Capítulo 4

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Estamos en la última clase del día, que es química, nos encontramos haciendo un trabajo en el laboratorio, el cual me tocó con Joanne y Jack.

-Listo, señor John, nuestro trabajo ya lo terminamos. -Dijo Jack.

-Excelente, siempre ustedes tan destacados, sigan así y llegarán lejos. -Nos alaga el profesor.

-Siempre los cerebritos llevándose el mérito de todos los profesores. -Dijo Sabrina.

Nunca le ponemos atención a lo que dice, siempre sale con sus comentarios tan tontos.

-Señorita Morgan, debería de aprender un poco de sus compañeros. -Responde el profesor.

-Si claro lo haré. -Afirma.

-Profesor nuestro trabajo ya lo terminamos. -Bethany se levanta y deja unos papeles sobre la mesa.

-Muy bien chicos, dejen las cosas ordenadas y pueden salir y ustedes también salgan. -Nos dijo.

Nos salimos del laboratorio y nos dirigimos a la salida del instituto.
Centro mi mirada en el jeep negro y al chico de ojos celestes, quien me mira y me sonríe.

-Alguien no tendrá que caminar hoy. -Habla simpático Michael.

-Yo quiero un chico así. -Dijo Joanne.

-Yo quiero uno así. -Exclama Jack sarcasticamente.

Me despedí de los chicos y me dirigí hasta donde estaba Santiago.

Me puse enfrente de él y le deposite un beso en la mejilla.

-Hola Sammie, ¿como te fue?

-Muy bien y ¿a ti?

-Bien gracias, vamos.

Me abrió la puerta, subí y cerró la puerta. Él hizo lo mismo, me miró por unos segundos.

-Vamos a mi casa, mi madre te quiere ver.

-Oh sí está bien. Vamos.

Nos dirigimos a la casa de los Williams, era un viaje no muy largo.

Duramos como 30 minutos en llegar, era uno de los lugares más prestigiosos de la cuidad. Su casa era muy hermosa y grande, es de dos plantas.

Santiago dejo su auto en frente de la casa y bajamos. Para llegar a la entrada principal, tendríamos que recorrer el jardín, que es completamente grande a tan sólo unos segundos ya estábamos abriendo la puerta.

Entramos y Santiago puso sus llaves en una mesita que estaba cerca de la puerta.

-Buenas tardes, señorita Samantha, hace mucho que no venía por aquí. -Me dijo Juanita, una de las empleadas de los Williams.

-Es un gusto volverla a ver Juanita. He estado algo ocupada por eso no había vuelto. -Respondí con una sonrisa.

-¿Gusta algo de tomar?

-No gracias.

-Por favor Juanita, traigale un jugo y algo para que coma. -Ella asiente. -Vienes de estudiar y debes alimentarte Samantha. -Regaño.

Nos fuimos a sentar un rato al jardín trasero donde había unos muebles de mimbre. Tienen una gran piscina junto a las sillas de playa, es un relajante patio.

Juanita había traído un jugo con unas frutas y un trozo de pastel de arándanos.

Doña Sarah viene entrando al patio con un vestido blanco de encaje de tres cuartas y le llega justo por las rodillas.

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