7/ TH

8.2K 276 7
                                    

Las ideas en tú cabeza redondeaban una idea: Matarías con a Tom Holland, el chico nuevo de la escuela que en poco tiempo se hizo popular por su arco y flecha.

—¿Qué pensabas?—protestaste, llamándolo.
—Era preferible clavarle una flecha que dejarte morir.—contestó de su lado.
—¡No, no es preferible!—gritaste.

Hubo silencio por un segundo, y se dió vuelta enojado.

—¡NO TE IBA A DEJAR MORIR, ____!—gritó en tu cara.
Unos segundos después, se disculpó.
—Aún así, no entiendo porqué te quejas.—te dijo, mirándote.

Sentías su respiración agitada impactando con la tuya, sus labios te miraban a ti perfectamente.

—No quiero que te conviertas en algo que no eres, Tom.—hablaste, agachando tú cabeza.
—Te prometo que no.—levantó tu perilla y te besó.

Esa no terminó siendo la promesa que cumplió.

Años después, Holland, (secretamente. Usaba un nombre como: Spider)  se conocía como un justiciero quién mataba a sus oponentes desde que se alejó inmensamente de tí. Cuando no recibían más comunicación o calor de uno a otro, su rabia lo contaminaba y lo hacía altamente tóxico, destruyendo paso a paso las vidas en las ciudades.
Estabas muy mal, te sentías responsable de ello, de que todo se fuera al diablo y que el pobre e inocente Tom tuviera que tomar esa decisión por que tú no sabías manejarte con su amor, que era lo más puro que existía en el universo.

Con tu mano temblando y un teléfono en la mano, la televisión encendida en frente de tus ojos y el papel que marcaban números, tomaste lo más rápido posible y no te contuviste. Debías llamarlo. Saber donde estaba, con quien, y como. Si estaba sobreviviendo como prófugo. Si quería las galletitas que tanto amaba junto a la leche especial que tú tenías siempre en tú heladera.
Si quería volver a tu casa a besarte y acorralarte de abrazo y amor, que era lo que más necesitabas.

En la primera llamada la voz de Tom, encendió tú cuerpo y tú sonrisa en todo nivel. Estabas muy por encima de lo que se le llama felicidad, estabas mucho más que feliz.

—¿T-Tom?—pronunciaste, entrecortada—Oh Dios, te extraño tanto.
El se quedó en silencio unos segundos.
—¿Estás borracha?—te preguntó.
—No toqué ni una sola copa de vino, Holland.—respondiste con una sonrisa detrás del teléfono—Necesito que vengas, por favor.
—Pero, tú dijiste que no querías verme..—repitió, con ese tono perfecto de que estaba emocionado.
—Lo sé, dije mentiras.—admitiste—Tom, yo te extraño más que nada en el mundo. Vivo en una gran casa, llena de dinero, tal como tú dijiste que yo iba a estar. Pero no es lo que yo quiero.—suspiraste.
—¿Cómo que no?—repitió.
—Tantas cosas, pero, ninguna de ellas se compara a la felicidad que tú me das. Necesito que estés aquí, conmigo, mimándome el cabello mientras recuesto mi cabeza en tú hombro, y miramos una película.—pausaste, para proseguir—Eso me hace feliz.

Pausó unos segundos su voz, escuchaste que apagó su televisión y volvió al teléfono.

—Entraré por la ventana, espérame allí.—habló.
—Está bien.—contestaste, para luego colgar.

Tus nervios se aceleraban, volverías a pasar un tiempo con el chico que te ponía la piel de gallina y te hacia sentir mariposas. Pero tus ojos se cerraban, necesitabas despertarse, fue cuando los golpes de los pies de Tom que sonaron en tú ventana te despertaron.
Allí lo viste, pidiéndote que le abras, mientras se quedaba mirándote a ti, y tú a el. Finalmente, optaste por abrir la ventana y dejarlo pasar.

—Bueno, aquí estoy.—dijo él, terminando de pasar por la ventana.
No dudaste más, y cruzaste sus brazos entre sus hermosos músculos. Lo abrazaste fuertemente con puro amor y cariño, todo lo que te quedaba de ello.
Él pareció abrazarte al instante, siguiéndote lo para hacerte secretamente feliz.
—¿Tom?—pronunciaste.
—¿Si, _____?—te respondió, sin soltarte.
—Te amo.—le susurraste a un tono que él entendiera.
—Yo más.—sonrió, abrazándote más fuerte.

Tom Holland One-ShotsWhere stories live. Discover now