la botella pequeña—Bingo.
Se acercó a ti y te colocó el alcohol desinfectante con suave algodón en tu puño, aunque te ardía mucho, lo podías tolerar. Luego de unos momentos que fue más tranquilo, Peter cerró la ventana y te vendó el puño, para que sanara fácilmente.
—Peter, ¿Como entraste aquí? ¿Como sabías que golpeé el vidrio?—preguntabas, acomodándote.
—Emm, yo, digo, tú, eh..ah..escuché el golpe.—te sonrió, fingiendo la mentira de manera pésima.
—Fracasas en mentir, Parker.—le sonreíste.—Déjame adivinar, ¿Eres Spiderman?
—¿¡QUÉ!? ¡No! ¿Donde? ¿Cuando?—te miró exaltado.
—También eres pésimo para guardar secretos Peter, encontré tu máscara el otro día que fui a tener las lecciones de química.—guineaste tu ojo, mientras el se cubría la cara enfurecido.

Empezaste a reír y el estaba rojo como un tomate.

—¿Tan obvio soy?
—Sí, Peter. Lo eres.—te le quedaste mirando, miraste su tierna sonrisa y no evitaste sonreírle a él.
—E-eh..¿Tu puño está mejor?—preguntó, cortando el momento.
—Sí, se siente mejor.—tocaste tu puño.
Un silencio se generó.
—____,¿Porqué golpeaste el vidrio?—te dijo decisivo.
—Nada..—miraste hacia todos lados.
—¿Segura? Porqué oí a tu Madre gritarte.

No te quedó otra opción que contarle todo lo que sufrías de chiquita con la imagen de la "chica perfecta", tus problemas comunes, tus labiales perfectos, tu vestimenta angelical y todo lo demás que te exigías. Una vez que terminaste, sus ojos se cristalizaron y te abrazó con fuerza, el entendía tu dolor y siempre lo entenderá.

—Lamento esto, es solo que, es difícil no sentirse así.—subió sus hombros.
Te quedaste mirando como el secaba sus lágrimas, tomaste su cara y la impulsaste a tus labios, se fundió el silencio en un beso hermoso.
—No necesitas ser perfecta, _____.—te miró, tocando narices.
—Lo sé.—le sonreíste.
—Ya eres perfecta.

Tom Holland One-ShotsWhere stories live. Discover now